El asunto es el siguiente: ya mencione a Fennesz antes. Muy
al pasar pero lo hice. Dos veces. Fue en la Fonola de materia gris (Parte 20)
publicada el 19 de abril del año pasado. Figura de esta manera: 989 – Fennesz –
Circassian. Esta canción aparece en el disco “Venice” de 2004, el cual conseguí
el 2005. Para el 2011 me prepare un cd de audio basado en un archivo de mp3 que
tenía de antes, era del álbum “Endless Summer” (2001), un hermoso disco, que
también nombre como parte de lo mejor del 2008 en discos en SS.II. Lo último
que me conseguí de Fennesz fue un disco en colaboración que este músico hizo
con King Midas Sound llamado “Edition 1”. Es del año pasado pero yo lo obtuve
el 9 de enero de este año.
Fennesz editó mucho más que esto que nombre pero yo solo
escuche lo arriba mencionado. Con todo esto en alguna parte de la memoria, me
fui a verlo en vivo.
Este recital con entrada libre y gratuita tuvo lugar en la
sala AB del CC San Martin a las 20 hs. Fennesz no estaba solo, junto a él
estaba el videasta Lillevan disparando desde su laptop unos videos
experimentales muy buenos que se combinaban con la música electrónica
experimental del austríaco. Detrás de ambos pasaban las imágenes oníricas que
acompañaban esos sonidos misteriosos. Fennesz tenía por instrumentos una
guitarra conectada a una batería de efectos y su laptop que ponía hermosos
telones de fondo. Me agradó escuchar todos los recursos que usó: ruidismos de
diferentes fuentes (efectos de guitarra, ruido de silencios de cassette a lo
Reynolds), beats, samples de partes orquestales con coros. Yo pensé que la
guitarra iba a estar tan procesada que terminaría sonando irreconocible pero
por momentos se escuchaba fuerte y clara su intervención.
Fue un excelente recital de 45 minutos aproximadamente. Un
recital que se merece unos 5 Macos. El evento era anunciado en la revista Los
Inrockuptibles de noviembre como “Mahler Remixed” y así también figuraba en la
entrada. Pero en el programa aclararon que Fennesz iba a ejecutar partes de esa
producción junto a piezas de sus otros trabajos. Yo esperaba que el asunto
estuviese más ligado al compositor Gustav Mahler pero no fue así. Quizás fue lo
mejor porque la música clásica no es lo mío.
La sala estuvo bastante llena y esto fue otra sorpresa que
no me esperaba. También fueron pocos los que desertaron antes que termine el
recital. Hay gente que deja de disfrutar cuando las coordenadas de un evento no
son claras. Yo a veces solo disfruto cuando las cosas son así.
Este fue un recital que me hizo sonreír y me hizo emocionar.
A pocas cuadras de ahí, y un rato antes de que todo empiece, me fui a hacer
tiempo caminando por los alrededores, localizando medios de transporte para
volver a Once más tarde. En eso estoy cuando repentinamente me encuentro de
frente con una pequeña marcha de mujeres izquierdistas reclamando por su
derecho a ser mujeres. Es una especie de horror invisible el que ellas tienen
que andar padeciendo en nuestro país por estos tiempos. Si fuese visible, las
cosas cambiarían para mejor. Pero da la sensación de que tan solo empeoran.
Hay que elegir las mejores cosas de cada uno de nosotros.
Una herramienta valiosa para poder hacer algo así te la da la música. Guardarse
un espacio en la cabeza para aprender a apreciar esa música experimental medio
colgada, medio densa, extraña, que no se puede cantar, que no se puede bailar,
es un ejercicio vitalista de inteligencia. Y cuanto más ejercicio hace tu
cerebro, más sencillo será encontrar nuevas soluciones, nuevas vías
alternativas a la brutal estupidez que quiere someternos.
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