Friday, November 25, 2016

Atomised. Houellebecq en Argentina (10, 12 y 13 de Noviembre)


¡Significados Invisibles se va para arriba¡ ¡Ahora tenemos enviados especiales a eventos! ¡Jajaja! Que sirva este torpe chiste como homenaje a El Pequeño Saltamontes, quien fue con su mente ardiente, su corazón encendido y su curiosidad intelectual como bandera, a TODAS las presentaciones de Michel Houellebecq en su gira 2016 por la ciudad autónoma de Buenos Aires (no sé si estuvo en otras ciudades de nuestro país). Una vez más van a poder leer su palabra sin ninguna molesta intervención mía, más allá de esta intro, tal vez innecesaria. Sin más, los dejo con el protagonista. ¡Que lo disfruten!
I
Largo y tendido se ha escrito ya sobre este autor en toda clase de medios, por lo que este escriba se limitará, para presentarlo, a mencionar los aspectos que él considera personalmente como los más interesantes: Houellebecq es un autor que hace veintidós años salió dispuesto a tomar por asalto la literatura demostrando tener una visión privilegiada sobre el mundo que se nos venía encima ante este afamado “final de la historia” (sic). Houellebecq es la voz impertérrita que se animó a disertar sin miedo sobre el desencanto palpable del pos-capitalismo, una era a la que nos quisieron vender como lo más cercano a la perfección que jamás podríamos alcanzar y que se reveló plagada de miserias, soledad, carencias afectivas endémicas, rechazos, misantropía y, como frutilla del postre, un consumismo que invade y deforma la vida de sus habitantes de manera brutal (bien podemos decir que una de las frases más significativas de su obra es aquella confesión que el protagonista de “Ampliación” le hace a los lectores: “No era infeliz, tenía ciento veinte canales…”). Houellebecq es un cartero feroz que vino a traer las malas noticias, aún a costa de saber que por esa honestidad insoportable le iban a tirar a matar.
Los agarró a todos por sorpresa con “Ampliación del campo de batalla”, construyó su (primer) golpe maestro con “Las partículas elementales” y dinamitó todo lo que quedaba intacto con “Plataforma”. Esas tres novelas -solo esas tres- ya alcanzaban y sobraban para conseguirle un lugar de privilegio en el nutrido canon de grandes autores que enaltecieron la literatura francesa. Y europea. Y de todo el mundo. Pero todavía quedaba mucho más: se puso particularmente ácido con “La posibilidad de una isla”, volvió a reírse lacónicamente de los límites -principalmente de la literatura- con “El mapa y el territorio” y capitalizó su último destello de inteligencia y lectura aguda de la actualidad con “Sumisión”. En el camino también dejó libros de poesía, novelas cortas, correspondencias y colecciones de ensayos que ayudaron a convertirlo en la figura insoslayable de la literatura mundial que es al día de hoy.
II
Pasemos en limpio: hizo su primera aparición pública en esta (tercera) visita a la Argentina la tarde del jueves 10 de noviembre en el Centro Cultural San Martín, lugar en el cual a cuatro horas de iniciado el evento ya se podía advertir una concurrencia notable que solo noventa minutos después ya se extendía a dos cuadras de distancia de las boleterías (al menos tres veces vinieron a preguntarnos si nos sobraban entradas).
Michel apareció en escena escoltado por Garcés y algunos organizadores, y durante la larga hora y media que le dedicó a este re-encuentro con el público argento no soltó nunca un cigarrillo electrónico mientras conversaba sobre cómo nada va a cambiar con la llegada de Trump, atacaba a personalidades mediáticas francesas (“No sé cómo será en Argentina”, se disculpó), hablaba sobre los miedos que trata en sus novelas y cerraba tocando el tema del machismo y la misoginia imperantes en la sociedad occidental, a pedido de un lector.
El sábado el Polo Tecnológico de Palermo se llenó de ávidos concurrentes (dos mil, llegué a escuchar) que, en varios casos, iban por la revancha al haberse quedado con las ganas el jueves. Michel no defraudó. Demostrando que es mucho más frío, pausado y lacónico que lo que sus libros y declaraciones cargados de histrionismo y humor oscuro pueden sugerir, se tomó todo el comienzo de su conferencia para atacar con una frialdad homicida a su país, su cultura, sus íconos caídos en desgracia, el dudoso legado que insiste en ostentar ante el resto del mundo y, por supuesto, para no dejar títere con cabeza respecto a la escena intelectual francesa y su relación de amor-odio con la misma (“Generalmente termino en eventos sentado al lado de gente muy interesante a la que jamás en mi vida leí ni creo que vaya a leer”).
III
“El capitalismo tiene en el individualismo la trampa perfecta para engañar a la gente. Les hace creer que a partir de ahora van a poder tomar sus propias decisiones, pero en realidad el margen de elección que tiene la mayoría de las personas es tan estrecho que aquella vida intensa y emocionante que propone el capitalismo es muy rara”.
“La decadencia de la cultura francesa es innegable… el vino francés hace años que ha dejado de ser lo que era”
“Todo puede pasar. Y, sí. Y también nada puede pasar. Eso es lo más común.”
“Me río cuando dicen que el desastroso sistema administrativo francés tiene un aire kafkiano. En Kafka hay misterio, oscuridad, belleza… nada más alejado a la burocracia francesa”
“Francia es el peor país del mundo”
IV
En la espera del domingo, en la librería Borges, pude charlar con gente venida desde Neuquén, La Plata y hasta Tierra del Fuego especialmente para el evento -tal como lo leen-. Sorprendente fue también ver la fuerte custodia que rodeaba al hombre, al fondo de una habitación oscura en la que aguardaba la llegada de una horda munida de libros de todo tipo y tamaño (algunos sin siquiera haber sido leídos, según me comentaron).
And that was it: llegué, le dije mi nombre, alcancé a decirle dos frases en francés y le di la mano, antes de retirarme con “Extension du domain de la lutte” garabateado en su primera página. Nada más. Nada menos.
Volvía a casa exhausto y reconfortado, no tanto por aquella firma sino por haber visto, en las tres fechas ya señaladas, una numerosa e inesperada concurrencia que respondió con entusiasmo ante esta oportunidad. Ciertamente esperaba una cantidad considerable de asistentes, pero para nada las bulliciosas filas de ávidos lectores cargados de ejemplares amarillos de “Lanzarote” y “El mundo como supermercado”, conversando sobre cuestiones relativas a este literato que rara vez he podido discutir en ocasiones previas. Como cuando te cruzás a alguien tarareando una canción que creías que nadie más conocía.
V
Garcés le preguntó al final de la noche del jueves: ¿Qué le gustaría que figurara en su epitafio? ¿Mártir, peleador, hombre de la resistencia? Nada, dijo Michel. O escritor. Ca me suffit.

Chau y gracias por venir. 

Wednesday, November 23, 2016

Fennesz en vivo en Argentina sábado 19 de noviembre de 2016


El asunto es el siguiente: ya mencione a Fennesz antes. Muy al pasar pero lo hice. Dos veces. Fue en la Fonola de materia gris (Parte 20) publicada el 19 de abril del año pasado. Figura de esta manera: 989 – Fennesz – Circassian. Esta canción aparece en el disco “Venice” de 2004, el cual conseguí el 2005. Para el 2011 me prepare un cd de audio basado en un archivo de mp3 que tenía de antes, era del álbum “Endless Summer” (2001), un hermoso disco, que también nombre como parte de lo mejor del 2008 en discos en SS.II. Lo último que me conseguí de Fennesz fue un disco en colaboración que este músico hizo con King Midas Sound llamado “Edition 1”. Es del año pasado pero yo lo obtuve el 9 de enero de este año.
Fennesz editó mucho más que esto que nombre pero yo solo escuche lo arriba mencionado. Con todo esto en alguna parte de la memoria, me fui a verlo en vivo.
Este recital con entrada libre y gratuita tuvo lugar en la sala AB del CC San Martin a las 20 hs. Fennesz no estaba solo, junto a él estaba el videasta Lillevan disparando desde su laptop unos videos experimentales muy buenos que se combinaban con la música electrónica experimental del austríaco. Detrás de ambos pasaban las imágenes oníricas que acompañaban esos sonidos misteriosos. Fennesz tenía por instrumentos una guitarra conectada a una batería de efectos y su laptop que ponía hermosos telones de fondo. Me agradó escuchar todos los recursos que usó: ruidismos de diferentes fuentes (efectos de guitarra, ruido de silencios de cassette a lo Reynolds), beats, samples de partes orquestales con coros. Yo pensé que la guitarra iba a estar tan procesada que terminaría sonando irreconocible pero por momentos se escuchaba fuerte y clara su intervención.
Fue un excelente recital de 45 minutos aproximadamente. Un recital que se merece unos 5 Macos. El evento era anunciado en la revista Los Inrockuptibles de noviembre como “Mahler Remixed” y así también figuraba en la entrada. Pero en el programa aclararon que Fennesz iba a ejecutar partes de esa producción junto a piezas de sus otros trabajos. Yo esperaba que el asunto estuviese más ligado al compositor Gustav Mahler pero no fue así. Quizás fue lo mejor porque la música clásica no es lo mío.
La sala estuvo bastante llena y esto fue otra sorpresa que no me esperaba. También fueron pocos los que desertaron antes que termine el recital. Hay gente que deja de disfrutar cuando las coordenadas de un evento no son claras. Yo a veces solo disfruto cuando las cosas son así.
Este fue un recital que me hizo sonreír y me hizo emocionar. A pocas cuadras de ahí, y un rato antes de que todo empiece, me fui a hacer tiempo caminando por los alrededores, localizando medios de transporte para volver a Once más tarde. En eso estoy cuando repentinamente me encuentro de frente con una pequeña marcha de mujeres izquierdistas reclamando por su derecho a ser mujeres. Es una especie de horror invisible el que ellas tienen que andar padeciendo en nuestro país por estos tiempos. Si fuese visible, las cosas cambiarían para mejor. Pero da la sensación de que tan solo empeoran.

Hay que elegir las mejores cosas de cada uno de nosotros. Una herramienta valiosa para poder hacer algo así te la da la música. Guardarse un espacio en la cabeza para aprender a apreciar esa música experimental medio colgada, medio densa, extraña, que no se puede cantar, que no se puede bailar, es un ejercicio vitalista de inteligencia. Y cuanto más ejercicio hace tu cerebro, más sencillo será encontrar nuevas soluciones, nuevas vías alternativas a la brutal estupidez que quiere someternos. 

Wednesday, November 16, 2016

Buscando a Reynolds (Documental – 2004) Mis apuntes


1 – Todo empieza (¡cuando no!) con la revista Esculpiendo Milagros. En el número 13 del otoño de 1997, aquel que tenía el tomatazo a Tanguito imitando el tomatazo a Travolta de una vieja Expreso Imaginario, venían varios comentarios acerca del homenaje a los 30 años rock nacional. Luego de leer las críticas que ellos tenían para escribir, al final de la publicación, nos proponían unas alternativas. Todos los martes de abril de ese año, en La Trastienda, EE.MM armó un ciclo de música nueva llamado “Ensayo y Error” con los siguientes artistas:
Día 8 de abril: Los Gauchos Alemanes y Ángel Destino.
Día 15 de abril: El Hórreo y Burt Reynolds Ensamble.
Día 22 de abril: Capitanes de la Industria y Las Orejas y la Lengua.
Día 29 de abril: Investigaciones Fasani- Mancini y Sumergido.
Yo fui los días 15 y 22. El 15 de abril de 1997 fue la primera y única vez que vi a Reynolds, que en esos tiempos se llamaban de otro modo, tal como figura más arriba. De hecho, estaba parado en la entrada de la Trastienda, esperando la hora indicada para entrar al recital, cuando los vi llegar por la vereda, todos en caravana acompañando a Miguel Tomasín. Lo acompañaban, lo guiaban, lo trataban con un cariño y una ternura que me dejaron encantado.
2 – Fui con un grabador y grabe el recital en una cinta que solo escuche una vez y hoy ya no puedo escuchar porque no tengo el reproductor necesario. Hubo varias sorpresas: alguien de la banda (¿Alan Courtis?) repartía volantes promocionando su nueva producción llamada “Bolas Tristes” y un pequeño objeto de plástico que imitaba a una púa de una bandeja tocadiscos con un resorte en uno de sus extremos, el cual hacia que la púa gire al hacerlo rebotar. No sé donde quedo ese raro suvenir, intente encontrarlo pero no pude. Quería sacarle una foto para ilustrar este post.
3 – Y durante el recital sucedió la más maravillosa sorpresa: la banda seguía a su líder que resultó ser Miguel. La música que ellos tocaban era guiada por los ritmos y las voces de Tomasín. Ese free rock, noise rock, avant rock, experimental rock, como carajo quieran llamarlo, era timoneado por un hombre con síndrome de Down. Fue impresionante testimoniar algo así. Yo me preguntaba qué era lo que estaba pasando hasta que deje de preguntármelo para solo permanecerme ahí. Los Reynolds tocan una música más allá de las coordenadas habituales con las que nos manejamos al escuchar música. Voy a escribir más de esto más abajo.
4 – Luego recuerdo aquella nota del Suplemento Sí de Clarín escrita por Pablo Schanton que apareció en el 2001, si no me equivoco. Y también más o menos por la misma época, una nota acerca de esta banda que apareció en el último número de EE.MM, aquel con forma de diario. Y luego, silencio.
5 – Para llegar al 2004. Mi primer BAFICI, del cual no hay registro escrito de que fui porque Significados Invisibles aun no existía. En esa sexta edición pasaron el documental Buscando a Reynolds de ese mismo año. Fue en los días jueves 15 de abril a las doce menos cuarto de la noche (imposible para mi verlo, siendo que trabajaba temprano aquí en Moreno al otro día) y sábado 17 de abril a la una menos cuarto de la noche. A esta última función sí podría haber ido pero elegí ir a ver a Donna Regina en cambio. Curiosamente, entre el público, estaba Schanton. Y este periodista también aparece en el documental sobre Reynolds hablando acerca del grupo y las lecturas y conexiones que él encontraba acerca de ellos. Doce años después sí pude ver el documental, gracias a que alguien lo subió a You Tube, con subtítulos en inglés y yo me lo baje.
5 – El documental está buenísimo. Yo me había quedado con la espina de no poder verlo en su momento y ahora me pude dar el gusto. Durante unos 75 minutos, Néstor Frenkel crea un retrato tierno, perturbador, apasionante, divertido, incómodo acerca de Tomasín y compañía. Este enorme registro se merece 5 Macos. Aunque no pueda equiparse con las experiencias que viví viéndolos en aquel recital, igualmente deja constancia de espíritus y creaciones inigualables. Reynolds fue una banda que hubiese hecho ruido con cualquier época como telón de fondo. Pero en los noventas, su ruido era como un exorcismo ante los menos prometedores tiempos del neoliberalismo. Y es como que hoy mismo necesitamos a unos nuevos Reynolds, ¿no?
6 – Los Reynolds y sus músicas me pusieron a pensar. Me tomo el riesgo de ponerme un tanto filosófico en esto que pensé y puede que lo describa bastante mal. Ténganme paciencia. Los humanos nos acercamos a las músicas buscando satisfacer, básicamente, dos necesidades: una letra que hable de lo que nuestra cabeza piensa y un ritmo que ponga a nuestro cuerpo en movimiento o en reposo. Y con la lírica y con su cadencia, las músicas traen algo que quizás no hemos buscado a primera instancia. Pero luego si lo iremos a buscar. Trae la organización absolutamente desorganizada de los sonidos. Sabemos que el silencio no existe, solo existen formas de escuchar y de oír. Uno decide que es silencio, el silencio está lleno de uno. El ruido es ruido en comparación con otra fuente sonora. La certeza está en lo que suena, en lo que vibra, eso puede medirse. Lo que no puede medirse es como sonar, como escuchar, como oír. Miguel Tomasín nació en esos universos ingobernables y desde allí se dirigió a la palabra y al beat. Él lo hace al revés de cómo lo hacemos los demás.
7 – Ese extra que trae la música yo no lo he encontrado en ninguna otra parte, en ningún otro arte, en ninguna otra esfera cultural. La fascinación, el encantamiento que ese extra me produce es imposible de traducir en palabras. Quizás se llega al momento en que las palabras sobran.
8 – Cuando yo era niño se denominaba “mogólicos” o “mogólicas” a las personas que tenían síndrome de Down. Estos adjetivos se usaban como insultos. Un asunto bastante feo eso de usar la experiencia específica de alguien como una generalidad insultante. En ese aspecto creo que hemos avanzado. Hace rato que se usa la denominación “mujer/hombre con síndrome de Down”. Pero aun desde ese respeto, casi todos nosotros ponemos distancia entre nosotros y la gente con síndrome de Down. No sabemos cómo tratarlos, no sabemos qué hacer, que decir. En eso reside algo de lo valioso de Reynolds, el espacio de encuentro siempre puede construirse, solo falta estar decidido a hacerlo, lo demás viene después.
9 – No estoy de acuerdo con eso de creer que ellos son mejores que nosotros por tener síndrome de Down. Pero sí me parece valiosa esa idea que parece dar vueltas en alguien como Miguel. Esa idea de no dejarse apresar por pautas, eso de dejar que lo que queremos expresar sea lo que nos conduce. Lleva un montón de trabajo andar así de libre. A eso podría aspirar la música, a la organización desorganizada. A algo que se le encuentra la regla, para que luego vuelva a desarreglarse otra vez.

10 – Una hermosura todo lo que este documental me dejó en la cabeza. Búsquenlo y véanlo. Me lo van a agradecer. Nota: en el blog de Mal Elemento también subieron comentarios sobre este documental en aquel abril de 2004, con motivo del BAFICI. Búsquenlo también.    

Wednesday, November 09, 2016

Breaking Bad – Inconmensurables paisajes humanos

Sí, lo dije hace unos meses atrás. Les había prometido un post sobre esta serie y esto que estás leyendo soy yo intentando cumplir esa promesa. Intentando porque llevarlo a cabo, anda a saber. Bienvenidos sean estos intentos.
Vamos a los números. Yo vi esta serie este año pero fue originalmente transmitida durante los años 2008 y 2013. Hace más de tres años que se terminó esta impresionante saga. Les llevó 62 capítulos y 5 temporadas narrar las historias que querían contarnos. La quinta y última temporada la emitieron en dos años (2012-2013). Cada capítulo dura unos 45 minutos aproximadamente aunque a veces se estiraba a casi una hora o un poco más. Especialmente en los momentos culminantes. El tiempo que se tomaron en la narración y el tiempo que, como espectadores, tenemos que invertir para verla dejan sus recompensas.
Es una serie exquisitamente filmada. Cada entrega parece un mediometraje. Los planos, la iluminación, la insistencia en hacer foco en pequeños detalles que terminaban tomando enormes dimensiones al terminar de desenrollar el ovillo de cada historia. El gusto de ellos por ser meticulosos nos vuelve un poco fetichistas a los televidentes. Un fetichismo que, a veces, uno lleva como una insignia al hablar de la serie con otros, sean ya conversos o no.
La inteligencia de los guionistas para desarrollar las narraciones y sus tensiones tan solo puede ser comparada con la monstruosa inteligencia de su principal personaje: Walter White, un estratega de las más brillantes estratagemas. Pero su enorme coeficiente intelectual parece no venir acompañado de escrúpulos o piedad en ocasiones. Por ende, lo vemos evolucionar hacia un grado de maldad insoportable, difícil de poder digerir. Quizás eso sea lo más inquietante, el monstruo al que le tememos no parecería estar muy lejos de nosotros mismos. Todos somos un poco Walter White.
Con todo, su forma de pensar y vivir el mal le pertenece por derecho propio. Walter inventó su propia forma de ser malvado. Mi empatía por el personaje llegó hasta el capítulo llamado “Fly”. Después de eso, me resultó imposible sentirme de su lado de la historia. Luego decidí sentirme más cerca de Jessie, quien también es un tipo de cuidado.
Una de las cosas que fascinan de Breaking Bad es ver como los personajes y las historias van evolucionando. Nada ni nadie permanece allí donde solía estar. Las seguridades de ayer se disuelven como polvo por el aire, dejando ver que cualquier certeza puede ser, y a veces es, la nada en coche. Son mutaciones que nos dejan pensando.
Otras de las fascinantes aristas de esta serie vienen en las actuaciones y en las líneas de los actores. Me dejó la impresión que cada tema relacionado a la producción, distribución y consumo de estupefacientes ilegales (y demás temas tratados por la serie) vienen escritos teniendo en cuenta mucho lo que puede pensarse y decirse al respecto. La serie funciona como un compendio de las voces que hablaron de estos menesteres antes de ellos.
La foto que ilustra este post muestra a Jessie Pinkman y Walter White en un descanso de su producción de metanfetamina. Los motivos primeros que los pusieron a trabajar juntos ya quedaron muy atrás. En ese momento de la historia ambos esperan amasar fortunas incalculables con la venta del producto, fortunas más allá de las que necesitan. Allí yace el núcleo caliente de las historias: la puta guita. La ambición descontrolada, el ansia insaciable de poder, la decisión de que el fin justifica cualquier medio termina llevándolos a una violencia que consume, una violencia que deshumaniza, una violencia que hace más que matar. Una violencia que desintegra lo humano en alguien, que lo vuelve una máquina inapelable que todo lo ve y todo lo mide con el único propósito de su propio beneficio. A eso a lo que aspira todo buen capitalismo. Eso es el horror, que de tan cotidiano, ya se nos ha vuelto invisible. Quien solo piensa por su bien y no por el bien de sus semejantes, quien se desapega del dolor de los demás. Quien no ama porque no tiene nada humano que dar, tan solo da limosnas de millones de papelitos de colores.
El horror, el miedo, el amor, la risa amarga o burlona, la ternura, el humor corrosivo. Son tantas las cosas que aparecen en estas historias que me es imposible seguir enumerando. Tan solo me queda  recomendarles que vean la serie para luego quedar tan impresionados como quede yo.


Thursday, November 03, 2016

Rock and Pop – La imaginación al poder (Paidós-2014) Reseña


Le dedico este post a Alejandro, que me pasó el libro que paso a criticar ¡Gracias por prestármelo!
1 – El libro fue escrito por Guillermo Courau que tenía 42 años al momento en que se editó este libro y Francisco Anselmi que tenía 22 años. El prólogo de este libro de 216 páginas lo escribió Alfredo Rosso y salió en una tirada de 2500 ejemplares. Antes de contar que el libro no me gustó y los porque no me gustó, quiero escribir que está bueno que libros así aparezcan. Porque hasta hace poquito yo me quejaba de cómo había cambiado para mal la calidad del Suplemento Sí de Clarín y ahora resulta que ya no lo publican más y el silencio sigue creciendo. Siempre va a ser mejor tener algo flojo que consultar que la nada de la nada de algunos de estos días. Muchachos, ¡no resten más publicaciones!
2 – No me entiendan mal. El libro aporta datos valiosos y se nota que hubo una serie de investigaciones detrás. Y en este punto me quiero detener. ¿Por qué no enlistar la bibliografía consultada? ¿Por qué no hacer un índice de referencias? ¿Por qué no enlistar alguna bibliografía recomendada para seguir leyendo? ¿Por qué no establecer que preguntas respondió cada entrevistado y en qué año lo hicieron? Todo esto que se echa de menos podría aparecer en posteriores ediciones, además de la famosa entrevista que Mario Pergolini no dio.
3 – Saliendo de la materia misma del libro y orillándome a mis expectativas, mis altas expectativas, llegó al punto de que lo se extraña es bastante. El libro interpeló a los “protagonistas” que se traduce en las figuras más renombradas de la historia de la radio. Pero la radio fue hecha por mucha más gente de la mencionada y da un poco de bronca que los hayan olvidado tan impunemente. “London Calling”, “Frecuencia Espagueti”, “Scoop” “Loca como tu madre”, “Con algunas cosas claras”, “Crossover”, “Cuchillos de palo”, “Música, maestro”, el programa de Fabián Couto que siempre me olvido el nombre, “Sábado maldito”, “Mal elemento”, “Inrocks and Pop” “He perdido mi malla en la ciudad”, “Apagá la tele”, etc., etc. Había tanto para contar, ¿Qué costaba contarlo? ¿Por qué tengo la sensación de que me vendieron pescado podrido? ¿Era mucho pedir trazar la cronología de todo lo que la Rock and Pop ofreció a los oyentes? Según parece, sí, era demasiado. Queda para otro libro.
4 – Si les pareció poca omisión, ¿Qué me dicen del rock y del pop? En esa radio sonaron grupos y solistas que no sonaban en todas partes. ¿Tengo que escribir otra lista más? Sí, amigos, este es un libro sobre una radio donde no se habla casi nada de música. De los separadores que gente como Spinetta o Calamaro grabaron para promocionarla en sus inicios. De los grupos y solistas que iniciaron sus carreras allí, de quienes tocaron en sesiones transmitidas en vivo. ¡Por Dios, porque dejaron tanto afuera del libro!
5 – Y lo que más me irritó de todo, además de un par de zonceras tipo “la radio anti sistema” o “la radio rebelde” o “la radio que dice lo que la gente joven piensa” o “antes había buena música”, fue la mención a la historia de Callejeros en el antes y después de Cromañón. Consulten las páginas 142-145, una parte del capítulo 5 que lleva como título “Fue un chiste, fue la vida o una mueca del destino”. Quizás se indignen tanto como yo, de cómo Pergolini habla de la “artística”, de cómo las responsabilidades de los comunicadores se desdibujan. El grupo no tuvo ni tiene lugar donde esconderse del horror que vivió y del que son parcialmente responsables, pero cierta gente parece no conocer del dolor ajeno al abrir su estúpida boca. Poco me importa dilucidar a quienes hay que culpar y castigar, para eso está la justicia. Lo que digo es que es poco humano ponerse a hablar parado sobre los cadáveres sin considerar la pena y el pesar de los otros. El dolor debería dejarlos silentes.

6 – No quiero terminar mi dura reseña con una nota tan amarga. Quiero volver a lo que señale más arriba. Más allá de mis quejas por lo que falta, por lo que sobra, por lo que re contra falta, en las librerías hay una voz más para prestarle atención. Que de los libros que no están tan buenos igualmente uno aprende cosas. Que está bueno contar con esas voces y mi voz que disiente. Los libros son grandes lugares para que las voces se encuentren.