Me quedo un relato suelto en los cuadernos memoriosos y en estos días encontre una hermosa canción cantada en francés por un grupo inglés de principios de los ´80s.
Otra vez encontré una relación entre esta historia y la música.
Disfruten y comenten!
Llevaba tres meses encontrando señales de la marea que me mareo en todas las pestañas que ví, en todos los tacos altos haciendo música por la ciudad. Y una tarde yo te ví recostada contra el marco de la ventana, luego la cerraste y más tarde saliste saltando de alegría a llevar cerezas rojisimas como corazones hacia alguna parte. Yo paseaba montado en mi mastodonte, anotaba los últimos registros (la altura donde se ubica la luna, el número de la calesita y su exacta ubicación) en cuadernos que me regaló mi hermano, el mago. Me escondí detrás de un espejo pero no te detuviste a mirarte. Yo salí a buscarte sin moverme de la silla, sin saber si había amor en ese cuenco. Y ví muchachos viejos llorandole al ocaso y cantando, emocionados, baladas con gusto a caramelo mientras pedaleaban sus bicicletas embarradas. Te pusiste un sombrero que yo deje olvidado en el camino. Te pusiste a bailar sola en un cuarto lleno de arboles, había un montón de ardillas que se detenían a mirarte jugar y después seguían su camino para tomar el tren. Había un manojo de hojas azuladas donde el escritor repetía, como un mantra: ¿Como hago para olvidarla? Junto al jarrón había menta, boletos para pasear. Junto al jarrón se quedo tu mirada. Te sacaste lenta y delicadamente los guantes y luego abriste y leíste una carta que te escribió el deseo. Después levantaste la cabeza porque un ruido captó tu atención, es el rumor del otoño cuando aparece con su dulce timidez. Luego te calzaste y te pusiste a soñar, enamorada, con un puerto donde amarran todos los abrazos de la mañana.
Canción: Ludus – Nue au Soleil
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