1 – Gourmet Musical fue editando varios libros durante este 2021. Unos meses atrás hable del libro de Abel Gilbert, hoy le toca a este, el que figura en el título de este post. 17 relatos de 17 autores, todos compilados por Sebastián Rubin, autor de uno de esos textos y del prólogo. Dicho sea de paso, su texto le da nombre al libro.
2 – “¿Qué pasó primero? ¿Escuchaba música pop porque me sentía infeliz? ¿O me sentía infeliz porque escuchaba música pop?” Estas son las famosas líneas que Rob Gordon, interpretado por John Cusack, dice en los primeros minutos de la película “Alta Fidelidad” del año 2000, dirigida por Stephen Frears y basada en la novela homónima de Nick Hornby. Si se trata de hablar de libros que hablan acerca de disquerías y films basados en esos libros, estamos obligados a partir de estos objetos culturales. De hecho, si la memoria no me falla, hay tres relatos que mencionan ya sea al libro de 1995 o a la película. Yo fui al cine a ver la peli en el año de su estreno, me conseguí el DVD en el 2010 y el archivo pdf del libro de Hornby en el 2012. El libro está bueno, pero la película me gustó más. Quizás debido a que mi corazón musiquero se dejó mecer por Thirteen Floor Elevators, Stiff Little Fingers, Beta Band, Smog y demás maravillas que suenan aquí y allá.
3 – Desde el Suplemento Sí de Clarín del 15 de septiembre del 2000 que trata sobre la película y demás historias con disquerías, discos y personajes, escrita por Fernando García, arrancamos con una serie de antecedentes de nuestro libro de hoy. En esa serie no quiero dejar de mencionar a la genial blogger Hunter, quien el 11 de octubre del 2005 publicó un post llamado “Utopía”, dedicado a una disquería de Rosario, a las mujeres en el rock y al consumo propio y ajeno de discos. Lo hizo en su blog llamado Contra Las Cuerdas, el cual pueden consultar en Internet. Finalmente, quiero nombrar al historietista J.C. Quattordio. En el número 47 de febrero de 2008 de la genial revista La Mano aparece una historieta suya en las páginas 24-27, sobre disquerías y asuntos relacionados, escrita en colaboración con Marcelo Gobello. Seguro debe haber más textos que se podrían citar, solo que yo no los conozco. Amigos lectores, tienen los comentarios debajo de este post para nombrar alguno que deseen divulgar para que todos los conozcamos.
4 – Este es un libro entretenido, de lectura ágil. En las próximas vacaciones, quizás te lleve un par de días leerlo. Sus historias tienen un aire melancólico exquisito que no deprime. Uno puede añorar ciertos pasados y también puede reconfigurar ciertos presentes tras la lectura de estos textos. Puede que los discos y las revistas ya hayan dejado de ser el centro de las cuestiones musicales, pero nos quedan los libros y los recitales. También podríamos fundar discotecas al modo de bibliotecas o clubes de escucha, donde no todo se trate de escuchar archivos sonoros sino también de escuchar gentes. Tal cual como leemos gentes en este libro.
5 - ¿Las disquerías y yo? Bueno, por un lado, siento que tengo muchas cosas que contar, pero me da fiaca ponerme a escribirlas. De hecho, muchas de las impresiones, experiencias, sensaciones y emociones que yo supe vivir en las disquerías ya quedaron plasmadas por estos autores en este libro. Sin embargo, tengo un par de salvedades que sí me gustaría escribir. Mi período más álgido de consumo en disquería tuvo lugar desde comienzos de los noventas hasta el 2005, más o menos. O sea, aproximadamente, entre mis 15 y 30 años. Siempre viví en Moreno, en muchas ocasiones comprar cds implicaba un viaje de una hora en tren a Once y luego moverme en subterráneos hasta avenida Corrientes o avenida Santa Fe. O a Flores, donde estaba mi disquería favorita (¿está?) llamada Sordos & Crotos, atendida por el genial Jorge. O a Caballito para ir al Parque Rivadavia (yo me perdí los domingos de coleccionistas del Parque Centenario). No solo vivía lejos de donde las cosas sucedían, tampoco tenía dinero. Ahora, con la distancia del tiempo transcurrido que me ayuda, puedo entender mejor ese fastidio que quizás sentían al verme los disqueros: “otra vez el negrito este, que mira todo y no compra nada”. Encima era la época en la que era tímido casi hasta lo patológico, más tirando a fobia hacia los demás. Por ende, casi no hablaba. Además, iba a las “cuevas” en días hábiles a la mañana, cuando recién abrían. En varias ocasiones solo éramos el disquero, los discos y yo. Poco por decir, poco por comprar y encima nunca me terminó de cerrar cierto fetichismo que algunos coleccionistas parecían desarrollar. No estoy diciendo que yo nunca lo desarrolle. De algún modo, yo sé de mi fetichismo, no muy desarrollado pero presente. Lo que pasa es que no me lo bancó en otros, sobre todo si ese fetichismo les impide ver que podrían terminar guiados por esas ansias de completar colecciones en vez de valorar juicios estéticos de valor autónomos. No completes tu colección, déjate llevar por lo que pinte.
6 – 17 autores. 17 historias. Algunos de ellos son músicos (Pablo Krantz, Sebastián Rubin). Otros son periodistas (Humphrey Inzillo, Roque Casciero). Lo tenemos a Daniel Flores, ayer en la revista Esculpiendo Milagros, hoy en la Rolling Stone Argentina. Hay dos mujeres y quince hombres. Clase media alta con viajes a Europa en algunos casos. Y hay un par de casos que me habilitan a la autobiografía. Esto es un blog, la autobiografía no puede faltar. En la página 124 Alejandro Tolosana recuerda una disquería “en esa galería de Ituzaingó”. Yo también la recuerdo, fui un montón de veces a visitarla, mis cds de Suicide, Faust y Trees son de ahí, entre otros. Entre las páginas 103 a 107 figura el relato de José Navarro. He tenido la suerte de conocerlo y comprarle vinilos y cds en varias ocasiones y sitios. Enumerarlos me va a hacer quedar como un stalker, pero no me preocupan las apariencias. Parque Rivadavia, disquería Bonus Track, disquería Abraxas, recital de The Buzzcocks en Cemento, el cd de Pettinato & The Pessi-Mystics. En el libro también acotan que, en estos días, toca la batería en Chillan Las Bestias. Fui a buscar en Internet una foto de la banda y confirmé mis sospechas. Aclaro que yo no soy el fan de The Cure de quien escribe, pero es como que me parece que lo conozco al tipo ese. Si llega a pasar que me lo vuelvo a encontrar le pregunto y le digo: “José tiene tu cassette preparado”.
7 – Ojo, acá en Moreno también había disquerías y altos discos compactos me supe conseguir con solo ir pedaleando al centro: inéditos del Pink Floyd barretiano, Ryuichi Sakamoto, Prince, Copiloto Pilato, Godflesh, Talk Talk, King Crimson, vinilos de Au Pairs y The Godz, etc.
8 – Vinilos, discos compactos, cassettes, revistas, libros, remeras. ¡La de guita que me gaste en disquerías! Los disqueros mala onda, los disqueros que me cagaron (unos porteños forros que me encajaron un cd trucho a 32 dólares, luego de eso iba al negocio solo para ver cds por horas sin comprarles nada nunca más), los disqueros que me trataron muy bien. Hubo de todo y pasó de todo, incluso ver a una chica comprando discos, una situación excepcional, sin lugar a dudas. Consigan este libro y pónganse a rememorar, tal cual me pasó a mí. Las músicas son las más maravillosas expresiones que los humanos nos animamos a crear y alentar. Las músicas hacen más soportable nuestra estancia en este mundo cada vez más repugnante. Músicas como paseos inolvidables. Músicas que son orgasmos multidimensionales. Los textos de este libro trabajan como trabaja este blog: intentando reconstruir esas mágicas y frágiles fugacidades que nos arropan mientras estamos acompañados por el amor de nuestras vidas: las músicas.
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