Ya sé que hace poco dije que no me gusta la música
romántica. Pero yo soy un hombre de contradicciones, tal cual vos. Y por eso me
veo forzado por el placer a admitir que hay una canción de Paloma San Basilio
que me encanta y se llama Cariño mío y es un claro exponente de la música
romántica. Es que la línea melódica del teclado que se repite una y otra vez
durante toda la canción es simplemente irresistible para mí. De hecho, estuve
pensando en ver cómo hacer para copiar ese riff encantador y loopearlo para que
suene una y otra vez, casi infinitamente, y agregarle más arreglos musicales.
Algo similar a lo que hizo Ian Pooley con Anita Ward hace como doce años atrás.
También quiero aprovechar este post para homenajear a
Leonardo Favio. Yo lo tenía en buenos términos como director. Todavía me
acuerdo de un recital de los Suarez en donde pusieron como telón de fondo en
una pantalla gigante su película Soñar, Soñar y lo lujosa que fue la
combinación de esa música con aquella fotografía. Pero este año repare en sus
canciones y en especial en una llamada Morir peleando (toda una declaración de
principios) y esa línea cautivante de una de sus famosas canciones que dice: “y
sabrán de nosotros esas calles vacías”. Esta sola línea justifica y agiganta la
música romántica de Favio. Esta línea lo conecta directamente a The Blue Nile,
una gran banda romántica de pop sofisticado de los ochentas. Es amor y es
existencialismo. A tu salud, Leonardo.
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