1 – Blogger me brinda el piso y yo le brindo a Blogger mis opiniones, creaciones y conocimientos en los textos que publico. Los que ellos me permiten publicar, dirán por ahí. La cosa es que llevo más de quince años de trabajo no remunerado. No es que me queje especialmente de ello. Nadie me obliga a escribir, tampoco averigüe seriamente si se puede monetizar el trabajo que uno publica. Pero allí está la clave del poder de atracción de YouTube. Según parece, podría volverse una nueva fuente de ingresos. De aquellos YouTubers que nombre en la primera parte, creo que todos o casi todos reciben una remuneración por el trabajo realizado. Monetizar o no monetizar, esa es la cuestión de hoy.
2 – Aun no tengo el dato preciso, pero sé que hay un x número de personas que se tienen que interesar por los contenidos que tenes para ofrecer para lograr que te paguen un sueldo. Me imagino que es una cuestión de anunciantes que le pagan a YouTube para que promocionen sus productos o servicios y YouTube te paga porque consigas y mantengas una audiencia. Como pasa en la televisión, pero en Internet. Por otro lado, bajo ese mismo mecanismo, los dueños de YouTube pueden desmonetizar algún video que haya sido publicado, alegando violaciones a los derechos de autor. O alegando que el contenido es inapropiado para el perfil público que YouTube tiene. Blogger nunca me censuró porque yo nunca publique nada censurable. No estoy seguro acerca de si me será posible conseguir atractivo masivo y tampoco estoy seguro de tener claras las reglas de juego de los de YouTube.
3 – Y si el asunto es apuntar alto, llegar a las masas para conquistarlas, hay un temita extra con el que habrá que lidiar: los haters y los trolls. Uno de los aspectos positivos de la escasa repercusión de Significados Invisibles es que en muy pocas ocasiones me las tuve que ver frente a frente con estos detestables personajillos. Anónimos enfermos que se solazan buscando el enojo ajeno, que les divierte provocar sin ninguna razón, solo por el placer de sentirse importantes al saberse causa de la frustración de los demás. Los que se entretienen repartiendo mierda con el solo propósito de empujar las creaciones al colapso. Cuando más popular te vas volviendo, más a merced pareces estar de esos idiotas. Bueno, si no a merced, si al menos disponible. Yo no sé si estoy tan interesado en sumar una fuente de ingresos, si es que esta viene con el extra indeseado de comentarios imbéciles de gente humilladora.
4 – Cierto es que hay que decidir a quién prestarle atención y a quién no. También es cierto que se pueden borrar y/o editar comentarios. Inclusive se puede elegir la opción de no permitir que alguien publique comentario alguno. O no permitir comentarios de nadie. Hay opciones. Pero siempre que subas contenido, también vas a tratar con la posibilidad de tener que leer comentarios que no aportan nada excepto desazón. Por un lado, aun sin canal de YouTube armado, no tengo nada de qué preocuparme. Por el otro, también percibo que sin arriesgarme no me va a ser posible extender el ámbito de influencia que yo solía pensar que Blogger me daría, pero finalmente no fue tan así. Los blogs ya no son socialmente relevantes. Uno termina escribiendo para pocos. Que no es tan mal asunto, después de todo. Solo que me queda la duda: ¿y si hay algo más por hacerse?
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