Wednesday, August 18, 2010
Luca Prodan y Todd Rundgren
Vi varias veces la película Luca realizada por Rodrigo Espina. En varias partes aparece la voz en off del ex cantante de Sumo en aquellas cintas que él enviaba a su familia en Italia, contando de sus días en Argentina recuperándose de una adicción que por poco lo mata. En un par de ocasiones se muestran tirados por el piso, en el que parece haber sido su cuarto en la casa de Timmy en Córdoba, unos cassettes, unos simples y long plays de vinilo. La tapa de uno de esos discos atrapó mi atención por mucho tiempo. Me parecía conocerla de algún lado y no sabía bien de donde. Luego, este año conseguí el libro Sumo de Roberto Pettinato y allí se menciona un diálogo entre Roberto y Luca acerca de Todd Rundgren. Justo en ese instante se iluminó mi memoria y fui a revisar una vieja revista Factory de julio del 99. Resulta ser que sí conocía ese arte de tapa: se trata del disco Nearly Human que Rundgren editó en 1989. O sea que si estaban intentando mostrar la colección de discos de Luca, en ese caso en particular se habían equivocado puesto que Prodan falleció en diciembre de 1987. Luca nunca pudo haber escuchado ese disco. Pero no estoy escribiendo este post para señalar con un dedo acusador acerca de esta “falla”. Escribo para señalar lo sentido, emocionante y valioso que tienen ambos homenajes, más allá de cualquier detalle que este obsesivo, ocioso e insoportable blogger pueda encontrar para objetar. Escribo por ese amor demente por la música que sentían y sienten ellos al componer, tocar y grabar. Ese mismo amor que me hace revisar y buscar DVDs, libros, revistas, etc, etc... En el final del libro Pettinato llega justo allí en donde yo me siento ubicado, describe aquello que nos une. Habla de ELLA, esa muchacha hermosísima llamada Música. Habla de esa frágil e intima emoción que nos empuja a vivir por más música. Por nueva música y por la que ya conocemos. Y por fin habla con ternura y vulnerabilidad, pues quedaron atrás los días del exclusivo resentimiento que parecía teñir al grupo entero en aquellos días. Siento como si él hubiera salido a la luz y yo siento lo mismo. Voy a seguir jugando con la música y viviendo aventuras de nuevos alientos para homenajear todo esto. Voy a vivir.
Wednesday, August 11, 2010
Pájaros que sueñan con espejos que, a su vez sueñan con supernovas las cuales sueñan con trigales.
El miércoles 4 de agosto fui al Hoyts de Moreno para ver la película acá llamada El Origen, ahora no recuerdo su nombre original en inglés. Fui a las 4 y media de la tarde enfundado en mi sobretodo dark ochentas que me gusta lucir. Me tocó tener cerca una molesta pareja de tortolitos a los que tuve que pedir que se callaran (y bueh...) Sí, este film parece “el que hay que ir a ver” pero a mi no me importa el hype. Al salir de la sala me quedó en la cabeza la misma sensación de satisfacción que me queda después de ver cualquier buena película independiente en el Bafici. Yo sé que es el clásico camión de Hollywood en el que se gastaron millones y con el cual van a recaudar otros tantos millones más. Pero en esta movie lo más precioso es el libreto, la historia y las actuaciones. Me apuro a escribir que le doy 5 macos a esta película. Te digo porque me parece excelente. Porque parece una historieta filmada y yo quede enamorado de los comics oníricos por culpa de Breccia. Por sus referencias culturales, las que me parece que pesque (Edith Piaf, los pintores de posguerra) y las que voy a intentar pescar en las próximas veces que la vea. Por esos sueños dentro de sueños de múltiples soñadores. Uno de los puntos a destacar de este film es el enorme espacio que le deja al espectador para que reconstruya pedazos de la historia que quedaron sin narrar. Me quede pensando que la realización de la historia en toda su riqueza llevaría una película de años de duración. ¡Fascinante! Quizás sea en ese dato que reside el poder de esta película y no en algún impresionante final y la razón por la cual me pareció que desilusiono a varios comedores de pochoclo al final de la proyección (Mención aparte: a mí me pareció un final abierto: ¿que prueba tengo de que todo no se trataba de otro sueño? ¿Y quien lo soñaba, de ser así?). Sí, también tenía escenas de acción y los efectos especiales que condimentan la historia pero no fue eso lo que me dejo boquiabierto. Además, antes de ir a verla estaban los comentarios en la Inrokuptibles y Osvaldo Quiroga por la mañana de Canal 7 mencionando que le recordaba a “los laberintos de Borges” y que el director Christopher Nolan lo recordaba en una entrevista, admitiendo la influencia de aquel escritor. Después de verla todo eso tampoco importo. Yo por ahí leí que el propósito de toda buena literatura es producir otra. Algo así siento por este film: es un inmenso film que me dejó filmando historias dentro de historias en mi cabeza. Son pocas las películas que logran algo así.
La chica con el rock en el pelo
La chica con el rock en el pelo se subió al colectivo mascando chicle con descuido y también con disimulo. Tiene una cara de chica tonta fascinante. Labios de rojo fino y zapatillas de barro. Tiene un celular lleno de cumbias en el bolsillo e ignora a Joanna Newsom y sus galaxias de belleza. Ignora que Joanna Newsom es como una Joni Mitchell para mi generación. Yo soy un lobo viejo y hambriento babeando por una adolescente sin edad, ¡vos lo cantaste, Federico! La chica tiene unos jeans de piel y mira con indiferencia los cuadros cubistas de un Oeste de crepúsculo que se configura en las ventanillas del 31. Yo pienso que Sun Ra es el manisero cubista que le enseña a mis neuronas voladoras algunas tóxicas muestras de soledad. Mis manos de fiebre roñosa sueñan con descansar en el rock de su pelo y ella enrula las puntas de su rock como lo hacen los Ángeles. Ella lleva una campera de jean y se maquilló de serenidad. Ella gira la cabeza como una modelo presumida mientras pide todo fiado en un kiosco de barrio. Ella ríe y sus ojos le lloran de alegría incontenible. Ella viene hablando de chicos en voz alta con una amiga. Ella ensaya su obra de teatro enfrente de un espejo y siempre le sale bien su parlamento. Yo podría ser feliz con el rock de su sonrisa. Con la mirada furtiva de sus ojos arcanos de magia rocanrolera. Gozar con la frescura del rock progresivo de su piel desnuda de ataduras. O las mezclas del fluir que me estremecen. Las llaves, sombras que disfrazan susurros subliminales en el silencio de la paz. Ella baja antes que yo, colgándose del hombro de su amiga y comentándole al oído alguna cosa. Y gira y baila y se desmaya en un remolino de sonidos multicolores que se salen de mi imaginación, cuelgan de mi cabeza y de mis orejas como si fuesen largos pedazos de tela azul mojada. Yo hablo con ella, estamos frente a frente, mi rock y el rock de ella. Estamos en mi sueño. Y tengo que despertarme para buscarla en las calles de esta ciudad siempre hermosa como todo ese rock lloroso en el pelo de ella. Como esos ojos de lágrimas felices. Como el espejo y su paso. El fuego del rock que traemos todos, ese que hizo que el barro sea carne. Ese que hace que el sueño se vuelva abrazo.
Gente que no (2009) - Reseña
1 – El libro es del año pasado pero yo lo conseguí el 17 de junio de este año. Lo considero bien documentado y me parece una fuente de consulta interesante para analizar parte de la década del 80, con sus antecedentes y consecuencias sonoras.
2 – Para hilar más fino paso a detallar que periodista cubrió a que grupo: Alfredo Sainz escribió sobre Los Pillos y Sobrecarga, Jorge Luis Fernandez sobre Mimilocos, a Leandro Uría le tocó tratar con Los Corrosivos y UnoxUno, Daniel Flores tuvo a su cargo las notas sobre El Corte y Todos Tus Muertos, Franco Varise escribió sobre Sentimiento Incontrolable y, por último, Juan Andrade se dedicó a Don Cornelio y La Zona.
3 – Todo un asunto el título este. Gente que no. Gente que no editó, gente que no fue reeditada en CD. Con esa negativa en el título el libro marca, desde el vamos, el espíritu de aquellos años y cómo es examinado en estos fines de primer década del nuevo milenio. En varios capítulos, en especial en los reportajes a algunos protagonistas, hay mucho de un sentimiento tipo “mirando atrás con bronca” que desestima poderosos logros. Aún más, me queda la idea de que lo oscuro y lo subterráneo que predominaba en la música de varios de estos grupos no era tan solo sonido sino que era moral, un desencanto agrio que imposibilitaba conexiones con aires de otras latitudes. No solo no prosperaron porque la hiperinflación los quemó, quizás no hubieran prosperado igualmente, cumpliendo a rajatabla con la ley marcial del “No Future” post-punk.
4 – Christian Rosas de los Mimilocos se lamenta en la página 129: “(...) Pensaba: no puede ser que hayamos desaparecido de todos lados (...)” En este blog sí nos acordamos de ustedes. De hecho, ver el nombre Mimilocos en la tapa hizo que me apurara por conseguir este libro. Si quieren ver y leer acerca de las dos ocasiones en las que los recordé, vayan a las notas del 18 de octubre del 2005 y 9 de febrero del 2006. Y aún sigo sin haber escuchado Trulepa. La anécdota que narra Peria en la página 136 me llevó a pensarlos como un antecedente (inesperado) de Reynolds.
5 – Sobrecarga y Don Cornelio y la Zona me daban las canciones que canturreaba en mi niñez, grabándolas de la radio en cassettes vírgenes. El vinilo de Los Pillos lo compre en el Parque Rivadavia a UN PESO el 20 de junio de 1994. Mimilocos son el eterno secreto que quiero oír. Tengo Flores Japonesas de UnoxUno en CD, es del ’96 pero yo lo conseguí el 2001. De las otras bandas tengo poco o nada que decir.
6 – Los pocos lugares que había para tocar, el punk y el post punk, lo caro que estaban los equipos musicales, la poca información y los pocos discos en circulación: el anecdotario en común de los músicos tiene ese color de país tercermundista, de periferia terminal a la cual todo le llega tarde y no puede, o no sabe, constituirse como zona autónoma de generación de cultura alternativa, salvando algunos casos mencionados en esta obra. Pero hay un dato importante que a estos oyentes primero y músicos después se les escapa: el periodismo rock. La enorme y valiosa contribución a la cultura rock de la revista Expreso Imaginario (y en menor medida también la revista Pelo) fue decisiva para que cierto público rock indague por otras cosas y, a su vez, significó el inicio de un sendero que luego publicaciones como Esculpiendo Milagros o periodistas como Pablo Schanton siguieron. La historia de todos estos años de periodismo constituye un libro que aún no se escribió.
7 – Yo al libro lo llamaría Gente que sí. Gente que sí se juntó, tocó, grabó, disfrutó. Gente que se peleó y creció. Gente que haría mejor en valorar más a la par de criticar. Porque no constituye ningún problema en absoluto el que no hayan amasado fortunas o no hayan alcanzado la fama, los dos espejismos absurdos de nuestro nauseabundo tiempo. Pero sí resulta un problema, al menos para mí, que toda aquella fuerza creativa quedó adormecida en muchas mentes tan solo por estar atada a desaciertos de un pasado que ya no es. El pasado nunca es. Tengámoslo presente hoy, en estos días de archivos que se intercambian por Internet. Que la música que escuchamos y ejecutamos es un asunto nuestro. Las etiquetas, los mercaderes y sus mezquindades y el circo de los medios de descomunicación no lo son.
2 – Para hilar más fino paso a detallar que periodista cubrió a que grupo: Alfredo Sainz escribió sobre Los Pillos y Sobrecarga, Jorge Luis Fernandez sobre Mimilocos, a Leandro Uría le tocó tratar con Los Corrosivos y UnoxUno, Daniel Flores tuvo a su cargo las notas sobre El Corte y Todos Tus Muertos, Franco Varise escribió sobre Sentimiento Incontrolable y, por último, Juan Andrade se dedicó a Don Cornelio y La Zona.
3 – Todo un asunto el título este. Gente que no. Gente que no editó, gente que no fue reeditada en CD. Con esa negativa en el título el libro marca, desde el vamos, el espíritu de aquellos años y cómo es examinado en estos fines de primer década del nuevo milenio. En varios capítulos, en especial en los reportajes a algunos protagonistas, hay mucho de un sentimiento tipo “mirando atrás con bronca” que desestima poderosos logros. Aún más, me queda la idea de que lo oscuro y lo subterráneo que predominaba en la música de varios de estos grupos no era tan solo sonido sino que era moral, un desencanto agrio que imposibilitaba conexiones con aires de otras latitudes. No solo no prosperaron porque la hiperinflación los quemó, quizás no hubieran prosperado igualmente, cumpliendo a rajatabla con la ley marcial del “No Future” post-punk.
4 – Christian Rosas de los Mimilocos se lamenta en la página 129: “(...) Pensaba: no puede ser que hayamos desaparecido de todos lados (...)” En este blog sí nos acordamos de ustedes. De hecho, ver el nombre Mimilocos en la tapa hizo que me apurara por conseguir este libro. Si quieren ver y leer acerca de las dos ocasiones en las que los recordé, vayan a las notas del 18 de octubre del 2005 y 9 de febrero del 2006. Y aún sigo sin haber escuchado Trulepa. La anécdota que narra Peria en la página 136 me llevó a pensarlos como un antecedente (inesperado) de Reynolds.
5 – Sobrecarga y Don Cornelio y la Zona me daban las canciones que canturreaba en mi niñez, grabándolas de la radio en cassettes vírgenes. El vinilo de Los Pillos lo compre en el Parque Rivadavia a UN PESO el 20 de junio de 1994. Mimilocos son el eterno secreto que quiero oír. Tengo Flores Japonesas de UnoxUno en CD, es del ’96 pero yo lo conseguí el 2001. De las otras bandas tengo poco o nada que decir.
6 – Los pocos lugares que había para tocar, el punk y el post punk, lo caro que estaban los equipos musicales, la poca información y los pocos discos en circulación: el anecdotario en común de los músicos tiene ese color de país tercermundista, de periferia terminal a la cual todo le llega tarde y no puede, o no sabe, constituirse como zona autónoma de generación de cultura alternativa, salvando algunos casos mencionados en esta obra. Pero hay un dato importante que a estos oyentes primero y músicos después se les escapa: el periodismo rock. La enorme y valiosa contribución a la cultura rock de la revista Expreso Imaginario (y en menor medida también la revista Pelo) fue decisiva para que cierto público rock indague por otras cosas y, a su vez, significó el inicio de un sendero que luego publicaciones como Esculpiendo Milagros o periodistas como Pablo Schanton siguieron. La historia de todos estos años de periodismo constituye un libro que aún no se escribió.
7 – Yo al libro lo llamaría Gente que sí. Gente que sí se juntó, tocó, grabó, disfrutó. Gente que se peleó y creció. Gente que haría mejor en valorar más a la par de criticar. Porque no constituye ningún problema en absoluto el que no hayan amasado fortunas o no hayan alcanzado la fama, los dos espejismos absurdos de nuestro nauseabundo tiempo. Pero sí resulta un problema, al menos para mí, que toda aquella fuerza creativa quedó adormecida en muchas mentes tan solo por estar atada a desaciertos de un pasado que ya no es. El pasado nunca es. Tengámoslo presente hoy, en estos días de archivos que se intercambian por Internet. Que la música que escuchamos y ejecutamos es un asunto nuestro. Las etiquetas, los mercaderes y sus mezquindades y el circo de los medios de descomunicación no lo son.
Subscribe to:
Posts (Atom)