“Tal vez, la única banda que le gusta a
absolutamente TODOS los de Esculpiendo Milagros, Hail, ha sacado un disco
titulado Kirk. El secreto de tamaña unanimidad viene dado por la psicodelia,
los primeros Jefferson Airplane, Syd Barrett, el punk más arty y el rock de
vanguardia que campea por sus canciones. En Kirk tocan como invitados Chris
Cutler y Bill Gilonis. ¿Será nuestro disco del ’93?” Norberto Cambiasso Revista
EE.MM Año 1 Número 2 Julio 1993 página 15
Meses más tarde, en diciembre de 1993
apareció el número 4 de Esculpiendo Milagros con una nota sobre Hail escrita
por Pablo Azcoaga. Con esto en mente encargue el CD y lo conseguí en 1997. Increíblemente
tuve la suerte de toparme con otra mención acerca de Hail escrita en el periodismo
local. Alguien, bajo el seudónimo Ziggy Savasta, nombró una canción llamada “15
seconds of silence” de ellos, la cual aparece en el disco “The Turn of the
Screw”. Este escrito creo que apareció en el Diario Popular, un texto que
también nombraba a Thurston Moore, Lee Ranaldo, Glenn Branca, Salinger, Philip
Dick y Robert Crumb. El escritor se las arreglaba en mezclar a todos estos
personajes en una narración ficticia en la que también se podía leer opiniones
acerca de ellos y sus obras. De Hail, yo solo escuche Kirk y el resto no parece
fácilmente disponible. El
sello que publicó tanto Kirk como The Turn of the Screw fue Recommended.
El cerebro detrás de todas las letras y músicas
de Kirk es Susanne Lewis, ella es la cantante de la banda y también toca guitarras
y teclados. Su hermosa voz también supo vestir algunas canciones de los
magníficos Biota. Ella y Bob Drake, quien se encarga de bajo y batería y otros
instrumentos en Hail, vienen de la banda Thinking Plague, otra gran banda del
under yanqui de los ochentas.
La canción que abre este disco es
“Imagination”, el rock encendido, diferentes tensiones en la voz de Susanne y
arreglos de voces, en un momento todo se precipita para terminar en ruido.
“Pyrite” con aires de folk, aires del postpunk inglés (Raincoats). “Pets” con
su extraña forma de marchar, como si sus elementos estuviesen coordinados en
desorden, llevándonos vaya a saber uno donde. “Thankless” y ese tarareo genial,
esas guitarras eléctricas y sí, no es justo, como ella repite en un final en el
caos. La tristísima “When you were good”, que siempre me hace llorar con su
enorme belleza, con su enternecedora magia. Una preciosa canción, de esas que
uno siempre está buscando escuchar en cada disco, pero no todo disco las tiene,
aunque si pueden venir de cualquier parte.
Una interrupción gracias al dios Discogs.
Más arriba yo les hablaba de Azcoaga y su
nota sobre Hail en una EE.MM, en esa nota el no nombro el disco “Gypsy Cat
& Gypsy Bird” de Hail de 1988, anterior a la discografía de la que sí habló.
No es que no lo nombró porque no quiso, no lo nombró porque no pudo, porque no
sabía. Antes de Internet con sus páginas de ventas de discos como Discogs, se
hablaba de lo que habías logrado informarte. Probablemente Pablo pensaba a Hail
como una banda del catálogo del sello Recommended y en esos términos escribió
sobre ellos. Hoy, con la ayuda del dios Discogs, uno sabe de más discos de
ellos y de sus proyectos paralelos denominados Corpses As Bedmates y Venus
Handcuffs, proyectos de los que yo no tenía la más mínima idea hasta hace muy
poquito y los cuales obvio que no escuche nada.
Bien, volvemos al disco. Desde su incierto comienzo “Preacher’s Son” ya
nos habla de cierta fragilidad, tiene preciosos arreglos de teclados y aparecen
voces distintas en el relato, revelando que la canción es teatro para los
oídos. “Chemicals” y ese mareo de violines del principio que cede paso a un
arreglo de voces algo dramático y luego la canción toma ritmo, con guitarras
wah-wah y una batería poderosa, con el correr de los segundos la canción va
ganando dramatismo. “Crummy Man”, algo como un vals quebrado con propulsión de
bajo y batería con hermosas líneas de guitarra va anunciando eso de “para
mañana, un día lluvioso”. “Magic Meta” parece folklore mágico, con esos cambios
de velocidad que también suenan “nacionales”. Alguien hizo una canción que
suena de mi tierra pero en una tierra lejana. “Preacher’s Son Revisited” es una
pequeña diversión de samples de voces y cacofonía de sonidos. “Destroyer” es mi
canción favorita del disco, llena de ritmo y amargura pero que nos pone a
saltar y bailar haciendo la “air guitar” para sacarnos de encima toda esa
bronca contenida por el frustrante estado del mundo. La voz de Susanne brilla
como nunca en esas poderosas melodías. A los tres minutos y treinta tres
segundos la canción misteriosamente se vuelve más lenta y desconcertante, con
un genial solo de batería de fondo, a la guitarra se le acabó la nafta pero a
la batería no. “Snow Scene Glass Bulb” cierra este disco de magias, con
hermosas líneas de guitarra y con un final embrujado.
Y el disco se terminó y uno se demora un
ratito pensando en el universo de Hail. Pensando que no soy solo yo el que siente
disgusto por una realidad lamentable y que, acá, en estas músicas, quizás podríamos
encontrarnos para auto gestionar, lo que sea.
Bien, bien, bien. Lo que estas terminando
de leer ahora mismo es el post número 300 de Significados Invisibles. El 31 de
mayo de este año, en un pequeño hueco de tiempo libre entre obligación y
obligación, hice una rápida lista de once discos de los que quería escribir
para alcanzar esos trescientos posts. Los primeros nueve nombres en la lista
los escribí casi de inmediato, las dos últimas elecciones las pensé al volver a
casa. Estos once posts sobre once discos puntuales fueron algo así como un
efecto colateral de escribir fonolas por años. Como ya lo escribí antes, una
lista de canciones no deja mucho que discutir. Pues bien, ahora hay un extra
para leer. Y desde fines de agosto tengo en mente tres posts más. Ya lo decían
los enormes Go-Betweens: “De cualquier manera, el amor sigue”.