Monday, September 07, 2020

Chabones bravos



 

1 – Yo no sé muy bien porque, pero un buen día mis amigos empezaron a dedicarse a volar en parapente. Simplemente pasó. Encima se les ocurrió invitarme a participar. En cada cosa que uno hace hay riesgos. Mínimos, pero siempre los hay. Pero en esta clase de actividad al aire libre o deporte los riesgos aumentan notablemente. La verdad por unos días viví debatiéndome entre no querer cortarle la cara a mis amigos y no querer sumarme a algo que me haga terminar convirtiéndome en ex ser viviente. Los tipos se la pasaban repitiéndome que no pasaba nada, que estaba buenísimo, que me tenía que animar. Se iban en auto hasta General Rodríguez, en un campo que quedaba lejísimo. Allí, si la memoria no me falla, se subían a un avión y a determinada altura se tiraban con el parapente. Tenía que haber poco o nada de viento y tenían que aprovechar las corrientes térmicas ascendentes, de aire caliente, para prolongar el vuelo lo más posible. Antes de hacer eso de subirse a un avión y tirarse, hacían un entrenamiento de no sé cuánto tiempo. Practicaban cómo manejar el parapente y que maniobras hacer para descender. Por supuesto, antes de tu primera experiencia en solitario, te tocaba ser algo así como un apéndice de algún experto. Experimentabas en tu cuerpo como se sentía volar e ibas repasando al mismo tiempo todo lo que te fueron enseñando, pero hecho por otro. Se supone que a mí me estaban intentando convencer para que al menos haga esto último. Ellos ya lo habían hecho e inclusive ya habían volado solos también. Yo nunca volé y nunca los vi volar a ellos.

2 – En uno de esos entrenamientos acerca de cómo uno se pone el parapente y cómo manejarlo, llevaron un cámara para filmarlo todo. Desde el estéreo del auto sonaba un cover del grupo Frente! de la canción de New Order llamada “Bizarre Love Triangle”.

 

 

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