En este mes Significados Invisibles está cumpliendo ocho
años en Internet. Son 167 notas (168 contando esta entrada). Son 93 comentarios
hasta hace poquito. 53 comentarios de lectores y 40 comentarios míos. Estos
números inflan mi panza de orgullo. Estoy feliz del camino recorrido y hay algo
de camino por delante para seguir paseando. En el 2009 pensé en cerrar este
sitio y este año volví a pensarlo. La idea no sería dejar de escribir sino
declarar que un sitio ya dio todo lo que tenía para dar y continuar con la
escritura en otro blogspot. O continuar con otra forma de expresión que no sea
necesariamente escribir, como podría ser publicar dibujos o fotos. Con todo,
Significados Invisibles va a seguir. Y todas las otras expresiones que me
imagine pueden esperar o podría continuar esa veta en paralelo a estos textos.
Aparte de estar de fiesta, estoy de ideas, como siempre. Hoy
tome esta foto que ilustra este post y hace rato que estoy pensando en mis
dulces limitaciones. Porque así es, caro lector: hoy tengo malas noticias. Hay
cosas de las que no voy a escribir. Sí, es triste pero cierto. Nada mejor que
enfrentar esta cruda verdad ya mismo para no seguir con malos entendidos. Voy a
pasar a explicar porque hay temas de los que no voy a hablar; porque, por el
momento, me niego a hablar de ellos.
Razón 1: La obvia. Hay temas que no me interesan y no voy a
escribir acerca de ellos. Después de ocho años, creo que se imaginaran de qué
estoy hablando. Nunca escribí nada defendiendo al nefasto Macri, nunca hable de
agricultura, nunca hable de la farándula, etc., etc. Y la probabilidad de que
jamás toque estos tópicos es bastante alta.
Razón 2: Hay cosas de las que sí me gustaría escribir pero
no tengo suficiente información para hacerlo. Inclusive cuando una de las
máximas de SS. II es que yo escribo porque vos sabes, no quiero mandarme a
hablar de algo que me fascine sin tener ciertos datos básicos. Ejemplo: artes
plásticas. Desde que los conocí, siempre disfrute del trabajo del colectivo
artístico conocido como Mondongo. Trabajan como chinos y logran piezas hermosas
de arte. Pero yo no puedo decir nada de ellos. No sé de historia del arte, no
sé de técnicas pictóricas, no soy crítico de arte. Voy a hablar con amor de sus
obras pero el amor necesita de algunas coordenadas para hacer sentido social.
Porque yo escribo para que este texto te signifique algo, aunque luego ese
significado me sea imposible de ver.
Razón 3: Hay cosas de las que ya se dijo suficiente a mi
parecer. Ejemplo: The Beatles. A esta altura del partido (2013, más de 50 años
de cultura rock) suena redundante decir que The Beatles era una gran banda.
Cierto es que para un niño que se inicia en este asunto de escuchar rock y pop
ese puede ser un dato que le sea útil, pero para eso ya están las revistas como
Rolling Stone en donde los clásicos son bien tratados. Una de las últimas veces
que me cruce con una revelación acerca de The Beatles fue en una nota sobre
psicodelia que escribió Marcelo Montolivo para la revista Rock and Pop. En esa
revista usada que me prestó un amigo, Marcelo dijo que “If I Needed Someone”
del disco “Rubber Soul” del ’65 era una gran canción psicodélica. Hasta el día
de hoy le estoy agradecido por el dato y también sospecho que el bueno de
Montolivo llegó a esa conclusión con la ayuda de algo de su colección de libros
de rock. La nota era vieja, de fines de los ochentas o principios de los
noventas, y yo la leí en el ’95. Sí, los Beatles eran buenísimos pero yo siento
que nada de lo que yo escriba va a agregar algo nuevo. Mucha gente antes que yo
hablo más y mejor de ellos. Consulten esas otras fuentes.
Razón 4: Desde que empecé a escuchar música hace más de
treinta años, hay algo que siempre me llenó los ultra bolsillos de las re
contra bolas: la gente que escucha “buena música”. ¿Qué quiere decir “buena
música”? ¿Es buena porque no te putea, no te pega, paga todas sus deudas, trata
bien a ancianos y niños, cuida el medio ambiente, saluda a todo el mundo con
amabilidad? Curiosamente, esa gente que escucha “buena música” es la gente que,
generalmente, menos música escucha. Están
más ocupados sacándole lustre a la chapa dorada que dice “Escucho solo buena
música” que llevan en la solapa antes que en ver qué pasa con la música en
general. Yo no escribo de buena música, yo escribo de la música que me gusta.
Así de simple. Eso no la hace mejor que otra música. No hay música que sea
mejor que otra, hay diferentes músicas, diferentes expresiones, diferentes
valores. Yo no escribo de buena música y no me voy a sumar a debates estériles
acerca de si la cumbia es “buena” o “mala” música. A mí no me gusta la cumbia y
ese dato no significa nada en particular, no es ni bueno ni malo en sí mismo.
Razón 5: “La objetividad”. Cuando las “ciencias sociales”
aparecieron siglos atrás, la comunidad científica de las “ciencias exactas”
dijeron que las ciencias sociales no eran ciencia porque trataban con
existencias difíciles de mensurar. Luego una corriente de las ciencias sociales
trató de imitar el modelo de investigación de las ciencias exactas para así ser
consideradas ciencias. Finalmente, años de debate académico llevaron a una
instancia superadora más madura y se entendió que el concepto ciencia tenía que
ser redefinido para adecuarse a las necesidades humanas. Porque una de las razones
de ser de las ciencias es aportar soluciones a problemas humanos. Y los
problemas sociales que hay que resolver son tan acuciantes como los problemas
naturales. Solo con esa premisa uno ya justificaría ambas áreas de la
reflexión. Bueno, con la gente que le toca defender sus gustos musicales pasa
algo similar. Como el gusto musical es subjetivo y la cosa parece complicarse
cuando tenes que defender a tu banda preferida desde la subjetividad, muchos
recurren a datos objetivos, mensurables. Datos irrefutables que va a
demostrarle a cualquiera que a vos te gusta la música que es importante en
serio. Que tu banda favorita llena estadios, vende millones de discos, ubicaron
7 simples en el Top 10 en los últimos dos años, su guitarrista toca solos con
79 notas distintas en 2.7 segundos, el baterista es más preciso que un
metrónomo, etc., etc. Más allá de mis chistes flojos, puede que algo de esto
sea cierto pero eso no implica que a mí me vaya gustar. Conozco un montón de
bandas famosas y con grandes músicos que no me mueven ni un pelo. Música muy
bien ejecutada que no termina de decirme nada, música que nació para que otro
la disfrute. Siempre que mencione datos en SS.II solo lo hice a modo de
curiosidades, no creo haber defendido mis gustos desde datos, solo puedo
defender mis gustos desde mi subjetividad, desde mi amor por cierta música. El
reconocimiento masivo, o la falta del mismo, no nos habla de valores estéticos,
solo nos habla de una suerte circunstancial. Y los dones técnicos de un músico
son útiles para que lleve a cabo su expresión y luego me toca a mí, el oyente,
escuchar y decidir si sus expresiones me conmueven. Cuando escribo sobre
música, estoy en contra de la objetividad.
Razón 6: El respeto no le puede ganar al amor. Leí muchas
revistas de rock y siempre percibí esa suerte de engaño benigno que suelen ser
las reseñas de discos. Como el sello discográfico X paga la propaganda para que
la revista salga a la calle, el periodista Y no podía hablar mal del disco Z
(publicado por la discográfica X). Entonces cuando yo notaba que el periodista
Y no había disfrutado del disco Z, me divertía viendo cómo se las ingeniaba
para encontrarle la vuelta para no hablar mal del disco (ni muy bien tampoco
porque no se quería traicionar a él/ella mismo/a) y así terminaba escribiendo
algo que carecía de sustancia pero que era útil que el lector vaya a la
disquería y compre el disco Z. Yo no necesito escribir así. Cierto es que creo
que nunca me puse a hablar mal de algún disco o algún personaje del rock pero
yo soy de los que creen que uno también habla cuando uno calla. Para graficarlo
con un ejemplo: el heavy metal. El heavy metal es una música que yo respeto
pero ese respeto todavía no pudo volverse pasión. Solo quiero escribir de lo
que me apasiona. Yo sé del enorme trabajo que les llevó a esos músicos ensayar,
grabar, tocar en vivo y eso es valioso. Pero que sea valioso el esfuerzo no
convierte en valiosa a la música, uno como oyente elige convertir a una música
en valiosa. Ahora me acuerdo de la queja de Juana Molina que decía que a ella
no le molestaba que a la gente no le guste su música, le molestaba que no
reconocieran el trabajo que le llevaba hacer su música. “¡Cuánto laburo se tomo
esta mina para hacer esta porquería!” era una frase que ella hubiese esperado (y le hubiese encantado) leer de los
periodistas que reseñaron su disco independiente y no pudo leerla. Bueno,
cuando escucho a una banda extranjera como Van Halen o una banda nacional como
La Renga, es exactamente esa frase la que aparece en mi cabeza. Laburaron un
montón y son grandes músicos pero, qué lástima, la música no me gusta.
Concluyendo: en estas 167 entradas viste repetirse ciertos
nombres (Robert Wyatt, por ejemplo) y viste que había nombres que nunca
aparecían. Hoy tenes una somera idea del porque de estas omisiones. Y está bien
que te parezca indigno que yo nunca hablo de tu banda favorita. Yo te invito a
que conviertas tu indignación en un blogspot y que me invites a leerte y voy a
dejarte mi mirada. Porque la belleza de cualquier música es innegable. A veces
yo percibo esa belleza, a veces no.
1 comment:
Clap, clap, clap. Aplaudo fervientemente este enormísimo post auto-reflexivo. Las miradas retrospectivas siempre son interesantes, pero ud veo que no se conforma con eso y le imprime esa sensibilidad y esa nostalgia, tan suyas, que lo hace conmovedor. Snif (?)
A ver: como miembro de la hinchada de este blog, ávido seguidor y eventual colaborador, me permito alentarlo a que no cuelgue a SI. En lo personal creo que todavía tiene un par de cartuchos que gastar, y que van a valer la pena. El día que se termine (porque todo tiene que terminar alguna vez, lamentablemente) será carne para los buitres nostálgicos (como un servidor) que vendrán a servirse de estos posts tan copiosamente perfumados con un inconfundible dejo de melancolía, parte del encanto de estas páginas.
Pero todavía no. Es más, ya le he confesado mi interés personal porque se llegue a una década de Significados Invisibles. Ojalá que se de.
No quiero dejar pasar asimismo la oportunidad de señalar esa reflexión instalada en este post, qué carajo se supone que es la "buena música", una que ud hizo durante nuestra última conversación, cuando yo le pregunté qué se suponía que es "saber de música"... sigo sin saberlo. ¿Hacer bien un tipo de música? ¿Experimentar por un lado y no por otro? ¿Animarse a hacer esto, y no aquello? En fin, sé que ud. nunca fue muy amigo de las definiciones acartonadas, y por eso sigo viniendo por acá.
Es para resaltar también que desde este modestísimo espacio se siga haciendo lugar para esos nombres que no se leen en ningún lado mientras la revista que se vende el kiosco (sabe) te habla de los mismos artistas una y otra vez. Nunca va a faltar el buscador o la buscadora que, ávido de información sobre eso de lo que nadie habla, caiga en algún post perdido en la inmensidad de este archivo(como también ya ha pasado)
En lo personal, sobre esos temas que nunca ha tocado, ¿habrá espacio para algún post que sea -aunque no sustancialmente- sobre fútbol? Creo que en ocho años de historia apenas hubo algunas pocas líneas perdida por ahí, y punto. Sé cómo es la historias sobre el tema, pero hace poco se dio un suceso histórico del que sospecho que pudo haberle inspirado algunas líneas.
En fin, a pesar del miedo, yo también quiero vivir peleando, así que le mando un abrazo, y algún día nuestros caminos se volverán a cruzar. Saludos.
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