Thursday, November 08, 2018

Los 138 discos que nadie te recomendó (2017)



1 – Este libro fue publicado por Grijalbo, editorial que pertenece a Penguin Random House Grupo Editorial, tal cual la editorial Debate, la misma que editó el libro de Fischerman que comenté unos días atrás. El libro de hoy fue escrito por Ernesto  Gontrán Castrillón y Sergio Coscia. Aunque el arte de tapa del libro es un tanto trillado también es muy efectivo, no podemos dejar de prestarle atención a un libro con semejante aspecto. Yo lo estuve hojeando en una librería el año pasado, justo en un momento de escasos dineros y deje el asunto a un costado. A pesar de la malaria de este año lamentable, igualmente me pude comprar un ejemplar.
2 – El libro está piola, sí. Que hayan decidido ordenar cronológicamente los discos es algo que agradezco, el orden alfabético no dice nada (será práctico para encontrar rápido al artista del que buscas leer pero nada más) y el jerárquico termina cansando un poco (en el número uno siempre van a ubicar a The Beatles, o alguna banda o solista clásico del rock similar, y cerca del puesto 500 a alguna banda o solista de nuestros tiempos, ni siquiera voy a discutir si tendrían razón o no, es que no importa si está en el puesto 5 o en el puesto 3200 de los mejores 5000 discos de todos los tiempos, vos contame del disco, yo después veo que me parece).  Y algo de razón tienen Coscia y Castrillón, varios de estos discos han quedado un tanto olvidados pero ¿seguro que NADIE me los recomendó? No estoy tan de acuerdo con esa afirmación. Sería mejor haber titulado al libro “Los 138 discos que te han recomendado poco” o “Los 138 discos que nadie te recomendó como lo hacemos nosotros”. Ahí tendrían más razón.
3 – Números. Son 138 discos, 69 discos para cada autor. Ok. Pero esa equidad en las cantidades de reseñas se muestra desbalanceada cuando empezamos a chequear décadas. Las nueve notas sobre los discos del 2005 al 2015 solo son de Coscia. De los 43 discos de los ‘50s y ‘60s, 41 los comenta Castrillón y solo dos Coscia. Los ochentas también son de Coscia (11 notas de él versus una sola de Castrillón). Los noventas también (12 de Coscia y una de Castrillón). Solo en los ‘70s aparece algún tipo de trato “cincuenta-cincuenta” (35 discos comentados por Coscia y 26 por Castrillón). Castrillón se reservó para si sus opiniones sobre gran parte de los ochentas, noventas y los últimos 17 años hasta 2017. Coscia nos dijo más bien poco acerca de los cincuentas y sesentas (y de los 50’s hay 4 discos comentados, en varias fuentes que he consultado, esa década sigue misteriosa).
4 – Hay otro desbalance. Hay 128 discos de grupos y solistas extranjeros y 10 de grupos y solistas nacionales o similares (Uruguay, Chile). Ah, los 80’s, ‘90s y los 2000 suman 34 discos, mucho menos que los 61 solo de los 70’s. (Nota al margen: ¿fue decidido por los autores todos esos años sin discos, o con pocos discos, para destacar o hubo  recortes por parte de los editores?)
5 – Más números esta vez relacionados con etiquetas. Cito: “Hemos querido encuadrar algunos de estos “incunables” discográficos elegidos tan arbitrariamente por nosotros en varias categorías para mayor referencia de nuestros electores”. Trazaron 14 categorías: Clásicos ignorados (35 Notas); Discos malditos (10 Notas); Los inconseguibles (8 Notas); Los inclasificables (17 Notas); ¿El peor de todos? (4 Notas); Detestados por la crítica (8 Notas); Lo mejor de lo mejor (18 Notas); Placer culposo (5 Notas); El tiempo les dio la razón (6 Notas); Los inolvidables (3 Notas); El triunfo de los humildes (3 Notas); Joyas secretas (9 Notas); Encuentros providenciales (8 Notas) y Los imprescindibles (4 Notas). Como podrán deducir de ciertas etiquetas, hay pica con la crítica musical. Mucha pica. Y eso que uno de ellos escribió crítica musical en el diario La Nación a fines de los setentas (¿quizás por eso?) Lo que parecen no notar los autores es que tanta bronca hacia los que escribieron ayer hace que esa crítica más que ser descartada sea revalorizada por el trabajo de ellos. Ellos no están buscando librarnos de todo canon, están escribiendo laboriosamente para construir uno nuevo, uno donde Prefab Sprout pesa mucho más que The Rolling Stones. ¿Y qué tiene de malo algo así? Que, siempre y cuando defendamos un canon, vamos a cuidar ese lugar llamado “Detestados por la crítica” pero ya no va a ser ocupado por “Ram” de Paul McCartney sino por algún otro disco. Si defendemos un canon en particular por sobre otros, vamos a terminar etiquetando “discos malditos”, sin canon no nos veríamos obligados a maldecir nada en especial. Pero si vamos a defender al canon, al menos hagámoslo en el nombre del Padre, ese que solo bendice discos con buen gusto.
6 – En esta última ironía llegue a lo que más me molestó de esta obra. Hay un latiguillo, un lugar común, una expresión que se iba repitiendo de reseña en reseña y de autor en autor. “Buen gusto”. Esta expresión aparece 4 VECES en la reseña que Castrillón escribió para el disco de Yves Duteil en las páginas 213 y 214. Estoy casi seguro de que ese disco me va a gustar una vez que lo escuche, me llegó lo mucho que le gustó esa obra pero ¿Qué carajos significa “buen gusto”? Me hace acordar a cuando yo hablaba de eso de la “buena música” en el post “Invisible Significado”. Esa expresión me suena a vicio burgués, ese mismo vicio burgués que ellos dicen estar combatiendo. Y remarca lo subjetivo del análisis que ellos tienen, una subjetividad que este blog también tiene en abundancia pero con una diferencia. No creo haberme puesto canónico en mis observaciones. De hecho, si quisiera ponerme canónico ni podría, a los defensores de cánones les disgusta algo como “Videoclip” de Miguel Conejito Alejandro y yo amo esa canción. Esta clase de comida chatarra es aborrecida por los comedores de manjares caros, exclusivos.
Concluyendo, si dejas a los lectores abandonados a la pura subjetividad, te va a pasar como cuando les contas que te enamoraste: te felicitan, te desean lo mejor para tu vida con esa persona pero nadie ve lo que vos ves. Todo gusto es subjetivo, seguro, pero las obras tienen marcos de producción y consumo bien objetivos. Hay coyunturas históricas que favorecen ciertas expresiones y no otras. Cosas que no deberían quedar afuera viniendo de alguien que habla de un disco y lo dice dentro de un libro que me salió seiscientos pesos. Un dato bien objetivo.
7 – Por supuesto, más allá de mis desacuerdos marcados con esta obra, a mí me gustó bastante el libro. De hecho, en varias ocasiones, de algún modo, coincido en gustos con ellos, en especial con Coscia. Siento que estoy más ubicado en el “lado Coscia” de la vida.
Pero cuando le permitís a alguien que en el prólogo de tu libro empiece a dilapidar tiempos y energías quejándose (sin siquiera asumir el atreverse a dar nombres, así con tonito ceñudo y mala onda pero escondiendo las manos) sobre Los Twists y Los Auténticos Decadentes (página 11), entonces me estás diciendo que siempre vas a defender a la culpa, siempre vas a cuidar la vergüenza de que te guste lo que te gusta, esos “placeres culposos”.
Pero yo sé que el amor le va a ganar al miedo, sí, y cuando eso pase, ya no va a ser necesario esconder nada ni mirar mal a quien disfruta de otras músicas que no sean esas músicas nuestras. Te gusta lo que te gusta porque vivís donde vivís y vivís como vivís.
8 – Dos cosillas antes de irme: Mal para Castrillón en la página 38 cuando nos recomienda que nos acerquemos a Los Zafiros sin miedo, que no son comunistas esos cubanos de principios de los sesentas, asumiendo que no queremos saber nada con las músicas hechas por comunistas. Yo lo tome como si dijese: “escuchen esto tranquilos, que no es el zurdo de mierda de Silvio Rodríguez”. ¿Habré leído mal una vez más? Bien para Coscia en las páginas 191, 192 y 193 (aun sin compartir que hay que menospreciar al “rock de la calle” o al “rock progresivo”) que me explicó el glam de tal manera que quede mucho más estimulado a querer saber más que después de leer casi 700 páginas del libro de Reynolds sobre el tema. ¿Habré leído mal una vez más? Quien sabe…
9 – Al terminar de leer este post, justo me acorde de que Mariana Enríquez dice que se pasó la vida entera respondiendo a la pregunta ¿Por qué no te gustan los Beatles? Tal vez no sea tanto responsabilidad de las músicas de ellos como de los insufribles “beatlemaníacos” y sus canónicas formas de acompañar su gusto. Pero ¿Qué culpa tienen los Beatles de los pobres tontos que los idolatran? Por eso, conseguí este libro (o que te lo presten) y busca esos discos, viví tus experiencias y conclusiones. Que lo demás no importa nada.


Sunday, November 04, 2018

Norberto Cambiasso – Que cien flores florezcan (2018)



1 – Quienes podrían estar siguiendo este blog (cosa que desaconsejo, pues yo quiero que ustedes sean felices) quizás estén realmente hartos de que escriba una y otra vez acerca de Cambiasso. Es que no hay muchos autores a tener en cuenta en estos días. Encima mis otros dos críticos de músicas favoritos, Alfredo Rosso y Pablo Schanton, no editan libros y no sé si se trata de que no pueden o no lo desean. Por lo tanto, casi no me queda más alternativa que insistir con un mismo autor. Pero razones me sobran y en eso estoy, en contarles porque necesitamos leer y releer este libro.
2 – Gourmet Musical es la editorial que publicó este libro, la misma que publicó “Vendiendo Inglaterra por una Libra” en el 2014 del mismo autor. Los dos tomos que se prometieron hace cuatro años aun siguen en compas de espera. Leandro Donozo y Norberto Cambiasso han decidido publicar esta compilación de artículos, los cuales ya habían aparecido en los más diversos medios, antes que insistir con aquello de la progresiva británica. Es una buena decisión, no obstante, por favor, no se olviden de publicar esos libros prometidos.
3 – Es una buena decisión puesto que, hoy por hoy, bien podría ser como un secreto eso de conocer quién es Norberto Cambiasso y como era esa revista llamada Esculpiendo Milagros de la que tanto se nombra pero a la que pocos tienen acceso. Este libro arroja luz sobre algunos de aquellos textos que hoy parecen arcanos. Este libro revela ciertos hilos conductores que el autor ha encontrado en parte de su producción escrita y también sirve como una suerte de catálogo de publicaciones, trabajos y artículos en Internet, escritos por los más diversos motivos e inquietudes.
4 – Esculpiendo Milagros, además de haber sido aquella revista que dejo de salir impresa allá por diciembre de 2001, antes de que el país se fuese al carajo, como parece que está a punto de pasar una vez más en estos días, también fue y es un blog en Internet. Sí, ¡un blog!, ¡tal cual este mismo que ahora estás leyendo! La lástima es que el último post apareció hace ya dos años, cuando vino Fennesz a tocar en Argentina en noviembre de 2016. Si no me equivoco, aquel post era una entrevista al músico electrónico hecha por Jorge Luis Fernández. Algunos posts de ese magnífico blog han sido editados en papel ahora gracias a este libro. Por supuesto, no dejen de entrar a Internet a revisar el blog de EE.MM (incluso cuentan con el link justo ahí, a la derecha, hagan click y alimenten su curiosidad).
5 – Como Diego Fischerman, a Cambiasso le gusta escribir acerca del jazz y sus mutaciones, derivados y evoluciones. Y como aquel autor, también espera que escuchemos las músicas considerando la coyuntura que las vio nacer. Pero donde Diego elige hacer énfasis en lo estético, Norberto decide remarcar también lo sociopolítico. Las músicas bien podrían ser la metáfora sonora de algún tipo de cuestionamiento hacia órdenes sociales nocivos. También podría ser la metáfora sonora de lo mal que se vive bajo ciertas injusticias sociales. Escuchamos músicas bajo ciertos estados del ánimo, seguro.  Pero también escuchamos músicas perteneciendo a un status social particular, a una generación, a un país, a un género, etc.
6 – Como se trata de Cambiasso y creo saber que le pone mucho cuidado a sus escritos, hay algo que escribió en la introducción con lo que no estoy de acuerdo. Cito: “(…) Y asumir las considerable diferencias entre el Primer y el Tercer Mundo, el desarrollo y el subdesarrollo, los países centrales y los periféricos, o como quieran llamar a esa resistente maquinaria de la desigualdad que siempre ha corroído al capitalismo (…)” No, Norberto, no. Es el capitalismo la resistente maquinaria que corroe a la humanidad entera. El capitalismo no es corroído por casi nada, casi nada le obstruye el paso al capitalismo y su marcha atroz contra la vida de la inmensa mayoría de las personas. Igualmente, creo que tan solo se trata de que yo entendiera todo mal, no sería la primera vez, puedo asegurar. Y, por sobre todas las cosas, estas líneas no desmejoran un notable libro.
7 – Una interrupción para que salgamos al sol. En el número de octubre de la revista inglesa The Wire apareció una nota sobre el sello discográfico Buh Records. Este sello con base en Lima, Perú, viene publicando discos hace un tiempo. Uno de esos discos que editaron es la recopilación armada por Norberto Cambiasso llamada ¡Salgan al Sol!, tal cual aquella vieja canción de Billy Bond y La Pesada del Rock. En ese compilado de dos discos aparecen los siguientes solistas y grupos: Coso, Resistencia Chaco, Antihéroe, Ricarda Cometa, Sales de Baño, Factor Burzaco, Las Orejas y La Lengua, EPN Trío, Cucamonga, O + yn, Circular, Vlüba, Klub der Klang, Cuco, Fútbol, Carlos Alonso, Criadero en Seres, Los Síquicos Litoraleños, Pescadas, Ensamble del Espinal, Honduras Libregrupo, D.I.E.T.R.I.C.H., Alan Courtis. 23 canciones de oscuros exponentes del underground de Argentina. Desde su blog en varias ocasiones y con esta recopilación, Norberto difunde, alienta y acompaña las más inquietas músicas de por acá. Curioso es que esto fue editado en Perú y no en nuestro país y también es llamativo que nunca tuve la suerte de encontrarme con alguien hablando de esta recopilación en nuestros medios de comunicación. Aquí mismo, yo escribí sobre un recital de Las Orejas y La Lengua, mencione canciones de Factor Burzaco, Uno X Uno y Los Síquicos Litoraleños en las Fonolas. Escribí sobre los Reynolds, la banda en la que tocó Courtis. Por último, me queda agregar que el disco “La única posición es la oposición” de los Honduras figura en la lista de los mejores discos del 2010, el año en el que escuche esa producción. Como podemos ver, Norberto publica libros y arma recopilaciones de músicas. Es un verdadero agitador cultural.
8 – Cuando escribí sobre “Vendiendo…” en aquel post del 15 de marzo de 2015, yo les sugería que lean ese libro junto a la revista EE.MM. También escribí sobre mis deseos: un libro de rock nacional y un libro sobre el rock europeo continental. Algunos de mis deseos y sugerencias se encuentran en “Que cien flores florezcan”. Ya que estoy también les recomiendo la lectura de “Días Felices” de Norberto Cambiasso y Alfredo Grieco y Bavio. Editado por Eudeba, este libro no es sobre música, es sobre sociología. Pero está lleno de sentido del humor y reflexiones que te ponen a pensar acerca de los grupos sociales. De cómo nuestra pasividad, conformismo, apatía y conservadurismo son el material con el que armamos nuestros lugares y tiempos. Vamos a salir de la crisis pero si pensamos como hacerlo, no alcanza con desear.
9 – “Que cien flores florezcan” ¡Vaya título! En el número 35 de la revista Crisis, de octubre de este año, apareció una reseña sobre este libro escrita por Pablo Díaz Marenghi. Este periodista nació en 1991. Él tenía un año de edad cuando Esculpiendo Milagros apareció en los kioscos de Capital Federal. Alguien que haya nacido en el 2001, cuando EE.MM. finalmente dejó de salir como edición gráfica, hoy tiene 17 años de edad. Todas esas pibas y esos pibes jóvenes dando vueltas por todas partes se vienen con las novedades. Yo creo que este libro es para ellos. Además del hecho de que pueden leer artículos que aparecieron en revistas hoy descatalogadas, también está la pregunta acerca de que movidas del ayer tendrían un eco hoy. Esos chicos podrían armar una banda que dialogue con aquel Rock In Opposition de fines de los setentas, por ejemplo. Y ese dialogo no va a ser solo musical, también va a ser político. ¡Chabones y pebetas movilizados, queriendo cambiarlo todo! ¡Sí, que cien flores florezcan! ¡Necesitamos cientos de bandas, de blogs, de libros, de revistas, de intervenciones artísticas y sociales! Quizás el mundo está inmundo porque los que estamos como ausentes somos nosotros ¿no?


Thursday, November 01, 2018

Diego Fischerman – El Sonido de los Sueños (2017)



1 – Me gustaría comenzar este post sobre este libro con una anécdota extraída de una película. Años atrás apareció “24 Hour Party People”, un film acerca de las movidas musicales de Manchester desde fines de los setentas hasta comienzos de los noventas. Todo estaba hecho ficción pero basado en ciertos hechos reales, leídos desde cierta visión de las cosas. Uno de los protagonistas, Tony Wilson, les decía a sus amigos, “(...) El jazz es el último refugio de los sin talento. Los músicos de jazz disfrutan mucho más de lo que tocan que cualquiera que los esté escuchando”. Todo esto dicho mientras escuchaban a los A Certain Ratio mutar del avant-funk de antaño a algo con aires latinos en la noche de apertura del club The Hacienda. De algún modo, algunos de ellos se sentían traicionados por este cambio. Pero a mí me llamó la atención esas frases del bueno de Wilson.
2 – En la película Tony decía en serio lo que decía, vaya uno a saber si el verdadero Tony Wilson pensaba así. La impresión que me quedó es que el director del film puso esto en la boca de ese personaje como un chiste, toda la película es como un homenaje lleno de sentido de humor y algo de afecto a este personaje y a toda la movida de Manchester. Pero, más allá de si hablaba en serio o no, la frase polémica tiene su asunto a pensar.
3 – Como cuando Frank Zappa decía: “El jazz no está muerto pero huele raro” o los que afirman que es una forma artística que ha dejado de innovarse y se repite a sí misma una y otra vez; lo cierto es que, desde ciertos sectores del mundo del rock, el jazz es o glorificado de manera exagerada o subestimado de manera acrítica. Y en ambos casos se lo mantiene al margen, lejos de contaminarnos. Algo similar también sucede en sentido contrario, los del mundo del jazz toman al rock y sus derivados casi como una peste, como músicas empobrecidas desde su concepción, ni que hablar de su consumo.
4 – Pues bien, toda esta larga introducción para hablar de uno de los autores que no le teme a la mezcla de los mundos y que nos invita amablemente a que dejemos estas confusas generalizaciones de lado y nos pongamos a disfrutar de ciertas músicas con la mente más abierta. Diego Fischerman escribe de tal manera que uno deja preconcepciones de lado y se dispone a escuchar Las Variaciones Goldberg de Glenn Gould para encontrar con sorpresa que uno ya conocía algo de esas músicas. Es lo que Hannibal Lecter escuchaba en su celda antes, durante y luego de boletear a dos canas en la gran película “El Silencio de los Inocentes”. Puedo leer acerca de Mbongwana Star y sentir que ahora somos dos los apasionados por esos sonidos africanos. Al menos por estos lugares, yo no tuve el placer de leer comentario alguno sobre ellos en nuestros medios. Spinetta, The Beatles, Billie Holiday, XTC, Jaga Jazzist, Luciano Berio, Maria Elena Walsh, Joni Mitchell, Pink Floyd, etc, etc. El sonido de los sueños es una recopilación de notas que han aparecido en  suplementos de diarios y diversas publicaciones, hoy reunidos para deleite de los lectores.
5 – Yo ya había leído anteriormente, en el 2013, un libro que Diego Fischerman escribió en colaboración con Abel Gilbert llamado Piazzolla El Mal Entendido acerca de aquel célebre innovador del tango. Este es también un excelente libro, tal cual El sonido de los sueños. Pero para poder disfrutar más de aquel libro, hoy me queda la impresión que debería volver a el pero acompañado por algunos de los discos de Astor, para poder decodificar mejor algunas descripciones que me quedaron a medio cocinar. De hecho, algo similar a eso estaría bueno que lo hiciese con respecto a este libro que hoy me ocupa.
6 – Cuando termine de leer este libro me quede pensando en cuanto de jazz tenía yo incorporado de mis escuchas. Yo habría dicho bastante poco, si alguien me lo hubiese preguntado alguna vez, pero, cuando lo pensé más y mejor, mi di cuenta que no era tan así. Las afinaciones no convencionales de las guitarras de Sonic Youth, la psicodelia del segundo disco de Soft Machine, la maravillosa canción “The Duchess” del excelente disco “Shleep” de Robert Wyatt, las líneas de bajo “caminantes” de la canción “Tea in the Sahara” de The Police, el fabuloso primer disco de los Henry Cow (del cual un amigo al escucharlo me dijo “eso es jazz”, lo cual no es tan así, pero tampoco tan lejos de ser así), el pop multiforme de Captain Beefheart, el post rock de Tortoise, las improvisaciones de Syd Barrett en aquel primer Pink Floyd, el pop de Otomo Yoshihide, el cuelgue percusivo de los Can y más artefactos. En ocasiones, escucho más jazz del que tomo conciencia. Si bien yo escucho básicamente discos con canciones, concebidos dentro de los mundos del rock y del pop, siempre estoy esperando el momento en el cual los músicos tomen ese formato convencional para llevarlo a otras tierras o que le agreguen cosas inesperadas, ese enrarecimiento que tanto placer me genera, que me despierta gratitud hacia los creadores.
7 – Como pudieron leer más arriba, yo escribo como algo de lo que he leído. En varias ocasiones, solo les mencione canciones o discos puntuales, no la carrera completa de alguien. De hecho, en mi colección hay muy pocos casos en los cuales me encargue de conseguir todo lo que algún músico o grupo de músicos editó. Pero Diego, en varias ocasiones hace eso, te habla de carreras completas, como cuando habla de Miles Davis. Yo recuerdo de este músico de jazz su excelente disco “On The Corner” pero casi no recuerdo haber escuchado nada más de él. Esta concepción de las músicas, escucharlo todo de alguien y sacar uno las propias conclusiones, a mi me sigue sonando, por algo poco razonado de mi parte, a un acercamiento prohibitivo. Pero ahora las discografías están ahí, necesitas el tiempo, la disposición del ánimo y, quizás, algún tipo de archivo de escuchas en la mente y con todo eso ya vas listo a conmoverte.
 8 –Porque uno de los puntos a favor de leerlo a Fischerman es que él vuelve próximo aquello que parecía no estarlo, por esos cuentos mal concebidos de lo que es “buena música” y lo que no lo es. No me quedo la impresión en que se moleste en denostar, él tan solo te muestra eso que le pareció valioso. Todo lo demás será valioso para alguien más. Acá no hay espacio para el fastidio por quienes hacen siempre la misma música, acá consideramos a los que buscan por todas partes. Una óptica más estimulante, según veo.
9 – Fischerman también se toma la molestia de delimitar con precisión sus zonas de exploración. Como ya sabemos, hay músicas, al leerlo descubrirán que él deja bien claro los limites de eso sobre lo cual él eligió escribir. Es especialmente claro en eso en su artículo “Lo que se escucha. Lo que se entiende” de la página 199.
10 – Por último, Diego se encarga de recordarnos de lo subjetivas que son nuestras elecciones sonoras, en especial justo cuando el libro termina, en su especial homenaje a Luis Alberto Spinetta, alguien quien también disfrutaba de llevar al jazz a sus canciones pop. Ese precioso truco del lenguaje que Fischerman escribe en esa última línea, lo último de todo, en la página 249. Si conoces la canción, el tipo te hace seguir la letra y te la deja cantando. Vas siguiendo la melodía en tu cabeza, en ese luminoso costado de tu cabeza y, de repente, él ya no escribe más y uno se queda diciéndose a si mismo esa frase. En voz alta o en silencio. Y te pones a llorar. Y te da felicidad que hay músicas así, te da felicidad que te regalaron un libro así. La felicidad te hace llorar.
11 – Entonces, por eso. Por tantas cosas más que no entran en un post de un blog. Por tantas cosas vivas que se mueven en las músicas, vos también vas y te conseguís este libro. Lo lees y también te asombras, como me asombre yo.


Thursday, October 25, 2018

Hail – Kirk (1992)



“Tal vez, la única banda que le gusta a absolutamente TODOS los de Esculpiendo Milagros, Hail, ha sacado un disco titulado Kirk. El secreto de tamaña unanimidad viene dado por la psicodelia, los primeros Jefferson Airplane, Syd Barrett, el punk más arty y el rock de vanguardia que campea por sus canciones. En Kirk tocan como invitados Chris Cutler y Bill Gilonis. ¿Será nuestro disco del ’93?” Norberto Cambiasso Revista EE.MM Año 1 Número 2 Julio 1993 página 15
Meses más tarde, en diciembre de 1993 apareció el número 4 de Esculpiendo Milagros con una nota sobre Hail escrita por Pablo Azcoaga. Con esto en mente encargue el CD y lo conseguí en 1997. Increíblemente tuve la suerte de toparme con otra mención acerca de Hail escrita en el periodismo local. Alguien, bajo el seudónimo Ziggy Savasta, nombró una canción llamada “15 seconds of silence” de ellos, la cual aparece en el disco “The Turn of the Screw”. Este escrito creo que apareció en el Diario Popular, un texto que también nombraba a Thurston Moore, Lee Ranaldo, Glenn Branca, Salinger, Philip Dick y Robert Crumb. El escritor se las arreglaba en mezclar a todos estos personajes en una narración ficticia en la que también se podía leer opiniones acerca de ellos y sus obras. De Hail, yo solo escuche Kirk y el resto no parece fácilmente disponible. El sello que publicó tanto Kirk como The Turn of the Screw fue Recommended.
El cerebro detrás de todas las letras y músicas de Kirk es Susanne Lewis, ella es la cantante de la banda y también toca guitarras y teclados. Su hermosa voz también supo vestir algunas canciones de los magníficos Biota. Ella y Bob Drake, quien se encarga de bajo y batería y otros instrumentos en Hail, vienen de la banda Thinking Plague, otra gran banda del under yanqui de los ochentas.
La canción que abre este disco es “Imagination”, el rock encendido, diferentes tensiones en la voz de Susanne y arreglos de voces, en un momento todo se precipita para terminar en ruido. “Pyrite” con aires de folk, aires del postpunk inglés (Raincoats). “Pets” con su extraña forma de marchar, como si sus elementos estuviesen coordinados en desorden, llevándonos vaya a saber uno donde. “Thankless” y ese tarareo genial, esas guitarras eléctricas y sí, no es justo, como ella repite en un final en el caos. La tristísima “When you were good”, que siempre me hace llorar con su enorme belleza, con su enternecedora magia. Una preciosa canción, de esas que uno siempre está buscando escuchar en cada disco, pero no todo disco las tiene, aunque si pueden venir de cualquier parte.
Una interrupción gracias al dios Discogs.
Más arriba yo les hablaba de Azcoaga y su nota sobre Hail en una EE.MM, en esa nota el no nombro el disco “Gypsy Cat & Gypsy Bird” de Hail de 1988, anterior a la discografía de la que sí habló. No es que no lo nombró porque no quiso, no lo nombró porque no pudo, porque no sabía. Antes de Internet con sus páginas de ventas de discos como Discogs, se hablaba de lo que habías logrado informarte. Probablemente Pablo pensaba a Hail como una banda del catálogo del sello Recommended y en esos términos escribió sobre ellos. Hoy, con la ayuda del dios Discogs, uno sabe de más discos de ellos y de sus proyectos paralelos denominados Corpses As Bedmates y Venus Handcuffs, proyectos de los que yo no tenía la más mínima idea hasta hace muy poquito y los cuales obvio que no escuche nada.
Bien, volvemos al disco.  Desde su incierto comienzo “Preacher’s Son” ya nos habla de cierta fragilidad, tiene preciosos arreglos de teclados y aparecen voces distintas en el relato, revelando que la canción es teatro para los oídos. “Chemicals” y ese mareo de violines del principio que cede paso a un arreglo de voces algo dramático y luego la canción toma ritmo, con guitarras wah-wah y una batería poderosa, con el correr de los segundos la canción va ganando dramatismo. “Crummy Man”, algo como un vals quebrado con propulsión de bajo y batería con hermosas líneas de guitarra va anunciando eso de “para mañana, un día lluvioso”. “Magic Meta” parece folklore mágico, con esos cambios de velocidad que también suenan “nacionales”. Alguien hizo una canción que suena de mi tierra pero en una tierra lejana. “Preacher’s Son Revisited” es una pequeña diversión de samples de voces y cacofonía de sonidos. “Destroyer” es mi canción favorita del disco, llena de ritmo y amargura pero que nos pone a saltar y bailar haciendo la “air guitar” para sacarnos de encima toda esa bronca contenida por el frustrante estado del mundo. La voz de Susanne brilla como nunca en esas poderosas melodías. A los tres minutos y treinta tres segundos la canción misteriosamente se vuelve más lenta y desconcertante, con un genial solo de batería de fondo, a la guitarra se le acabó la nafta pero a la batería no. “Snow Scene Glass Bulb” cierra este disco de magias, con hermosas líneas de guitarra y con un final embrujado.
Y el disco se terminó y uno se demora un ratito pensando en el universo de Hail. Pensando que no soy solo yo el que siente disgusto por una realidad lamentable y que, acá, en estas músicas, quizás podríamos encontrarnos para auto gestionar, lo que sea.
Bien, bien, bien. Lo que estas terminando de leer ahora mismo es el post número 300 de Significados Invisibles. El 31 de mayo de este año, en un pequeño hueco de tiempo libre entre obligación y obligación, hice una rápida lista de once discos de los que quería escribir para alcanzar esos trescientos posts. Los primeros nueve nombres en la lista los escribí casi de inmediato, las dos últimas elecciones las pensé al volver a casa. Estos once posts sobre once discos puntuales fueron algo así como un efecto colateral de escribir fonolas por años. Como ya lo escribí antes, una lista de canciones no deja mucho que discutir. Pues bien, ahora hay un extra para leer. Y desde fines de agosto tengo en mente tres posts más. Ya lo decían los enormes Go-Betweens: “De cualquier manera, el amor sigue”.


Sunday, October 21, 2018

After Dinner – Editions (1990)



Esta banda japonesa es toda una rareza en mi colección, tan invadida de sustancias anglo y argentinas. Es raro, dentro del mundo de la búsqueda de músicas en los ámbitos en los que me muevo, eso de correrse del eje UK-USA-Argentina. Sabemos poco y nada de cómo andan las músicas de Latinoamérica, ni que hablar de África, Asia, Oceanía, Europa más allá de España, Italia, Francia, Alemania. Cientos de rincones, miles de millones de personas del globo, simplemente pasados por alto. No está del todo bien, ¿no? Bueh, si queremos cambiar algo, empecemos por cambiar las consideraciones. La buena noticia es que hoy hay After Dinner.
De lo que hablo hoy es de un CD que es una recopilación entre material de estudio del período 81-84 y grabaciones en vivo del período 86-90. 18 canciones publicadas por el excelente sello Recommended. Son 73 minutos de música, mucho para estos tiempos de consumo veloces, si es que les es posible poder conseguir esta producción. Últimamente me ha quedado la sensación de que ciertos discos están menos accesibles de lo que solían estar.
El grupo After Dinner, cuyo primer disco se llama After Dinner, tiene una canción llamada… After Dinner, en este CD aparece en versión de estudio y en vivo. Es la canción de bienvenida a un nuevo mundo. Cuerdas, percusión, voces en japonés y efectos de sonido. Misterios de piano y músicas de vanguardia al promediar el tema. Más tarde, la narración prosigue. “Sepia-ture” es el tema que sigue, claras líneas de bajo y guitarra eléctrica y la voz de Haco en algo que suena a folk con bossa nova y jazz. Figuras de violín girando en círculos.  Los grillos del comienzo de “An Accelerating Etude”, voces que me recuerdan a Dagmar Krause y la música toma cosas del Rock In Opposition (Henry Cow, Art Bears), psicodelias de experimentos en el estudio de grabación. “Soknya-doll” y sus sube y baja de voces y teclados, el cielo mareado. Ruidos de caricaturas y percusiones hechas de objetos caseros. Un parque de diversiones extraño. “Shovel & Little Lady”, con sus instrucciones de escucha, con sus percusiones inusuales, suaves misterios de sonidos. Luego la marcha militar de “Cymbals at Dawn” con flautas, la voz de Haco bien al frente, toda una marcha que luego se vuelve graciosamente funky, de manera inesperada, la canción más corpórea del disco, una canción que también tiene su versión en vivo en este CD. “Glass Tube” también viene en dos versiones, de estudio y en vivo, ambas bien distintas. Los tubos de vidrio del tema y ese drama singular en esos seis minutos que dura el track, algo en mis recuerdos me duele y no sé muy bien qué es ni porque. “Dessert”, al disquero de Flores que me vendió este CD le recordaba a Incredible String Band, sí, tiene razón. Ese día también me lleve de Sordos & Crotos, el disco “Crookt, Crackt, Or Fly” de los excelentes Gastr Del Sol. En ambos discos hay grillos y abundancias de magias, tal cual lo noto el Hippie Johnny. Por último, viene “Sepia-ture II”, más marcha de locos, ese final en el que nos dejan solos, primero junto a una radio distante y luego frente al silencio.
Pablo Schanton insistió lo suyo para que los After Dinner se queden en nuestra memoria. Los programó en algún ciclo Estetoscopio en el Instituto Goette, los nombró en, al menos, dos revistas (Revolver, en aquella lista de rapsodias que mencione en el post sobre Throwing Muses, y en la revista que sacaba la cadena de disquerías Musimundo, hablando de lo que él consideraba sus discos favoritos de la historia del rock), musicalizó una tarde en el Parque Japonés con algunas canciones de Haco solista, los nombró en el sitio Pink Moon cuando escribió sobre un disco de Tenniscoats como “un after dinner de After Dinner”. Salvo lo de Pink Moon, el resto sucedió durante los noventas. Gracias, Pablo y una pregunta ¿para cuándo un libro de tu autoría? Ah, casi me olvidaba, lo que Pablo nombraba es el disco Paradise of Replica de 1989 y la canción “Ironclad Mermaid” del mismo. En su momento, 1998, yo solo pude conseguir el CD Editions y catorce años después finalmente conseguí Paradise of Replica bajándolo de Internet.
Después de los nueve tracks del disco en estudio, vienen las nueve canciones en vivo bajo el título Live Editions (1986-1990) en las más diversas locaciones (Holanda, Francia, Italia, el Reino Unido, Suiza y, por supuesto, Japón). Todo arranca con “A Walnut”, justo un tema de Paradise of Replica, se puso en marcha el circo patafísico de Haco y compañía. Solo de batería al promediar la canción,  desaceleraciones de violines y campanas al terminar para dar paso luego a la marcha de “Cymbals at Dawn”. Más tarde viene uno de los temas más hermosos de ellos, “RE”. Casi todas las letras y músicas son de Haco pero en esta canción la autoría y voz son de Tadahiko Yokogawa, quien tiene a su cargo el bajo y el violín en algunos temas. ¡Qué obra maestra es “RE”! Inicio de cuerdas que va y vienen, a los 17 segundos la voz de Tadahiko, cantando como si fuese un himno; al minuto 6 segundos, un cambio de clima. Un relato de violines con violín principal y violines de acompañamiento con percusiones va tomando el lugar y otro cambio maravilloso a los dos minutos cuatro segundos. A los dos minutos 30 segundos, dos voces y cuerdas mágicas y así hasta terminar a los cuatro minutos. Si mi oído no me falla, está cantando en inglés, la letra no figura en el booklet. ¡Todas las cosas que me cuenta esta música, por Dios! No me alcanzan las palabras para contarles la felicidad que siento cuando escucho esta canción. Enorme logro de los After Dinner. “Kitchen Life”  está buena con su ritmo de vals, la voz hermosa de Haco y esos quiebres de clima, esa guitarra eléctrica y las percusiones. “Glass Tube” en vivo suena maravillosa, me gusta más esta versión que la de estudio. La misteriosa tristeza de la niebla de este tema es tan genial. ¡Lo que habrá sido ver esto en vivo! Pegado viene “The  Variations of “Would you like some mushrooms?”, con sus aires a Medio Oriente, un hermoso tema instrumental. Luego el ya mencionado “Ironclad Mermaid”, bajo, piano, percusiones, violín, cambios de ritmo que derivan en música que quizás esté relacionada con el folklore japonés, de esto último no estoy seguro porque conozco poco y nada de música japonesa. “After Dinner”, la canción, esta vez en vivo, suena más poderosa que en su versión en estudio. Y termina el CD otra obra maestra, la canción “The Room of Hair Mobile”. Esta es, simplemente, una de las canciones más hermosas que escuche en toda mi vida. Todo en esta canción es frágil, el canto de los pájaros, el canto de Haco, el piano, las cuerdas, los cambios en intensidades, los suspiros, todas las delicadezas que tienen que observar cantante y banda y a los dos minutos 22 ese estribillo, ah, ¡que belleza! Casi al finalizar lo vuelve a cantar y uno se queda colgado mirando la nada. Cada vez que escucho esta canción, sé que luego no tengo que ver ni escuchar nada de la tele ni de la radio, todo suena repugnante. Después de este amor hay que guardar silencio, al menos por un rato hasta descender al orden cotidiano de cosas, que, en varias ocasiones, es tan solo un absurdo chiste sin gracia.
Gracias, After Dinner. Gracias por tanta hermosura, por tanto amor. Yo necesito estas músicas tanto como necesito agua, comida, aire. Detrás de todos esos sonidos, de todas esas palabras, estamos todos. Escuchamos músicas para revisarnos los tiempos y para trazar puentes de magia hacia las conmovedoras sensibilidades de los demás. No siempre tomamos conciencia de que eso hacemos. Gracias, After Dinner.


Thursday, October 18, 2018

Throwing Muses – Throwing Muses (1986)



En el post de hoy voy a arrancar al revés. 2013. Hace 5 años me acorde de una recopilación que había salido en los ochentas del gran sello 4AD que se llamaba “Lonely is an eyesore” y que fue editado en Argentina por DG Discos, el sello que editaba  acá discos del Reino Unido. Era una recopilación un tanto dark, o postpunk o after o como ustedes prefieran llamarlo. Pero entre tantas bandas inglesas etéreas, o en negro, aparecía una nueva banda estadounidense llamada Throwing Muses con una canción llamada “Fish”. (Si lo buscan, hay un video en YouTube, con letra y todo) Era como rock alternativo antes de que esa denominación fuese la gran cosa de los noventas de aquí y de allá. La línea “Lonely is an eyesore” aparece en la letra de esa canción de ritmo vertiginoso, cantada por una voz tensa y cautivante. La letra me suena a estar escrita en asociación libre y la música suena como folk alterado por sueños que te sacuden. Esta fue la presentación en sociedad de esta gran banda que hasta el día de hoy sigue dando vueltas por ahí. Este disco, del que les hablo hoy, también tuvo su edición en vinilo nacional en 1987, del cual soy orgulloso dueño de una copia de aquella fortuna, porque el arte de tapa salió más claro y lindo. Pero, para asegurarme, en 1997 me conseguí el disco en su versión CD. El vinilo creo que lo conseguí en 1994, no estoy muy seguro.
Este discazo trae diez canciones pero no aparece la canción “Fish”. Lo aclaro para que sepan que hay que ubicar, al menos, dos producciones para escuchar lo que les describo. Por cierto, yo no escuche la recopilación entera, solo me moleste en ubicar el track de las Throwing Muses, me imagino que el resto del disco estará igual de bueno pero  no lo sé.
El grupo consistía de tres mujeres y un varón, este último en la batería. Las chicas tocaban dos guitarras y el bajo. Las guitarristas cantan y componen y son: las geniales Kristin Hersh y Tanya Donelly (averigüen más sobre ellas que ambas tuvieron carreras solistas y bandas).
“Call me” arranca abruptamente el disco, como si hubiese sido mal registrada. Una “rapsodia”, como supo decirle el crítico Pablo Schanton en una revista Revolver en una genial lista de canciones que fui buscando con devota insistencia. Es una belleza “Call me”, diferentes tensiones, diferentes climas en un solo tema, por eso Pablo les decía rapsodias. Luego “Green”, la única canción de este disco compuesta por Tanya Donelly, es una hermosura lo que el bajo y la batería están haciendo. Las voces cambiantes, las líneas de guitarras. “Hate My Way”, todas estas preciosas combinaciones de instrumentos hubo alguien llamado Marcelo Aguirre en una Esculpiendo  Milagros que supo relacionarlas a Captain Beefheart y sus blues mutantes. “Vicky’s Box”, el temazo ese que ya he nombrado en el post sobre Ultra Vivid Scene, es el cuarto milagro de esta obra maestra. Hermosas líneas de guitarra y bajo, cambios de ritmo y narración, conjurando un exorcismo, y la precipitación hacia la liberación del final. ¡Por Dios, estoy llorando otra vez como cuando era pibe! ¡Cuántas veces me salvo esta canción sola! “Rabbit’s Dying”, mezclando festividad y pesar, confundiéndonos.
Antes del lado B hay una interrupción.
Simon Reynolds es un crítico musical que nació y vivió muchos años en Inglaterra y luego se mudó a EE.UU donde actualmente vive. Él escribió varios libros y algunos de ellos se los editaron en castellano. Yo los leí a casi todos: “Después del Rock”, “Retromanía”, “Postpunk”, “Como un golpe de rayo”. Una editorial española llamada Contra publicó la versión en castellano de “Energy Flash”, la cual aun no logre conseguir, y casi seguro que ahora debe estar carísima, por ende inaccesible. En los noventas ya sabía de él gracias a EE.MM. y luego en 1996 pude conseguirme la guía SPIN, esa misma que cite en el inicio del post sobre Toiling Midgets. En este último libro que nombro, que es el primero, cronológicamente hablando, estaba lo mejor de él, aun con sus defectos. Él era joven, éramos jóvenes. Yo disfrute leyendo “Después del Rock” y “Retromanía” pero para el de postpunk algo pasó. O ya no sos mi margarita o justo hablaste de algo que yo más o menos conocía, pero igualmente yo miraba al futuro con esperanzas y sueños, después iba a venir algún gran libro… Y vino “Como un golpe de rayo”… Puede que tan solo sea yo y mi pesado culo viejo pero… no encuentro palabras para describir mi desilusión. No me gustó casi nada. Cuando fui a buscar las canciones de Ke$ha que él dice que tanto le gustan, me encontré con más decepción aun. ¿Y qué es eso de destacar bandas porque vendían muchos discos? Casi no lo puedo creer, viniendo del inventor de la etiqueta “postrock” en una vieja revista The Wire, allá por el 94, creo. Y es que los tiempos cambian y (yo ya debería saberlo mejor que otros) esos cambios no siempre son para mejorar. El Reynolds de estos días ya no es tan recomendable como el Reynolds del ayer y por eso va como homenaje a aquel escriba (rogando que venga el cambio que lo ponga venturoso otra vez) esta lista de discos que apareció en Spin Alternative Record Guide en 1995:
 1 – The Stooges – Funhouse
2 – Public Image Ltd. – Metal Box
3 – My Bloody Valentine – Isn’t Anything
4 – The Sex Pistols – Never Mind the Bollocks, Here’s the Sex Pistols
5 – The Smiths – The Smiths
6 – Hüsker Dü – Zen Arcade
7 – Can – Soon Over Babaluma
8 – The Slits – Cut
9 – A.R.Kane – 69
10 – Throwing Muses – Throwing Muses
Estoy casi cien por cien de acuerdo con aquel Reynolds, excepto por el disco de los Sex Pistols, el cual me parece bastante piola pero no para que figure entre los diez mejores discos alternativos de todos los tiempos (de hecho, nunca entendí porque tanto ruido por los Sex Pistols, cuando los Clash o Buzzcocks o Alternative TV editaron mejores canciones punk a mi gusto pero bueh). Aquel Reynolds que nos recomendaba Throwing Muses guarda poca relación con el de ahora que festeja la frivolidad y el pasatismo como elementos no solo presentes sino de algún modo celebrables de ciertas músicas de nuestros días. Pero el mundo es ancho, el amor es grande, siempre se aparecen voces nuevas para considerar.
Perdón por la interrupción, vuelvo al disco. Nos quedamos en el lado B y arranca con “America (She can´t say no)” que también inicia abruptamente, dando la sensación que tomaron por asalto el estudio de grabación. Cencerros de aquí para allá del parlante izquierdo al derecho, un country rock pero mezclado con post punk. Después de este tema, viene “Fear”. ¡Como se puso el tráfico! Este tema me recuerde un poco a Joy Division pero con dos voces femeninas en juegos de sonidos distintos a los de Manchester. “Stand Up”, la canción favorita de mi amigo Toto, quizás por su prolija confección, la batería firme, las líneas de bajo y las guitarras acústicas. “Soul Soldier”, yo le solía decir a él “de acá robaron los Peligrosos Gorriones” y por ahí tenía razón, ya no tiene sentido discutirlo hoy. Como ya nos tienen ellas acostumbradas, luego de esas tensiones se viene un cambio total de ambiente y llega una cierta calma, como si fuesen dos canciones dentro de una sola. El disco termina con “Delicate Cutters”, una canción a pura voz y guitarra acústica, una canción a puro desgarro.
Justo ahora me acorde de un número de la revista Los Inrockuptibles (que ya no sale más, menos mal que les escribí un homenaje antes de que esto pasó) que fue armado por gustos, preferencias y obsesiones de los pibes de Radiohead. En una de esas páginas, Tom Yorke expresó su admiración por Kristin Hersh y su capacidad para poner cualquier cosa que le estuviese jodiendo en la cabeza en sus canciones para que luego eso no le joda la vida. Los usos catárticos de las músicas, según lo veía el bueno de Tom pensando a la buena de Kristin. Yo no sé si ella estuvo de acuerdo o no con él.
Lo que sí sé es que hay discos maravillosos y este es uno de ellos. Diez grandes canciones que se graban en la calma sangre del aire quieto, en la savia de los vientos. Músicas mágicas.


Sunday, October 14, 2018

The Raincoats – Odyshape (1981)



Este disco me lo conseguí, en su versión CD de 1993, en el ’98. Es un CD original con el booklet y todo pero, no sé muy bien porque, me lo vendieron sin la contratapa. Y mientras escribo esto me estoy preguntando porque nunca busque la contratapa de este CD en Internet. Estaba de oferta en El Atril de Morón, en un local que aun sigue funcionando. Seguramente estaba de oferta por eso, porque no tenía su contratapa.
Tampoco puedo explicarme porque, hasta el día de hoy, nunca me procure una copia de su disco Moving (1984). Sí tengo The Raincoats (1979) y The Kitchen Tapes (1983). Si solo me consiguiese Moving ya tendría todos sus discos, al menos hasta donde yo sé. El sello que les editaba sus discos era el legendario Rough Trade.
Las Raincoats son cuatro chicas. Luego del primer disco, la baterista se fue y el puesto quedo vacante para luego ser ocupado por una variedad de personalidades, entre ellas Charles Hayward (sí, el de This Heat, banda que también les proveía sala de ensayo) y el maestro Robert Wyatt. El hecho de no contar con una persona estable en la batería les agregó una maravillosa polirritmia proveniente de los más diversos instrumentos de percusión.
El inicio es espectacular, “Shouting Out Loud”, percusiones de magia. Se suma el bajo, voces femeninas, pequeños sonidos de instrumentos de cuerdas y, al minuto treinta segundos todo cambia, invasión de violines y guitarras, más tensión, todo eso que parecía querer abrirse paso al principio ahora ya está con nosotros. Ya estamos dentro de “Odyshape”, el disco. “Family Treet”, el track que le sigue, empieza con piano, violines, percusiones, es más misterioso, cambiante, el paso se acelera y desacelera en fascinante confusión. “Only Loved At Night” está habitado por tensiones y sonidos maravillosos, por música delicada y violenta.
Dentro del booklet del CD uno puede encontrar un texto escrito por Kim Gordon (la bajista de Sonic Youth) rememorando la llegada de estas chicas inglesas a EE.UU. También recuerdo que fue Gina Birch, creo, la que formó parte de alguna de las varias mutaciones de los geniales Red Crayola, el hermoso proyecto de Mayo Thompson. Ella también escribió un texto para esta edición recordando aquella transición entre el primer y segundo álbum.
“Dancing In My Head” tomo las lecciones del reggae y las lleva a terrenos nuevos, hipnotizándonos mientras tanto. Guitarras y baterías, voces en primer y segundo plano, belleza en planos cambiantes, todo esto te encontras cuando escuchas “Odyshape”, la canción. “And Then It’s OK”, desconciertos de búsquedas, una canción pop pero como ellas la entienden, sí, tienen ese algo de Red Crayola, es cierto, y les queda tan bien.
“Baby Song”, con esos aires a lo The Slits, otra gran banda postpunk de chicas. El postpunk andaba así, con muchas chicas protagonistas, con ganas de experimentar. Con psicodelia bohemia. “Red Shoes” y su folk enrarecido, contaminado. Y para terminar “Go Away”, el tema del caos de la fiebre, y ¿de dónde hay que irse? ¿Hacia dónde vamos?
Desde el enigma de su arte de tapa hasta cada segundo de cada canción, en cada una de esas nueve visiones, nueve experiencias sonoras estimulantes, que me ayudan a pensar, que me bailan, que me dejan intrigado por la dama en la oscuridad, con el agua del tiempo. Ellas ubican ecos y reverberaciones para que tomes conciencia de la fábula del espacio. ¡Qué hermosura que hay quienes se toman ese trabajo!


Thursday, October 11, 2018

Tuxedomoon – Half Mute (1980)/Scream With A View (1979)



Me pude conseguir este CD original en el 2001. Se lo encarguen a un legendario disquero de Ituzaingo, creyendo que no me lo iba a traer. Pero lo hizo y a un precio bastante razonable para aquellos tiempos. Cuando esto pasó, Daniel me vendió ese CD como si fuese el acto más habitual del mundo. Hoy por hoy, anda a saber cuánto podría llegar a costar y cuanto habría que esperar por el bendito disco. En la superficie del CD figura que está reedición es de 1985, a mi me suena medio raro.
Originalmente fue publicado por Ralph Records, el sello discográfico de The Residents. Pero en el San Francisco de fines de los setentas y principios de los ochentas esta música sonaba fuera de sitio. Fue en la Europa continental donde los Tuxedomoon encontraron su público. La reedición de este LP y del EP Scream With A View corre por cuenta del sello belga Crammed Discs. Muchos de los discos de la banda, sino todos, fueron editados por este sello.
El disco arranca con la oscuridad enigmática de “Nazca” un instrumental con sintetizador, saxo, batería electrónica y un bajo apenas tocado. Luego “59 to 1” gran protagonismo del bajo, vientos, cada instrumento con un montón de espacio entre si, algo que me recuerda al “minimalismo pop” de los Young Marble Giants, estos últimos publicaron su “Colossal Youth” en ese mismo ’79. Pero aquí todo lo que suena parece una cruza de jazz con el techno de Kraftwerk. “Fifth Column” vuelve a la oscuridad post punk, a algo de los misterios de Cabaret Voltaire y Pere Ubu.
Tuxedomoon fue como una suerte de semillero de futuras carreras solistas de la experimentación en los ochentas: Steven Brown, Blaine Reininger y Peter Principle siguieron después con colaboraciones y producciones solistas.
“Tritone (Música Diablo)” es otro instrumental, ya van tres, que tiene un montón de cuerdas, un sintetizador extraterrestre y batería electrónica. “Loneliness”, en cambio, es cantada, pero, hay que decirlo, sus voces no son su punto fuerte. Con todo, esas voces le van bien a esa sensación de confusión y desasosiego típico del ciudadano promedio en las urbes modernas. Respirando la calma inquietud del paso despersonalizado de esas horas. Otro instrumental “James Whale”, el aire contaminado de fuentes sonoras que, de algún modo, nos amenazan. Algo de sus compañeros de sello, The Residents, algo de industrial. En cierto under de los ochentas no había mucha buena onda.
Con “What use?” hasta se puede bailar, me recuerdan a los Japan, otra gran banda olvidada. Y también me recuerdan a los Magazine pero es solo mi oído el que me hace resonar cosas. Busquen y escuchen también estas dos bandas.
El bajo en “Volo Vivace”, otro instrumental y van… Los violines, el pulso del sintetizador. La música para las preguntas incómodas. ¿Qué es está nada en los papeles de los días? Y no poder dormir…
Siete años en una noche… poco a poco avanza “Seven Years” una marcha con violines, una marcha que nos engancha mirándonos los recuerdos, esos que allí están, en rincones poco recorridos de la memoria. Luego “KM”, un instrumental de romance y extrañeza y pegado “Seeding The Clouds”: “Y cuando vayas a dormir esta noche vas a soñar con la pantalla de la TV”, no hay confort para esos espejos que tenes de ojos, hay multimedia, todo viene mediado en tu mente ¿es tu mente realmente tu mente? Ese final de piano y sintetizador a lo helicóptero. Placer.
“Nervous Guy” tiene guitarra eléctrica, algo raro en estos Tuxedomoon. Yo solo escuche otro disco de ellos y lo tengo en vinilo y no recuerdo si había alguna guitarra sonando. “No hablo mucho estos días, no hay mucho que decir (…) no me toques (…) no estoy preparado para sorpresas como esa”. La locura ordinaria, la perpetua ansiedad por lo que nunca ocurre, la intranquilidad cotidiana del que protege lo que no es. “Where Interests Lie” y los miedos típicos de la guerra fría, que hoy prosiguen en nosotros bajo otras misteriosas formas. Esa belleza de final. Las percusiones de “Special Treatment For The Family Man” acompañada por sintetizadores fantasmas y el saxo, quizás aportando algo de calma. Un último track, instrumental también, llamado “Midnite Stroll” termina este magnífico álbum.
Las tensiones electrónicas, eléctricas y acústicas del disco ya se han apagado, así también les paso a esos sonidos que remiten a la música concreta, esas grabaciones de voces aquí y allá. Pero no es tan así, nada se apagó, todo quedo encendido en las alertas inestables de la cabeza. No hay donde esconderse cuando todo lo que te asusta sos vos mismo o vos misma. En este disco hay claves para romper miedos: Tuxedomoon se hicieron preguntas a si mismos y se respondieron grabando, entre otras cosas, esto. Nosotros les agradecemos esos goces sonoros escuchándolos.


Sunday, October 07, 2018

Lucky Dragons – Dream Island Laughing Language (2008)


Votado como el mejor disco del año por Philip Sherburne, periodista de la revista mensual inglesa The Wire.
Puede que no importe este dato pero esta es la segunda vez que nombro a este periodista en SS.II. La primera vez fue en un post del 11 de diciembre de 2014 acerca de un disco, y una canción, de Autechre. Lo más gracioso de todo es que no recuerdo haber leído nada que haya escrito él. Nunca lo leí pero ya van dos veces que trata acerca de músicas de las que me interesa escribir.
Yo no sé si este es el mejor disco que se publicó en aquel 2008, hoy por hoy, me suena exagerado. Pero tampoco estoy tan de acuerdo con la marcada indiferencia que parece que tuvo la prensa musical sobre esta producción. Yo no recuerdo haber leído nada sobre ellos y este disco en particular. Sin necesitar decir que fue el mejor y sin pensar que podría parecerme lógico que lo olviden, yo te escribo hoy esto.
Me lo bajaron de Internet, esta vez no lo pude conseguir original. Cuando lo obtuve, allá por septiembre del 2009, seguramente el disco original (si alguien se digno a traerlo importado) estaba a un precio exorbitante. Cuando me lo bajaron, algo le pasó a la impresora del flaco que me armó el CD. Si los vientos de Internet me son favorables, junto a este texto vas a ver una ilustración. Esa es la tapa de mi CD. Si queres, podes navegar por las Imágenes que el buscador de Google ofrece cuando le escribís el nombre de esta banda y de este disco. Y si decidiste hacerlo, vas a ver que mi arte de tapa simplemente no existe. Eligieron alguna de aquellas artes de tapa originales y me la imprimieron mal. Ese error convirtió a mi CD en un objeto hermoso, siempre me acuerdo de este CD por eso, porque me acuerdo de esa bella tapa es que me puse a escribir sobre este álbum.
Más auto referencias. El 4 de enero de 2010 publique en este blog la lista de lo que me había parecido los mejores discos y las mejores canciones del 2009 y allí está. Justo en el número 22. Las listas no tienen ningún orden, ni jerárquico, ni alfabético, ni cronológico, tal vez, a veces, solo un poco auto biográfico, eso es todo. Como ya lo había nombrado, en las Fonolas ya no lo nombre. ¿Qué tiene este disco para ofrecernos?
¡Tiene 22 tracks! 4 de esos veintidós tracks no superan el minuto de duración. Hay 6 temas que no superan los dos minutos. Hay 5 temas al final que figuran como temas extras de este CD. Miniaturas experimentales. Tribalismos electrónicos. Un bosque de sonidos para la perplejidad. Como si fuesen unos Animal Collective más extraviados. En el track 4 “Morning ritual” hay encuentro y desencuentro de percusiones, al ir los dos instrumentos en dos tiempos distintos (alguien  que sepa de tempos en música lo podría explicar mucho mejor que yo).
¿De donde son? ¿Qué sello discográfico les publicó este disco? Cuando entre a Discogs a ver su discografía me enteré de que hay muchos discos más de ellos que no conozco y, por supuesto, tampoco los tengo pero me olvide de anotar estos pequeños detalles que hoy se quedan fuera del post.
Zelmar Garín, High Places, Faust, The Godz, un mar de nombres se me cruzan por la cabeza mientras los voy escuchando. La inquietud de “Mirror Friends”. Voces como aves en “Givers” con algo del sabor de The Dirty Projectors. “My Are Singing” con sus cuerdas de folktrónica (¿alguien se acuerda de la folktrónica hoy por hoy?) Esas percusiones y teclados en “Realistic Rhythm”, estoy con los auriculares, siento que están tocándome el cerebro. “Tune For Wind Dog” me hace recordar a algo que grabó John Fahey con el sonido crudo de un puente pero acá todo suena más aumentado, menos misterioso que en aquella canción. “Wooden Cave Loop” y sus maravillas de voces como ramos de flores, mi canción favorita de este disco.
Casi no hay letra, casi no hay palabras en la música de los Lucky Dragons, en este disco al menos la cosa funciona así. Nos quedan las abstracciones que la abstracta música nos vaya trayendo. El Sueño Isla Risa Lenguaje que te vas inventando en cada nueva escucha. Ellos sonaron, vos otórgale algo al aire que te baila, casi imperceptible.


Wednesday, October 03, 2018

Ultra Vivid Scene – Joy 1967-1990 (1990)


“Una tradición (la del pop inteligente) que se abría paso a principios de los 80s con el pop minimalista de los Young Marble Giants (…), tenía su camino ascendente en la etapa intermedia de Scritti Politti (…), llegaba a la cima con los tres primeros discos de The Associates. Finalmente, hacía un curioso quiebre de cintura en el “Darklands” de los Jesus and Mary Chain para concluir este año en el que quizá sea el último exponente de pop perfecto: el “Joy 1967-1990” (el título no es casual) de Ultra Vivid Scene”.  Norberto Cambiasso  en la revista Rock and Pop Año 5 N° 57 Enero 1991 página 42.
Ya pasaron 28 años desde que Cambiasso escribió este texto que inicia este post de hoy, es bastante probable que él ya no piense las cosas como solía hacerlo. De hecho, siendo que realmente disfruto de cada uno de los cinco grupos nombrados en ese texto, yo tampoco estoy tan seguro de estar de acuerdo con él. No estoy seguro de que las músicas funcionen según esa línea original que él supo trazar (que sí es original, al menos para mí lo es, nunca leí a nadie más que ubique estas relaciones en el pop anglosajón de los ochentas). Y, hoy por hoy, tampoco me gusta que use ese pop inteligente o perfecto como contraparte de “Madchester” como él lo hacía en esa nota. Podemos reafirmar la fuerza de unas músicas sin tener que dar cuenta de la supuesta debilidad de otras músicas. No obstante, cito ese texto porque en su momento me fue útil para buscar grandes discos y creo que sigue siendo útil en estos días también.  Y, de paso, explico cómo llegue a ciertas músicas.
Primero me lo conseguí en versión vinilo allá por el ’94 y luego en CD cinco años después. Hubo una vez en la que nombre una canción de este disco en SS.II. Fue en un post del 23 de agosto de 2006 cuando hable de unas recopilaciones de canciones de amor. 60 canciones de amor, “Special one” era la número 55. Pero, mucho antes que eso, “Joy 1967-1990” ya era un disco que me obsesionaba. Déjenme contarles una anécdota.
Cuando era pibe tenía 3 sueños: cantar en una banda de rock, hacer un programa de radio para pasar mis músicas favoritas y escribir en una revista de rock. Con este blog cumplí, estoy cumpliendo y cumpliré con ese tercer sueño. Lo de cantar ya no me excita como en mi juventud, el rock ya no es lo que era y eso de que te aplaudan no es para mí duodeno. Pero lo del programa de radio… Bueh, una vez allá por el ’95 o ’96 arme un demo de mi propuesta radiofónica. Yo le parloteaba a un micrófono como si ya estuviese trasmitiendo y luego pasaba canciones de mis vinilos. Esto fue lo que elegí para esa mágica ocasión:
1 – Los Pillos – Viajar lejos
2 – The Beatles – Within you without you
3 – Cocteau Twins – Sugar hiccup
4 – Almendra – Para ir
5 – Brian Eno – Needles in the camel’s eye
6 – Love & Rockets – No big deal
7 – Throwing Muses – Vicky’s box
8 – Ultra Vivid Scene – Poison
9 – Pink Floyd – Take up the stethoscope and walk
10 – Peter Murphy – The final solution
11 – REM – Pop song 89
Los primeros cinco temas en el lado A de un TDK 60 y el resto en el lado B y mi programa de radio iba a llamarse Los Lados. Recuerdo que, como gancho, se me ocurrió un juego con mis supuestos oyentes. Les pedía que encuentren lo que todas esas canciones tenían en común y la respuesta era que todos sonaban en su versión en vinilo. Cuando un amigo escucho esta cinta, se entusiasmo lo suficiente para proponerme grabar una nueva cinta con otros temas, con nuevo juego con los oyentes  y con su participación. Él luego se llevó esa segunda cinta a sus pagos de Villaguay, Entre Ríos para probar suerte en las radios locales. Hasta el día de hoy, nunca hice un programa de radio.
Como último párrafo de auto referencias: está la canción “Guilty pleasure” que figura en el puesto número 282 de la Fonola de materia gris Parte 6 del 26 de marzo de 2014. Bien, 3 canciones de 12, en tres contextos bien distintos: el amor o un programa de radio o listas de canciones de determinados discos. Solo tres pequeños ejemplos de los cientos de escenarios que surgen al escuchar.
El rango de voz de Kurt Ralske es un tanto limitado, es cierto. Pero es la voz que sus composiciones piden. No puedo imaginarme esas mismas canciones en otro vocalista técnicamente más preparado, prueba suficiente de que con la técnica no hacemos la gran cosa.
“It happens every time” es un gran inicio de disco. Luego le sigue “Staring at the sun”, un temazo cuya letra figura tanto en el sobre interno del LP  de vinilo como en el booklet del CD. Una canción que habría sido un hit si los programadores de FM no lo hubiesen ignorado por completo. Luego “Three stars” con sus hermosos cambios de ritmo, con su combinación de lo acústico y lo eléctrico. Lujos editados por el gran sello 4AD. “Special one”, la canción de amor, esa en la cual canta Kim Deal, que por aquellos días tocaba el bajo y cantaba en los Pixies. El frágil encanto de esta canción se ve coronada por la dulzura de esa voz femenina. “Grey turns White”, la canción que le sigue, tiene geniales arreglos. Y el tema “Poison” cierra el lado A, la canción ideal para cuando el día se termina y uno se revisa recuerdos de las jornadas.
El lado B arranca con todo, con mi canción favorita del disco, “Guilty pleasure”. Una excelente canción por donde la escuches, todas esas guitarras lujosas, la batería, los teclados. Una maravilla, tan solo este tema ya vuelve obligatoria la escucha de esta obra maestra que es “Joy 1967-1990”. Le sigue “Extra ordinary” un tema hermoso pero que justo quedó detrás de “Guilty pleasure” y de algún modo yo ya no lo escucho con tanto entusiasmo como con el track anterior. Pero, ojo, presten atención a ese final grandioso. Sorpresa.  Más tarde “Beauty #2”, su inicio de misterio, susurros tan cerca del micrófono y con resonancia que suenan como una voz dentro de la cabeza, detalles bellos en segundo plano y un final a toda máquina. “The kindest cut” con sus arreglos de cuerda, la presencia de órganos y sucesión de paisajes. “Praise the low” viene después, con una poderosa influencia del folk inglés, la percusión, la guitarra, las cuerdas. Quizás el tema más frágil del disco entero. Finaliza esta maravillosa placa el tema “Lighting”, un tema con ritmo marchoso, nos vamos del disco en un viaje, a paso firme.
Ultra Vivid Scene editó discos antes y después de este, yo tengo el CD anterior a este, también muy recomendable y una canción en una recopilación del disco que le seguía. No obstante me parece que este disco es el lugar indicado para iniciar la experiencia Ultra Vivid Scene. Hermoso arte de tapa, 12 enormes canciones, no hay tantos discos así.


Sunday, September 30, 2018

Microdisney – Everybody is Fantastic (1984)



“Idea”. Por favor, sigan ese bajo con sus oídos tal si fuesen ojos y escuchen esa interacción que tiene con la guitarra. Escuchen al teclado mutar de un segundo a un primer plano. La cámara que le pusieron a la voz de Cathal Coughlan, los lujos de las músicas de Sean O’Hagan.
“A Few Kisses”. El piano y la percusión del inicio, guitarras en primer plano y esa misteriosa guitarra en segundo plano, todo conformado para conjugar en sonidos ese crepúsculo en el arte de tapa (¿o es amanecer?). Sigamos abrigados en nuestro abrazo, amor.
“Escalator In The Rain”. Este tema con el entretejido de guitarras entre The Smiths y Felt. Escuchen ese final que arranca a los 2:44 hasta los 3:37 y siéntanse tan enamorados como nosotros. Una nota: dicen los que saben que Cathal puso muchas lluvias en sus letras en 1983.
“Dolly”. La guitarra acústica del inicio y esa batería y esas líneas de bajo, elegancias de 1984 en aquel 2001 previo a una nueva caída. Dinámicas cambiantes. Final en fade out y el pelo mojado de ella mientras revisa esos mensajes del celu.
Aparte de este CD yo tengo “The Clock Comes Down the Stairs” de 1985 en vinilo brasileño, ambas producciones fueron publicadas por el genial sello Rough Trade. Con la ayuda del librito del CD que viene con un texto de David Cavanagh escrito en 1996 en ocasión de aquella reedición, me entere de algunas cosas. Que eran irlandeses emigrados a Londres en busca de mejores oportunidades, oportunidades que no se hicieron ver. Microdisney viene a ser algo así como una  banda secreta de los 80s. También me fue de ayuda la entrada que Nick Dale escribió sobre ellos en Rock The Rough Guide (aparece en la página 569, para ser más preciso). De ambas fuentes me pude enterar que el gran John Peel los bancó bastante. Bueno, basta de pausa, sigo con las canciones.
“Dreaming Drains”. En este tema Cathal Coughlan parece desdoblarse en dos voces que se alternan en una composición que parece calma pero no lo es hasta que, finalmente, larga esa línea: “¿Cuánto pasó desde que te dije cuanto te odio?”
“I’ll Be A Gentleman”. Apenas arranca, el ritmo de este track ya nos tiene bailando. “Bailá conmigo por favor, seré un caballero pero no me aprietes tanto, ya ves, soy frágil”. La guitarra al estilo country de Sean en intretejido con el piano y el teclado.
“Moon”. La batería electrónica y el protagonismo del bajo que luego es ocupado por el piano. Estaba esperando este lento, esa melodía.
“Sun”. ¡Como me gusta como los elementos sonoros se van sumando a esta preciosa canción! El optimismo irrefrenable de la música y la forma de cantar de Cathal. A propósito, este tema es el que elegí cuando escribí las Fonolas (ver la canción 421 de la Fonola de materia gris parte 9 del 24 de agosto de 2014).
“Sleepless”. Luego de “Sun” este tema queda medio de garpe, me parece hoy. Y con todo, no está nada mal, con esa guitarra.
“Come On Over and Cry”. Hay un momento, allá por el 00:38 del inicio de la canción que retuerce la narración, es un motivo melódico de la voz que es repetido varias veces. Luego Cathal se queda farfullando fuera del primer plano.
“This Liberal Love”. Este tema es el que es citado en el inicio del booklet: “El mundo no fue bueno con él a menos que su deseo fuese la orden del mundo”, todo esto en un tema que suena a Rock Orientado para Adultos, a lo más conocido de Fleetwood Mac.
“Before Famine”.  La guitarra acústica me recuerda a los Go-Betweens, otra olvidada y gran banda de los ochentas. Las dos bandas estaban tocando y grabando en el mismo periodo de tiempo, vaya a saber quien inspiró a quien.
“Everybody Is Dead”. Este tema siempre me sonó a un cruce entre Steely Dan y The Blue Nile. Alguien le hace una segunda voz a Cathal pero no sé quién. Los gritos del cantante y líneas de guitarra que había olvidado.
“Dear Rosemary”. El final, una voz y una guitarra acústica. Yo buscaba por los cielos de Moreno en aquel 2001 fotos como esa que ilustra la tapa mientras sonaba esto en mi discman.
14 canciones y 14 comentarios tratando de acertarle al núcleo tierno de este hermoso disco. Y justo dejó de llover. Y me quede en perplejo silencio, pensando porque no les dieron bola a los Microdisney. No importa. Quien quiera oír, es por acá. Todo el mundo es fantástico.


Wednesday, August 22, 2018

Toiling Midgets – Sea of Unrest (1982)



“Around the same time, Eitzel attached a much better set of lyrics and vocals to “Son”, an album by his San Francisco peers Toiling Midgets – look too for their excellent junkie mumble album, “Sea of Unrest”. Eric Weisbard Entrada sobre American Music Club en el libro Spin Alternative Record Guide 1995 Vintage Books página 12 EE.UU.
Hasta donde mi memoria llega a recordar, esto es toda la literatura que me llevó a este disco, ese párrafo que cite al principio del post. Lo incluí así, en inglés, para no traicionar al texto original con mis adaptaciones al castellano. Aunque el libro es del ’95, yo lo pude conseguir al año siguiente y en 1997 llegue a hacer la traducción de aquella entrada sobre el grupazo American Music Club. El CD en sí lo compre, original y en oferta, en el ’98. En lo que respecta a las Fonolas, pueden ir a la Fonola número 5 del 25 de marzo de 2014, a la canción número 246 (“Destiny”). Esta canción abre el disco, siempre me gustó el inicio de este CD. Hoy, voy a tratar de rememorar esas otras canciones que no entraron en las Fonolas.
Es cierto que no tengo libros o revistas que hablen de ellos pero el CD venía con booklet y este trae algunos datos a agradecer. Los Toiling Midgets eran un quinteto: dos guitarras, bajo, batería, vocalista. Comenzaron como combo instrumental, resultado de la combinación de dos bandas punk de San Francisco: The Sleepers y Negative Trend. Luego se les unió Ricky Williams con su voz y sus letras, figura de culto cálidamente recordada por Tom Mallon en ese mismo booklet.
Este disco es la demostración de que  el punk tiene más para ofrecernos de lo que comúnmente los oyentes están dispuestos a esperar. La combinación entre lo acústico y lo eléctrico en “Late Show”. Los cambios de velocidad de “Destiny”. La voz singular de Williams, poderosa y burlona, imprimiendo urgencia, poder y desviación a esas canciones. “Microage” y su impresionante fuerza. El juego entre las dos guitarras.
Dicen los que saben, en ese booklet, que Williams fue un incisivo letrista y vocalista de atención pero también un tipo inestable que dejaba a la banda de garpe en más de una ocasión. De hecho, está “All the girls cry” como track instrumental para atestiguar toda la bella amenaza de la banda ya sin su cantante presente, quien luego falleció.
Mark Eitzel, el genial y sensible cantante de American Music Club, es mencionado como discípulo de Williams en el booklet. Yo no sé si fue tan así, más allá de que ambas bandas compartieron tiempos, geografías y miembros de banda.
La reedición en CD de este disco es de 1993, por el sello Fistpuppet Records. El arte de tapa, con un dibujo en blanco y negro, casi pasó desapercibido en la batea de ofertas de aquella disquería sobre la avenida Santa Fe, en una de esas famosas cuevas donde nos internábamos a extraer estas piedras preciosas en la forma de once canciones.
“Sea of Unrest”, la canción, la cual cierra este disco, parece una canción parida por unos Nick Cave and The Bad Seeds en esos grandes momentos que suelen tener. Cuando menos lo esperábamos ya se terminó el disco y estoy listo para beber algo más.

Saturday, August 04, 2018

Eyeless In Gaza – Back From The Rains (1986)


“(…) donde manufacturan un elaborado paisaje casi impresionista de folk eléctrico y con el que, un poco ingenuamente, pretenden llegar a un público más amplio y abandonar de una vez su poco rentable estatus de banda de culto”. José Manuel Caturia en la revista Factory N° 9 (España) Enero-Marzo 1996 página 17
En esta ocasión, a diferencia del post anterior, la música es más accesible, la banda editó varios discos y yo los mencione en las Fonolas. Fue en la tercer fonola, publicada el 15 de marzo de 2014, en la canción número 143. Lo que si comparten los Metabolist y los Eyeless In Gaza es su notoria ausencia en esas famosas listas de lo mejor de… Conclusiones: parece que hay una porción importante de críticos que han decidido olvidarlos y no nos hace falta confiar tanto en esas listas.
Otra vez en los noventas, con el uno a uno del peso- dólar del menemismo y bla bla bla. En todos los kioscos, incluso aquí, en el remoto partido de Moreno, se conseguía esta revista importada de España. Durante el ’96 leí sobre este dúo y en el ’97 me compre el CD original importado a 16 pesos (por un tiempo lo vendían a 30 pesos, diez pesos por arriba del precio promedio de un CD en aquellos remotos tiempos, luego fue a parar a la batea de ofertas, quizás porque la disquería necesitaba la entrada de efectivo.)
Nunca escuche otro disco de Eyeless In Gaza, ni los proyectos solistas de Martyn Bates y Pete Becker. Este disco de 1986 fue publicado por el excelente sello indie inglés Cherry Red, un sello legendario a estas alturas. Y, en lo que a revistas se refiere, solo leí sobre ellos una vez más. En la revista Esculpiendo Milagros número 8 (Mayo de 1995), en la nota sobre post- grindcore de Marcelo Aguirre en la página 40. Sin embargo, no estoy cien por cien seguro de esto. Quizás también fueron mencionados en alguna Inrockuptibles pero no puedo recordar en que número. Mientras escribo esto me pregunto por qué no busque nada más de ellos y porque no busque más data de la que ya tengo acerca de ellos. Pasaron 22 años y yo parezco estar esperando. Esperando lo que el kiosco ofrece, tal como ayer esperaba lo que las disquerías ofrecían. Si este CD no hubiese estado en exhibición en aquella disquería, ¿habría alguna vez escuchado algo de ellos?
Eyeless In Gaza es el nombre de un libro de Aldous Huxley, el mismo escritor que publicó Brave New World, acá conocido como “Un mundo feliz”. Mi hermano leyó ambos libros en castellano. El primero no le gustó, el segundo sí. El segundo es un clásico de las novelas de futuros distópicos y el primero es menos conocido. Su título fue traducido como “Ciego en Gaza”, lo cual no es tan acertado. “Blind” vendría a ser ciego en inglés, “Eyeless” vendría a ser “sin ojos”, lo cual es muy distinto a ser ciego. Todos los ciegos que yo conozco tienen ojos aunque no puedan ver con ellos. Con todo, el diccionario español-inglés que tengo reconoce el término “eyeless” como “ciego” en segunda acepción. Que queres que te diga, a mi no me suena bien.
En lo que respecta al disco en sí, tiene varias cosas a destacar. Martyn Bates se manda a cantar a capela en un par de ocasiones, el track que inicia el disco, “Between These Dreams”, y el cover, no reconocido en el booklet del CD, “She Moves Thru The Fair” una canción tradicional que también registraron los Fairport Convention en 1969. (Yo supe de esto recién en 2012.) Cuando es solo su voz la que lleva la canción, me hace recordar a esos musulmanes recitando salmos del Corán los domingos a la mañana por la Televisión Pública. En ambas instancias me siento a gusto con lo que estoy escuchando y también siento una suerte de vibra religiosa en mi ánima.
Es cierto lo de la influencia de Tim Buckley en su forma de cantar, tal como lo notó Caturia en su artículo de la revista Factory. Pero también aparecen otras influencias: ese homenaje de la línea “Everything still, everything silent as after the rain” de “Lie Still, Sleep Long” que viene directamente del Scott Walker de “The War Is Over (Sleepers) (Epilogue)”. El órgano de “Scent On Evening Air” que me recuerda a la cantante Nico solista. Los aires psicodélicos del inicio de “Your Rich Sky” que suenan a The Teardrop Explodes.
También está el bello tema instrumental corto “My Last, Lost Melody” que cierra el disco y luego vienen 4 temas extras de un  single disco 12 pulgadas de 1983. Los 17 tracks de este CD me hacen acordar al invierno, salvo una canción. Quizás porque conseguí este disco durante esa estación. Pero es un invierno con onda, cantando canciones para darnos calor mientras afuera el gris paisaje de llovizna y vapor saliendo de nuestras bocas nos invita a refugiarnos.
La dulzura pop de “Catch Me”, el delicioso balanceo, como si fuese un vals, de “Sweet Life Longer”. Decime si no parece que estuviésemos todos cantando, ebrios de hermosura, con Martyn, como si hubiésemos  conquistado sueños anhelados por largo trecho.
“Flight Of Swallows”, el único tema del disco que me recuerda al verano, al “verano corriendo por una avenida de árboles en el sol”. A dos cuadras de donde yo vivo hay una avenida de árboles y cuando doblo para volver a casa, hay árboles que se ponen gloriosos cuando llega el otoño. “Aunque el verano ya se fue, la arena todavía nos alcanza”. El sonido del piano, el sonido de la guitarra, la segunda voz femenina, la emoción urgente, casi dramática con la que canta Martyn para luego llegar a la calma final.
Ese momento en que el verano se va volviendo otoño. Ese momento en el cual el día se va volviendo noche. Ese momento en el cual un disco se vuelve el aliado indispensable para soportar el sopor de los días. Puede que el mundo nos decepcione cada vez más pero la vida jamás nos decepcionara. Este disco es el vehículo de esa vibrante vida.


Monday, July 30, 2018

Metabolist – Hansten Klork (1980)


“Que el legado más radical del post punk descansa en bandas tan oscuras como Metabolist, The Pop Group, Deep Freeze Mice o The Good Missionaires.” Norberto Cambiasso en Esculpiendo Milagros Número 3 página 24 Octubre 1993 Argentina.
“Otros ejemplos de los vestigios psicodélicos en la música inglesa actual son más musicales y profundos, caso de Metabolist, un grupo industrial muy interesante y actualmente desaparecido, que se descuelgan con su único LP con un pedazo en el más genuino desarrollo a la Pink Floyd.” Adolfo Marín – La Nueva Música Del Industrial al Tecno-Pop página 153 1984 Ediciones Teorema España.
En 1993 me entere que este grupo existía, trece años después de los hechos. Años más tarde, en el 2002 para ser más preciso, me compre el libro de Marín. Era un libro usado pero me lo cobraron a precio de nuevo en una librería de la calle Corrientes. Me pareció injusto el día que gaste mis dineros pero luego cambie de opinión. El libro aún hoy sigue tan nuevo como en 1984 y en el 2002 también.
El 31 de enero de 2008 tuve mi copia de este disco. Me lo bajaron de Internet a pedido mío, yo le dejaba una lista de discos buscados a un tipo y semanas después abonaba y retiraba lo que habían logrado bajar. En un post del 10 de enero de 2009 yo hable de este disco, nombrándolo en la lista de los mejores discos que había escuchado en el 2008. Por esta razón no nombre ninguna canción de ellos cuando arme las Fonolas un tiempo atrás.
Este fue el único disco que ellos editaron en su propio sello discográfico, en vinilo. También editaron dos casetes. Hoy por hoy, llueve información a cántaros por Internet. El dios Google ha dejado todo lo que se editó y lo que no también al alcance de un clic. Con ir a Discogs y con ver la primera página de búsquedas que te tira la compu ya hay todo lo que necesitas saber. Esta híper accesibilidad más que ayudar perjudica. En la escasez de ayer uno terminaba ejercitando más la imaginación y cultivando la paciencia de las enormes esperas. Había mucho más deseo de escuchar. Hoy hay más acumulación de archivos que ejercicios de reelaboración.
El disco original tenía 7 canciones, la reedición japonesa del 2007 traía 6 bonus tracks. Este es el material que me bajaron, el cual dejaba al oyente con casi todo lo que Metabolist había publicado entre 1979 y 1981.
Cuando Marín cita a Pink Floyd tenía en mente al grupo durante la era de Syd Barrett, los mejores días de 1966-1967, cuando el grupo derramaba lujosas músicas psicodélicas. Aquella alucinógena herencia, sumado a algo del Rock In Opposition y a algo de la música industrial de Cabaret Voltaire y el kraut rock de Faust y Neu! dan como resultado las canciones de Metabolist. A este coctel de milagrosas influencias tenemos que sumarles el dub jamaiquino de King Tubby y otros y las exploraciones de Pere Ubu en U.S.A. Es música rock, es cierto. Pero es rock hecho por gente informada que trabajaban para sonar lo más personal que pudiesen. Lo que ellos lograron es ciertamente asombroso.
Track 11 “Identify” a los dos minutos y medio un puente de misterio sonoro entre la marcha post punk antes y después. Track 1 “Curly Wall” nueve minutos treinta de duración. Arranca firme y bailable, el uso del saxo para remarcar el avance. A los dos minutos 43 segundos todo cambia, la base gana aun más presencia, estamos en territorio menos amigable. Un falso final a los 8:32 minutos y luego más marcha. Track 2 “Alien On Sunday” con los trucos sonoros de P.I.L. era Second Edition. La influencia de Chrome, incluso. Esta canción es pop por momentos. Track 3 “King Quack” y su aire a Henry Cow. El delicado desconcierto de “Lights”, el track 4. Con estas músicas hay terreno de sobra para ponerse a pensar. El inicio genial de “Hoi Hoi Hoi”, el track 5. No tengo forma de poder saberlo, al menos por el momento, pero creo haber escuchado esto en Cemento. El dj de Cemento Eduardo Krumpholz en los primeros noventas tenía algún tipo de vinculo con EE.MM (incluso escribió su lista de los mejores discos de 1992 en el número 4 de febrero de 1993, cuando aun eran “Escupiendo” en vez de “Esculpiendo”) y algunos de aquellos primeros números de la revista aparecieron exhibidos cierta vez en aquel boliche. Yo esperaba leer algo acerca de esta conexión en el libro de Nicolás Igarzábal sobre Cemento pero no fue así. El más misterioso “Merchandise”, que se me antoja una puesta en escena sonora de una desconfianza radical hacia los beneficios de lo mercantil. Lo tribal en el track 7 que le da título al disco. El sonido del agua. Lo electrónico y lo industrial en “Dromm” (también el nombre de su label), el track 8, el primer tema de la tanda de temas extras. El complejo trabajo con cintas, fuentes sonoros y efectos de grabación al estilo “estudio de grabación como instrumento musical” del tema “Slaves”. Y más misterio aun en “Eulam’s Beat”, cuyo engañoso título nos haría esperar algo rítmico como ellos hicieron en otros tracks de este estupendo disco. “Le Grand Prique” cierra el disco, este tema apareció originalmente en un “split” con la banda Die Form.
Hubo una coyuntura particular de circunstancias político económicas y socioculturales para que aparezca un disco así. Y todo resultó desfavorable para que el grupo se volviese al menos más conocido de lo que fue. Hoy todo es distinto, no hace falta pedirle a los grupos de hoy que homenajeen a este disco de ayer pero sí se les puede pedir que construyan algo tan personal y desafiante como esto.
Hasta el momento no me tome el trabajo de averiguar de dónde venían los músicos de esta banda y que fue de sus vidas luego de Metabolist. Si Drömm Records publicó algo más aparte de ellos. Que perseguían con el diseño gráfico de sus discos en “Suprematist style”.
A 38 años de distancia de aquellos eventos, hoy suena raro que esto siga siendo un secreto para las mayorías. No tendría que ser necesario ser un excavador de las pirámides del “industrial” para dar con este tesoro. “Hansten Klork” es la prueba más convincente de que el rock podría ser movilizante y no tan solo entretenido.