Le dedico este post a Alejandro, que me pasó el libro que
paso a criticar ¡Gracias por prestármelo!
1 – El libro fue escrito por Guillermo Courau que tenía 42
años al momento en que se editó este libro y Francisco Anselmi que tenía 22
años. El prólogo de este libro de 216 páginas lo escribió Alfredo Rosso y salió
en una tirada de 2500 ejemplares. Antes de contar que el libro no me gustó y
los porque no me gustó, quiero escribir que está bueno que libros así
aparezcan. Porque hasta hace poquito yo me quejaba de cómo había cambiado para
mal la calidad del Suplemento Sí de Clarín y ahora resulta que ya no lo
publican más y el silencio sigue creciendo. Siempre va a ser mejor tener algo
flojo que consultar que la nada de la nada de algunos de estos días. Muchachos,
¡no resten más publicaciones!
2 – No me entiendan mal. El libro aporta datos valiosos y se
nota que hubo una serie de investigaciones detrás. Y en este punto me quiero
detener. ¿Por qué no enlistar la bibliografía consultada? ¿Por qué no hacer un
índice de referencias? ¿Por qué no enlistar alguna bibliografía recomendada
para seguir leyendo? ¿Por qué no establecer que preguntas respondió cada
entrevistado y en qué año lo hicieron? Todo esto que se echa de menos podría
aparecer en posteriores ediciones, además de la famosa entrevista que Mario
Pergolini no dio.
3 – Saliendo de la materia misma del libro y orillándome a
mis expectativas, mis altas expectativas, llegó al punto de que lo se extraña es
bastante. El libro interpeló a los “protagonistas” que se traduce en las
figuras más renombradas de la historia de la radio. Pero la radio fue hecha por
mucha más gente de la mencionada y da un poco de bronca que los hayan olvidado
tan impunemente. “London Calling”, “Frecuencia Espagueti”, “Scoop” “Loca como
tu madre”, “Con algunas cosas claras”, “Crossover”, “Cuchillos de palo”,
“Música, maestro”, el programa de Fabián Couto que siempre me olvido el nombre,
“Sábado maldito”, “Mal elemento”, “Inrocks and Pop” “He perdido mi malla en la
ciudad”, “Apagá la tele”, etc., etc. Había tanto para contar, ¿Qué costaba
contarlo? ¿Por qué tengo la sensación de que me vendieron pescado podrido? ¿Era
mucho pedir trazar la cronología de todo lo que la Rock and Pop ofreció a los
oyentes? Según parece, sí, era demasiado. Queda para otro libro.
4 – Si les pareció poca omisión, ¿Qué me dicen del rock y
del pop? En esa radio sonaron grupos y solistas que no sonaban en todas partes.
¿Tengo que escribir otra lista más? Sí, amigos, este es un libro sobre una
radio donde no se habla casi nada de música. De los separadores que gente como
Spinetta o Calamaro grabaron para promocionarla en sus inicios. De los grupos y
solistas que iniciaron sus carreras allí, de quienes tocaron en sesiones
transmitidas en vivo. ¡Por Dios, porque dejaron tanto afuera del libro!
5 – Y lo que más me irritó de todo, además de un par de
zonceras tipo “la radio anti sistema” o “la radio rebelde” o “la radio que dice
lo que la gente joven piensa” o “antes había buena música”, fue la mención a la
historia de Callejeros en el antes y después de Cromañón. Consulten las páginas
142-145, una parte del capítulo 5 que lleva como título “Fue un chiste, fue la
vida o una mueca del destino”. Quizás se indignen tanto como yo, de cómo
Pergolini habla de la “artística”, de cómo las responsabilidades de los
comunicadores se desdibujan. El grupo no tuvo ni tiene lugar donde esconderse
del horror que vivió y del que son parcialmente responsables, pero cierta gente
parece no conocer del dolor ajeno al abrir su estúpida boca. Poco me importa
dilucidar a quienes hay que culpar y castigar, para eso está la justicia. Lo
que digo es que es poco humano ponerse a hablar parado sobre los cadáveres sin
considerar la pena y el pesar de los otros. El dolor debería dejarlos silentes.
6 – No quiero terminar mi dura reseña con una nota tan
amarga. Quiero volver a lo que señale más arriba. Más allá de mis quejas por lo
que falta, por lo que sobra, por lo que re contra falta, en las librerías hay
una voz más para prestarle atención. Que de los libros que no están tan buenos
igualmente uno aprende cosas. Que está bueno contar con esas voces y mi voz que
disiente. Los libros son grandes lugares para que las voces se encuentren.
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