Thursday, December 03, 2020

Juguete roto

1 – Hace un tiempo atrás, cuando estaba escribiendo y publicando esos textos hablando de canciones, se me presentó la oportunidad de dedicarme a ciertas figuras del rock argentino, tipo Litto Nebbia (ver post del 6 de noviembre de 2020) o Charly García (ver post del 17 de noviembre de 2020). Curiosamente no se me cruzó por la cabeza escribir algo acerca de Fito Páez. Esta vez voy a hacerlo.

2 – Fito es bastante famoso, no necesita que un hombre anónimo en un blog casi desconocido abunde en sus defectos y virtudes. Pero la pregunta es otra: ¿yo necesito hablar de él? Según parece, sí.  Como también supo pasarme con los dos artistas que nombré más arriba, me gustan muchas canciones de Páez. Sin olvidarme que también él tiene varias canciones que es mejor olvidarlas. Hay una canción en particular de la que quiero escribir.

3 – La canción se llama “Ámbar Violeta” que está en su disco “Ciudad de Pobres Corazones” de 1987. La escuche en aquellos días y me había encantado. Volví a re escucharla para escribir este post y sentí el hechizo intacto. Es cortita y no tiene nada de sobra. Hermosa letra, linda melodía, bellos arreglos. Quizás sea esta la mejor canción del rosarino.

4 – Fito Páez suele llamar la atención de ciertos intelectuales, tipo Horacio González (que escribió un libro con entrevistas de él con el cantautor, obra que sí leí) y Enrique Symns (que escribió un libro con entrevistas de él con el cantautor, obra que no leí). Más allá de esto, suele ser un artista un tanto repudiado o menospreciado en los ámbitos del rock local. Tal vez porque es muy famoso. Tal vez porque tiene fama de ser jodido con la gente con la cual labura. Tal vez porque las personalidades más famosas del rock local parecen pertenecer a un club exclusivo (y excluyente) de hombres guitarra en mano, lo que deja a Fito en ese segundo plano donde conviven tecladistas y pianistas. De hecho, supo haber un tiempo en que era casi un deporte descansarlo a Páez. Creo que ya no sigue así la cosa. Ojalá que no siga así.

5 – En ocasiones, el peor enemigo de Fito Páez es Fito Páez. Por ejemplo, esa canción fea, de la que ya no me acuerdo el nombre, que le dedicó a una ex novia, si no me equivoco era Julia Mengolini, llena de innecesarias palabras. Una melodía poco afortunada. Creaciones de ese estilo no benefician al oyente y perjudican la frondosa labor de Fito. La abundante difusión de canciones como esa deja en la oscuridad las mejores cosas del autor de “Dame un talismán”.

6 – No obstante, el juguete roto no es Fito Páez. El juguete roto es la idea que me queda de Fito Páez en estos días. Desde aquellos días de “Circo Beat” (disco que no le di mucha bola) que dejé a un costado a él y su obra. Más de 25 años en los que no lo ignore, pero tampoco le preste atención. En ese grupo de unos veinte discos, más o menos, debe haber varias canciones valiosas, sospecho. En cuanto pensé en él, tuve que admitir ante mí mismo que ya había perdido la fe que se necesita para indagar en la obra de alguien en busca de algo que te enamore. Fe de que vas a encontrar eso que buscas.

7 – Este juguete roto se arregla con una pormenorizada curiosidad y con el goce de buscar más allá de que vaya uno a encontrarse. Me parece que no es cierto que todo lo valioso que tenía para decir lo dijo en los ochenta y principios de los noventa. Hoy tengo “Ámbar Violeta”. Mañana veremos.

 

 

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