“(…) donde manufacturan un elaborado paisaje casi
impresionista de folk eléctrico y con el que, un poco ingenuamente, pretenden
llegar a un público más amplio y abandonar de una vez su poco rentable estatus
de banda de culto”. José Manuel Caturia en la revista Factory N° 9 (España)
Enero-Marzo 1996 página 17
En esta ocasión, a diferencia del post anterior, la música
es más accesible, la banda editó varios discos y yo los mencione en las Fonolas.
Fue en la tercer fonola, publicada el 15 de marzo de 2014, en la canción número
143. Lo que si comparten los Metabolist y los Eyeless In Gaza es su notoria
ausencia en esas famosas listas de lo mejor de… Conclusiones: parece que hay
una porción importante de críticos que han decidido olvidarlos y no nos hace
falta confiar tanto en esas listas.
Otra vez en los noventas, con el uno a uno del peso- dólar
del menemismo y bla bla bla. En todos los kioscos, incluso aquí, en el remoto
partido de Moreno, se conseguía esta revista importada de España. Durante el
’96 leí sobre este dúo y en el ’97 me compre el CD original importado a 16
pesos (por un tiempo lo vendían a 30 pesos, diez pesos por arriba del precio
promedio de un CD en aquellos remotos tiempos, luego fue a parar a la batea de
ofertas, quizás porque la disquería necesitaba la entrada de efectivo.)
Nunca escuche otro disco de Eyeless In Gaza, ni los
proyectos solistas de Martyn Bates y Pete Becker. Este disco de 1986 fue
publicado por el excelente sello indie inglés Cherry Red, un sello legendario a
estas alturas. Y, en lo que a revistas se refiere, solo leí sobre ellos una vez
más. En la revista Esculpiendo Milagros número 8 (Mayo de 1995), en la nota
sobre post- grindcore de Marcelo Aguirre en la página 40. Sin embargo, no estoy
cien por cien seguro de esto. Quizás también fueron mencionados en alguna
Inrockuptibles pero no puedo recordar en que número. Mientras escribo esto me
pregunto por qué no busque nada más de ellos y porque no busque más data de la
que ya tengo acerca de ellos. Pasaron 22 años y yo parezco estar esperando.
Esperando lo que el kiosco ofrece, tal como ayer esperaba lo que las disquerías
ofrecían. Si este CD no hubiese estado en exhibición en aquella disquería,
¿habría alguna vez escuchado algo de ellos?
Eyeless In Gaza es el nombre de un libro de Aldous Huxley,
el mismo escritor que publicó Brave New World, acá conocido como “Un mundo
feliz”. Mi hermano leyó ambos libros en castellano. El primero no le gustó, el
segundo sí. El segundo es un clásico de las novelas de futuros distópicos y el
primero es menos conocido. Su título fue traducido como “Ciego en Gaza”, lo
cual no es tan acertado. “Blind” vendría a ser ciego en inglés, “Eyeless”
vendría a ser “sin ojos”, lo cual es muy distinto a ser ciego. Todos los ciegos
que yo conozco tienen ojos aunque no puedan ver con ellos. Con todo, el
diccionario español-inglés que tengo reconoce el término “eyeless” como “ciego”
en segunda acepción. Que queres que te diga, a mi no me suena bien.
En lo que respecta al disco en sí, tiene varias cosas a
destacar. Martyn Bates se manda a cantar a capela en un par de ocasiones, el
track que inicia el disco, “Between These Dreams”, y el cover, no reconocido en
el booklet del CD, “She Moves Thru The Fair” una canción tradicional que
también registraron los Fairport Convention en 1969. (Yo supe de esto recién en
2012.) Cuando es solo su voz la que lleva la canción, me hace recordar a esos
musulmanes recitando salmos del Corán los domingos a la mañana por la
Televisión Pública. En ambas instancias me siento a gusto con lo que estoy
escuchando y también siento una suerte de vibra religiosa en mi ánima.
Es cierto lo de la influencia de Tim Buckley en su forma de
cantar, tal como lo notó Caturia en su artículo de la revista Factory. Pero también aparecen otras
influencias: ese homenaje de la línea “Everything still, everything silent as
after the rain” de “Lie Still, Sleep Long” que viene directamente del Scott
Walker de “The War Is Over (Sleepers) (Epilogue)”. El órgano de “Scent
On Evening Air” que me recuerda a la cantante Nico solista. Los aires
psicodélicos del inicio de “Your Rich Sky” que suenan a The Teardrop Explodes.
También está el bello tema instrumental corto “My Last, Lost
Melody” que cierra el disco y luego vienen 4 temas extras de un single disco 12 pulgadas de 1983. Los 17
tracks de este CD me hacen acordar al invierno, salvo una canción. Quizás
porque conseguí este disco durante esa estación. Pero es un invierno con onda, cantando
canciones para darnos calor mientras afuera el gris paisaje de llovizna y vapor
saliendo de nuestras bocas nos invita a refugiarnos.
La dulzura pop de “Catch Me”, el delicioso balanceo, como si
fuese un vals, de “Sweet Life Longer”. Decime si no parece que estuviésemos
todos cantando, ebrios de hermosura, con Martyn, como si hubiésemos conquistado sueños anhelados por largo
trecho.
“Flight Of Swallows”, el único tema del disco que me
recuerda al verano, al “verano corriendo por una avenida de árboles en el sol”.
A dos cuadras de donde yo vivo hay una avenida de árboles y cuando doblo para
volver a casa, hay árboles que se ponen gloriosos cuando llega el otoño. “Aunque
el verano ya se fue, la arena todavía nos alcanza”. El sonido del piano, el
sonido de la guitarra, la segunda voz femenina, la emoción urgente, casi
dramática con la que canta Martyn para luego llegar a la calma final.
Ese momento en que el verano se va volviendo otoño. Ese
momento en el cual el día se va volviendo noche. Ese momento en el cual un
disco se vuelve el aliado indispensable para soportar el sopor de los días.
Puede que el mundo nos decepcione cada vez más pero la vida jamás nos
decepcionara. Este disco es el vehículo de esa vibrante vida.
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