Cruzar el amor, cruzar la memoria, cruzar la noche

Alicia Barberis escribió, en la novela juvenil ¨Cruzar la noche¨, una historia de amor. El amor que viven Mariana y Pablo, por empezar a citar algo. Mariana es la protagonista de la novela, la vemos atravesar diferentes situaciones que van alterandola. Paulatinamente se va desarrollando en Mariana una nueva personalidad, en parte por propia decisión, en parte por factores externos. Porque Mariana es hija de desaparecidos y vivió 17 años con sus apropiadores sin saber nunca la verdad acerca de su pasado. En esta historia contada en fragmentos que mantienen nuestra atención, ella deja de ser una niña mimada y caprichosa, para enterarse pronto en este presente que es adoptada y luego que hubo una dictadura militar en Argentina entre el ´76 y el ´83 que torturó y asesinó a su mamá y papá. La variada gama de sentimientos contradictorios se plasman en las páginas, dando constancia de la paciente tarea de la asimilación de una identidad nueva, una identidad real, dolorosa pero necesaria para poder vivir. Y también deja impreso en nuestra memoria no solo el horror de ayer, sino el amor de hoy, algo que también se construye laboriosamente.
Mientras leía a Alicia escuche mucho los discos de Juana Molina, en sintonía quizas con el poderoso mundo femenino que esta obra contiene. Los 3 adultos masculinos presentes en la historia son militares o afines, y de la peor especie. Los personajes masculinos más enriquecedores son adolescentes. En los chicos y chicas y en esa tía ¨extravagante¨ y hippie late el pulso de una vida plena de sensaciones lujosas, frondosas, sensuales. Quizás uno se siente tentado a criticar la obra por andar por los caminos de cierto cliche: la historia de ¨buenos¨y ¨malos¨, las ¨clásicas¨ idas y vueltas de las parejitas. Pero no. Si todo eso es cliche, acá es donde el cliche funciona para mí y acá es donde uno se queda pegoteado a la historia, casi sin poder dejar de leerla, añorando volver a casa para poder seguir leyendola. Esta es la novela que me gustó mucho y que no me avergüenza para nada admitirlo, aunque tal vez quede lejos de alguna clase de ¨buen gusto¨ canónico que sinceramente me importa poco.
Aprovecho esta notita para saludar a Maria Florencia, mi sobrina, que, un gesto que la honra, me presto este libro, justo el mismo día que hablabamos de El guardián en el centeno de Salinger. Gracias, Flopi. Without you, I´m not.