Un nuevo relato para combinar con la canción que figura al final. Espero que la unión les resulte placentera!!!!
Estaba sentado en la terraza de un bar tomando vino tinto. Dispuse una cámara digital cerca de mi mesa para filmar como el día poco a poco se volvía noche. La cámara iba a ser capaz de captar el cielo sacándose la ropa y una mesa desocupada con dos sillas vacías. La filmación iba a durar lo que la batería o la memoria de la máquina. Era probable que alguien ocupase la mesa y de hecho eso es lo que pasa. Dos mujeres jóvenes se sientan a tomar algo que no termino de entender que es. El fresco de la noche que se aproxima reemplaza el lento calor que hizo durante la jornada. En todo lo que los tres estuvimos en aquella terraza (bueno, había más gente, pero no importa) ninguna de ellas reparó en mi presencia ni en la de nadie más. Solo charlaban, reían y se miraban la una a la otra. Nunca supe cómo se llamaban pero, para fines narrativos, las voy a bautizar Sonia y Amanda. Va a ser muy confuso llamarlas ella y ella. Sonia es la que más habla. Amanda es la que más se ríe. Sonia parece enamorada de Amanda y parece que Amanda ya lo sabe. Pero ninguna se besa. Amanda lleva los labios muy pintados y su boca parece una frutilla que se abre y cierra. Sonia se muere por probar el jugo profundo de esa fruta. O al menos yo me lo imagino así, mientras sigo sentado en el otro extremo de la galaxia, bebiendo sorbos de mi soledad. Las dos disimulan con sus lánguidos y largos vestidos de ciudad que en realidad quieren estar a solas y desnudas en alguna otra parte. Todas las formas de expresarse que usan y todos los gestos que hacen me invitan a cree que así es. Mi cámara registró muy poco de este encuentro y no registro casi nada de lo excitante que me pareció. Todo se me quedo grabado en los ojos locos y celosos. Amanda a veces desvía la vista para no sentirse comprometida por la mirada de Sonia. Los ojos de las dos damas solo parecen encontrarse cuando hablan de cualquier cosa sin gran importancia. Luego Sonia apura alguna cuestión un poco más intima y Amanda parece retirarse a los confines de su sitio en la mesa. Guarda sus manos en el regazo, ya no están descansando en la calma del mantel. Al instante Sonia nota ese cambio leve en la postura de esa mujer que tiene la figura de la dicha y, repentinamente, cambia de tema. Así todo vuelve a circular. Amanda no quiere ver a Sonia irse y tampoco quiere tenerla a Sonia encima. Sonia sueña con sexo pero no quiere que su amiga huya aterrorizada ante la perspectiva. Amanda no sabe a quién ama. Yo siempre me divierto imaginando cualquier cosa. A su vez la noche baja y nos derrumba, tal como cantaba la poetisa. El viento era un milagro gentil que despeinaba apenas a las dos mujeres que estaban lujosas de tanta alegría. Toda la escena tenía el encanto de unas trompetas sonando en el fondo de mi cabeza. Se demoraron un poco más comiendo el postre en la terraza del bar. Después salieron juntas, una detrás de la otra. Fue Sonia la que salió primero. Fue en ese instante que Amanda me vio y me devolvió una leve y rápida sonrisa mientras me veía sonreír. Y no me anime a alentarla a que deje que Sonia se mezcle con ella. Porque eso iba a ser amor y no un negocio. Yo no quiero otra cosa para toda la gente, no anhelo otra cosa que no sea amor para toda la gente.
Canción: Chinatown de Destroyer.
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