¡Que ensalada el 2001! Bueno, empiezo por donde puedo, como siempre. Camino a fines de aquel año salió el último número en papel de Esculpiendo Milagros. El número 16. El número anterior había aparecido en la primavera del 98. En aquella edición explicaban porque tanto tiempo de ausencia entre un número y el siguiente. No eran los mejores tiempos para una voz tan original. La crisis de aquellos años nos tenía en jaque a todos incluyéndolos a ellos. La ironía es que volvían tratando de dejar atrás tanta adversidad para que la crisis terminal que desembocó en la caída del gobierno de De La Rúa vuelva a nockearlos, esta vez casi definitivamente. Al día de hoy la revista no volvió a publicarse en papel pero nos queda el blogspot para seguir disfrutando de buenas lecturas. Retomo, entonces. Decía que vimos al gobierno de la Alianza caerse en aquel 2001 pero unos meses antes vimos también desmoronarse a las Torres Gemelas. No mencionó ambos hechos para resaltar la fuerza con la que esas anécdotas quedaron grabadas en nuestras memorias sino para graficar cuan frágiles son las estructuras que nos sostienen pues aun hoy hay en el fondo del rincón de nuestra mente fantasmas del posible nuevo desastre a venirse. Diez años después del 2001 mejor ver donde estamos parados con los ojos más abiertos que ayer.
La crisis del 2001 podría explicarse tanto aquí y allá y en todas partes, principalmente, como la resultante de una premisa escalofriante. El horror ético que supone que la rentabilidad económica importe mucho más que la gente que permite y colabora, queriéndolo o no, a que esa rentabilidad suceda. Cuando ya no somos más gente relacionándose sino más bien engranajes de una maquina irrefrenable que genera ganancias más allá de cualquier febril especulación es ahí cuando el desmoronamiento social está garantizado. Porque, pensalo conmigo ahora. ¿Qué paso en el 2001 en la Argentina? El gobierno de Fernando De La Rúa era la continuación del plan neoliberal que en los noventas Carlos Menem llevó a cabo. El éxito de un plan semejante yace en una abrupta reducción de los derechos humanos de la clase trabajadora y de las clases menos beneficiadas dentro de nuestro sistema capitalista (que hoy como ayer sigue con nosotros). Esta reducción trae una ampliación en las ganancias de los dueños del mundo. Si ya es desafortunado que haya gente que lo tenga todo y gente que no tiene nada, al menos la otrora idea del Estado Benefactor parecía disminuir la brecha entre ricos y pobres. Pero en los noventas no había lugar para nada parecido al Estado Benefactor e inexorablemente caminábamos hacia al abismo mientras la avaricia de los que más tienen crecía y las posibilidades de crecimiento de los que menos tienen caía. Tanto recorte llevó a la desesperación social y los empresarios ayer no supieron o no quisieron ver el tsunami que estaba a punto de desatarse sobre la realidad. Hoy, diez años después pienso que esa dolorosa experiencia le debió de servir de herramienta de algún modo al gobierno de Kirchner un par de años más tarde. Algo así como un as en la manga a la hora de negociar: “Miren muchachos si no aflojan algo a favor del pobrerío la gente se nos viene encima otra vez como en el 2001”. Y asustado como quedo el empresariado (solo un poco, nomás, no vayamos a creer que fue tanto el ruido y además la ambición parece más fuerte que cualquier miedo) hubo otro signo en el flujo en el que se desplaza la clase trabajadora, algo más positivo, más contributivo.
En USA las dos Torres Gemelas se vinieron abajo porque “Business are Business” Porque la guerra genera ganancias, eso no es un secreto para nadie y además gente hay de sobra y todo el tiempo se está muriendo gente por causas igualmente evitables como los accidentes automovilísticos. Más allá de mi amarga ironía, el asunto es que los dos aviones incrustándose en sendos edificios, además de representar una impresionante e incluso fascinante postal de destrucción apocalíptica que hoy por hoy buscamos ver en cada película catástrofe que Hollywood lanza, también dejo bien en claro que estamos todos a merced de lo que se les cante a los poderes de turno. Porque era necesaria una coartada para más carrera armamentística y entonces se incentivó la sensación de miedo y ansias de venganza en el pueblo norteamericano y de este modo usarlos como títeres para justificar más invasión al extranjero, más saqueos, para justificar más muertes inexplicables. Como me gustó, vuelvo a mencionar a Esculpiendo Milagros, esta vez en cita textual de un copete: “¿Quién se acuerda de Génova? ¿Y de la palabra “globalización”? El 11 de septiembre nació un nuevo mundo, que arrasó con los debates que se venían desarrollando en Europa y en Estados Unidos. Exquisitos, ayer decíamos “No-Logo”. Hoy decimos, perplejos, ‘No-War’”.
¿A que le decimos NO hoy? Diez años después, ¿Dónde está nuestra oposición? ¿Decirle que sí a Cristina Fernández de Kirchner y decirle que no a Clarín? ¿Qué significa el Premio Nobel de la Paz a Obama? Pienso que en este 2011 estamos mucho mejor aquí en Argentina que en aquel caótico 2001. Pero ¿sanamos o vamos bien por pura casualidad? Si ya pasamos por las crisis del ’89 y la del 2001 ¿acaso el futuro cercano traerá un nuevo crack? Trabajemos y pensemos para que no.
¡Contame el cuento y descontame el descuento! Así como el país se estaba comiendo a si mismo hace diez años, yo también estaba metido en una espiral descendente de auto desprecio y auto destrucción. Tuve mi segundo accidente laboral y ya con las dos manos rotas me baje de la rabia para no volver a subirme más. Intentamos sacar Sísifo Rabioso en aquel 2001 que finalmente empezó y terminó en un 2005 de muchos cambios en mi vida. El mismo 2005 que nació este blog que ahora vos estas leyendo. Y a mi modo me encontré con Dios pero nunca se me ocurrió pedirle nada, no sé que pedirle, en realidad. Sé que lo que quiero conseguir lo tengo que obtener con mis propios medios y con la ayuda de los seres humanos más hermosos que he visto en toda mi vida. Diez años atrás todo estaba muy negro para que pudiera ver. Entonces puedo decir hoy que estos diez años fueron un camino a la luz de mí, a la luz de todos. Te cuento lo triste y desgarrador que fue y te descuento cualquier resentimiento. Te cuento la alerta y te descuento cualquier angustia. Te cuento cuanta falta de acción y te descuento el pesimismo. El pesimismo es el refugio de los que quieren reflexionar menos.
Yo crezco en tu emoción. Buscame en tu emoción, es allí en donde yo estoy creciendo. Porque el premio de mi vida es tu alegría, buscame ahí. Yo te estoy buscando ahí, donde siempre hubo tesoros pero hace diez años yo no los veía. Buscame. Diez años después o mil años antes, si lo queremos, lo vamos a encontrar.
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