1 – De que hablo cuando hablo de música romántica
Manolo Galván, José Luis Perales, el Puma Rodríguez, Camilo
Sesto, Django, Julio Iglesias, Paz Martínez, Pimpinela, Nino Bravo, José Vélez,
Valeria Lynch, etc., etc. Tantos otros ejemplos, todos los que se te ocurran.
Esto es de lo que quiero hablar. ¿Por qué los escucho y no me gustan, por mucho
que me empeñe? En un rato, las razones y salvedades.
2 – Anécdota 1
Este año hubo alta reunión en casa por mi cumple. Éramos una
patota, fuimos felices. En esa reunión lúdica y lúcida, Ezequiel me decía que
no le gustaba la cumbia, que es reiterativa, que no representa las penurias
económicas de sus protagonistas. Al menos esto es lo que recuerdo. Luego
comparó la cumbia con el punk rock. Él admitió que este último estilo también
es reiterativo pero que tenía connotaciones sociales más importantes en su
contexto, que representó una voz para la protesta social y para instigar
revueltas. Ya no me acuerdo que sostuve ante Ezequiel en su momento (¡ojo! ¡No
hubo tanta bebida!) pero ahora se me ocurren dos cosas a señalar: 1) conocemos
el punk rock acá en Argentina desde los ochentas porque fue un estilo
ECONOMICAMENTE VIABLE. Los chicos en UK fueron a consumirlo cual pan caliente y
eso lo volvió significativo. La industria musical olió el negocio y no se privó
de esparcir la buena nueva donde quiera que pudiese ser posible volver a esa
música algo rentable. Lo de que fue una música rebelde es tema para seguir
pensando pero la difusión cultural está basada en lo que pueda comercializarse
con altas ganancias. Su supuesta rebeldía no es lo más importante por lo cual
uno conozca el punk rock. 2) Puede que la cumbia sea la banda de sonido de una
cómoda y sumisa asimilación a este sistema de inequidad pero creo que tampoco
eso es lo importante. La cumbia es importante por lo que genera en los pibes.
Chicas y chicos bailan, disfrutan, aman, odian, se pelean, se ilusionan, laten,
vibran, viven bajo la influencia de la cumbia. Para ellos es importante porque
les gusta y yo creo que uno no debe ignorar ese dato. A mí no me gusta la
cumbia pero tengo música que me gusta tanto como a vos te gusta la cumbia.
Entonces respetémonos mutuamente en nuestro amor por distintas músicas. Porque
yo sé que vos te apasionas por la cumbia, eso hace a la cumbia algo grande.
3 - ¿Y los boleros?
No, con los boleros no me pasa. Los boleros sí me gustan.
Los boleros son como frutos agridulces en su plena madurez ¿Cómo hacer para no
terminar hechizado con ese gusto en la boca de la mente? Con los boleros puedo
emocionarme, con la música romántica no.
4 – Anécdota 2
Un domingo al mediodía, almuerzo con mi familia, en la casa
de mi vieja. Mirábamos la tele y transmitían un concurso de nuevos talentos de
la música romántica. Mientras escuchábamos a una mujer cantando pude admitir
que tenía buena voz y que la poesía de la letra estaba buena pero también tuve
que admitir que la canción no me gustaba porque el estilo no me gustaba. En eso
estaba cuando fui interpelado por mi hermano Juan José. Él me dijo que era
probable que no me gustara la música romántica porque nunca le había dado una
oportunidad para que eso pase, para que me guste. Acto seguido pasó a cantar un
nuevo concursante y en esa oportunidad sí me gustaron las notas musicales y su
combinación pero no aún el estilo. Y en casa sobrevino la reflexión. El núcleo
de este post.
5 – Por favor, se sincero
La más importante acusación en contra de la música romántica
que tenía sostenía que: los autores de música romántica estaban más atentos a
componer canciones que se amolden a los gustos populares y menos atentos a ser
sinceros con lo que de verdad sentían en sus corazones. Sería como componer
canciones no porque uno tenga algo para decir sino por la mera subsistencia. Tampoco
es tan mal plan, si de algo hay que vivir, después de todo. Pero podes vivir de
una carnicería y dejar a la música en el lugar sagrado que yo creo que se
merece. Ese lugar sagrado se describe como un sitio en donde uno canta amor tal
cual uno lo vive. Vos no lo vas a cantar como yo. Yo encuentro que todos los
intérpretes que mencione más arriba se parecen demasiado. Entonces el amor es
la excusa para llenarse de dinero, en esos campos poco parece importar la
honestidad a sangre dulce.
La más importante objeción a mi vieja acusación es que este
atropello a la sinceridad también ocurre dentro de la música que más me gusta,
rock y pop. Dentro del mundo rock (aquí, allí y en todas partes) hay MONTONES
de ejemplos de compositores que les chupa un huevo si te cantan la que sienten
o no. Solo laburan, hay que ganarse el pan, entonces hago estos temas y a
cobrar. También hay montones de ejemplos de preciosa honestidad pero hay que
buscar mucho, no son tan fáciles de encontrar. Pero, aun admitiendo que estoy
escuchando a un mentiroso, a mí gustan un montón esas canciones de amor
deshonestas y corruptas de rock. ¿Y porque no puedo trasladar eso a la música
romántica? Tengo que ser honesto y admitir ya que mi decisión no es ética,
responde más a caprichos estéticos míos. A mi no me gusta la música romántica
pero no a causa de la falta de ética del que no es genuino con lo que siente,
se trata solo de que no tomaron las decisiones sonoras que yo amo. Es una
cuestión de sonidos, no de intenciones. No me preocupa que me mientan en una
canción, yo puedo distinguir cuando me chamuyan y cuando no. Las elecciones
estéticas que uno hace se pueden cambiar, sin que eso representa nada que no
sea un cambio en la apreciación de la belleza, un concepto ampliamente mutable.
Pero las elecciones éticas, una vez establecidas, ya no se cambian (o no sé
deberían cambiar). Pero esas elecciones guían mi vida, mi consumo musical es
otra cosa. Importante pero no trascendente. Aun, la música romántica no me
gusta. Sí me consta que le gusta a tanta otra gente y que seguro les conmueve
tanto como mis músicas me conmueven a mí.
6 – Anécdota 3
Yo estaba sentado en una de las dos plazas principales de
Moreno (la del lado sur, frente a la iglesia) queriendo sobrevivir de la
piratería musical y no pude. Vino una mujer con una lista de canciones de amor
de música romántica principalmente y algún que otro intérprete que sí me gusta
(The Beatles, Café Tacuba). No tuve lo que me pidió y por ende no le prepare su
recopilación. Pero el hecho me empujó a armar mi recopilación de 60 canciones
de amor por amor a la música. Al año siguiente, en el 2006, arme otra
recopilación de 57 canciones de amor por amor al amor. Y después de aquellos se
siguieron sumando más y más canciones de amor. La música es un acto de amor,
aun cuando la canción desborde de odio, desesperación, tristeza, depresión o
soledad. Es un acto de amor sublime, es el acto a través del cual alguien se
toma la tarea casi imposible de decirte: VOS NO ESTAS SOLA/SOLO. Yo soy tu
corazón, yo soy tu otro corazón que late fuera de tu pecho. Eso es lo que hace
la música por todos nosotros. Yo no puedo imaginarme algo más milagroso que
eso.
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