1 – Mira que curiosa la consigna: “Escribí sobre una canción que hace que quieras bailar”. No dice “escribí sobre una canción con la que te pones a bailar”. No es que bailas, tenes ganas de bailar. Llamativo. La persona que lanzó este “25 días 25 canciones” le vienen las ganas de bailar, pero de ahí a que baile… Bueno, sí, más o menos como yo.
2 – Yo soy un tipo con 45 pirulos encima. Tengo unos rollos culturales en mi cabeza que espero las más jóvenes generaciones ya no tengan. Si sos del rock, no bailas. Incluso, supo haber una época en que la música disco era tratada como lepra musical. Los del rock como mucho pogueamos. Es muy raro, siendo que el rock’n’roll fue primero un baile. Pero hay un extra personal.
3 – En el año 1987, último año de la escuela primaria, ya andaban pululando en las cercanías, los personajes a quienes les permitían ir a la “matiné”. Eran, ponele, un par de chicos y un par de chicas que algún lunes de ese año empezaron a “bardearse” los unos a los otros acerca de indumentarias y anécdotas. La silenciosa mayoría que éramos el resto, solo escuchábamos. Se ve que varios luego volvieron a sus casas a rogarles a sus padres que les permitan ir. Y se ve que, poco a poco, fueron sumándose más gente al lado “cool” de mi grado. Yo no solo no entendía porque este fenómeno se fue dando, sino que también simplemente me empezó a asustar un poco. Había que saber bailar bien. Había que saber vestirse bien. Había que saber con quién andar acompañado y a quién encarar. Increíblemente, o tal vez no tanto, todas estas reglas, que nunca fueron claras y explicitas, regularon ayer, y hasta donde yo puedo ver, regulan hoy, la forma de divertirse y socializar de las juventudes unidas. Entonces, baila el que sabe bailar, canta el que sabe cantar y así sucesivamente en la interminable pelotudez del gusto por dividir gente entre ganadores y perdedores en la pista de la noche y también en el escenario de la vida social.
4 – Ella se llama Kali Uchis y su canción se llama “Your Teeth in My Neck”. Es una gran canción de baile. Cuando la escucho, no solo me dan ganas de bailar, también la bailo. Bailar te ayuda a entender las músicas desde otra óptica distinta a la de solo escuchar. Le prestas atención a cada sonido e intentas que tu cuerpo replique eso que te hacen sentir esas sonoridades. Por supuesto, la batería y el bajo primero, los que te dan la información básica. Luego los teclados y las guitarras, las voces, los arreglos. En cuanto te queres acordar sos un concierto de movimientos en acuerdo con lo que tu sistema nervioso testimonia de esos sonidos magias.
5 – Ser libre es ser libre de las miradas de los otros. Cuando te veas cantando, silbando, bailando, en cualquier parte y a cualquier hora del día, ajena o ajeno a esos ojos de nada de los rigurosos vigilantes del reglamento, ahí vos vas a ser libre. Vos lo sabes mejor.
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