2007: se cumplen 40 años de psicodelia, 30 años de punk, 20 años de noise-rock, 10 años de raves ¿y? Bien, sé muy bien que hay varios ejemplos de cada estilo y/o movimiento musical/cultural, de los que acabo de mencionar, anteriores a los años’67-’77-’87 y ’97 respectivamente. El punto aquí no es descorchar y celebrar aquellos asuntos sino revisar esas historias en este presente.
De una forma o de otra, en cada una de estas instancias se pensaba y se actuaba teniendo en mente un diálogo entre la cultura oficial y una alternativa a lo que se veía como un sistema de opresión que deseaba homogeneizar impulsos y descartar todo aquello que no respondiera a una particular funcionalidad. Pero guardemos reparos, historicamente nos vendieron la idea del rock como un moviemiento rebelde, casi hasta revolucionario. No puede haber mucha rebeldía en algo manejado por el antojo de las leyes del mercado. En estos cuatro momentos del pop hubo ejemplos de criterio autónomo y espacios abiertos de reflexión sensata. Pero fueron los menos. En la gran mayoría de los casos lo que conocemos son diferentes maneras de una negociación que dejaba afuera cualquier gesto de cuestionamiento hacia un falso contrato social. Esto no puede llamarse mundo si siento, cada día, que mis sueños de la libre capacidad de cada individuo a elegir como vivir, se quedan en sueños para siempre. No, para mí, esta forma que tiene el mundo hace milenios es casi insoportable.
Dicen que cuando pasas los veinte y no te suicidaste ni te volviste loco, entonces transaste. Puede que sea cierto. No lo sé. Lo que sí sé es que hay una naciente insastifacción en mí. Hoy tenemos resuelto el asunto de la obtención de ciertas músicas. Hay mucha exquisitez estética al alcance de la mano, por vía de Internet, principalmente. Yo doy cuenta de ella cada vez que puedo. Pero el marcado descuido hacia el prójimo es preocupante y más marcado es cuanto más ajeno parece el otro. Porque creo que de eso se trata hacer y escuchar música: estar comunicados con otros. La dedicación por la tolerancia, la busqueda de espacios de autonomía, parecen vetustos aparatos indignos de ponerlos a funcionar. Pero atención, no me olvido que en aquellos años (en especial los sesentas y setentas) había muchisimas malas noticias para alimentar al desaliento pero a uno hoy aquí le queda la sospecha de que había maneras e gritar que el estado de las cosas no tenía nada de gratificante. Hoy, nuestra deseperanza social duerme en nuestras cabezas. O damos rienda suelta a toda esa impotencia convertida en ponzoña en cada una de esas charlas virtuales que leo por ahí en los blogs en donde los pibes pierden toda elegancia sopapeandose uno a los otros por nimiedades.
Ni falsas ilusiones ni oscuro nihilismo, las razones del poder no pueden ser las nuestras, al menos tal como yo veo al poder, como un bicho parásito que persiste chupandole la vida al resto de los desapoderados. Entonces nuestras mentes le tienen que encontrar nuevos caminos a nuestras razones. No hace falta que nombres al movimiento, tan solo falta la decisión de movernos hacia algun otro lugar, muy diferente a este rincón ruinoso de lo que nunca fue.
¿Y todas aquellas historietas? En cada una de estas etiquetas que empece nombrando se esconden todos los hermosisimos gestos de mujeres y hombres repletos del hambre de vivir. Más locos que la locura, eran gentes que buscaban en ese desenfreno de sexo, drogas y demás recipientes, la forma de dar con la luz de la eternidad, todas las formas del humor que se experimentaban en esos sacudones. La manera de reinventar eso mismo que todos somos pero de una manera acelerada, intuitiva. Permitirte la opción de volver a toda tu vida algo nuevo tiene su arte. Un arte alejado de las cadenas de producir y consumir y tan solo eso. Los que no cocinamos ninguna de aquellas salsas, nos aprendimos mal la receta. La cosa, creo, no pasa por con quien cojes o cuantas cosas te colocas en la sangre. Esas son las guirnaldas. La cosa pasa por decidir no dedicarle ni un segundo de tu tiempo a rendirle culto a cosas que no te interesan, que no necesitas. Y a su vez mantener un alto interes en todo aquello que te hermanaba con los demás y con la forma básica y desnuda de tu ser. Era algo así como ver venir a la inescapable instancia de morir pero rodeado de amor y no protegido por el enorme desamparo del comfort moderno.
Monday, March 26, 2007
Thursday, March 22, 2007
Shuggie Otis - Inspiration Information (1974)
Este disco salió en el ’74 pero por aquel entonces no le dieron mucha bola. En el 2001 el sello Luaka Bop lo reeditó para alegría de todos. Otra gran decisión del sello de David Byrne que, en su momento, no se olvidó de los magníficos A.R.Kane. En ese 2001 la revista Wire lo ubicó en el puesto 13 de los mejores 50 discos del año. El libro 1001 discos que hay que escuchar antes de morir también le daba un lugar a esta aparente gema desestimada. Y creo que en verdad lo es. Ninguno de los elogios antes mencionados alcanza la cumbre por donde vaga esta maravillosa música.
Yo voy a intentar mis piropos, a ver que me sale. Intentos que ya puedo ver que van a nacer pálidos comparados al brillo de Inspiration Information. Para empezar, vamos a lo simple. Basicamente es excelente música soul de los seventies pero que, aun hoy, suena novedosa y fresca. Ahora pienso en las trampas de hoy, que podemos revisar aquel pasado poco mencionado con otra perspectiva y distinguir con más facilidad lo grandioso de lo que no lo es. Una tarea demasiado difícil de hacer hoy, con la música del presente, con el exceso informativo que amenaza con secar nuestras ganas de esa delicia poderosa, la de sentarse, con los auriculares en las orejas, a escuchar atentamente un disco. Y este cd es digno de tal costumbre, es el premio que podes otorgarte. Romance, sensualidad, delicadeza, elegancia, ritmo...este disco deja encantado el ambiente y toda explicación deja de ser necesaria para así hundirnos en la tierna piel del final del día, en el otoño que de a poco nace. En la tierna piel de ella, con la suave sonrisa y algo escondida, sombras de la duda.
Más data: esta reedición trae 4 bonus tracks del disco Freedom Flight (’71), entre ellos el tema con pasta de hit “Strawberry Letter 23” y “Freedom Flight”, un tema instrumental de casi 13 minutos que es una exquisitez. Hay bastante funk también en estas 13 canciones, algunas cajas de ritmos, mucho hincapie en pequeños detalles sonoros. Segun dicen, Shuggie Otis es multiinstrumentista y toca todos los instrumentos acá. La impresionante belleza en composición y ejecución casi me hace creer imposible semejante proeza. Y se vuelve doblemente triste que el mundo le de la espalda a este genio de la música. Para mi desgracia, no se nada de él más allá de los dos discos que mencione. Por otra parte, recién lo conocí. Me habra caído la ficha hace unos meses. Y de buenas a primeras me encontre buscandolo y pronto lo encontre.
Vuelo de la libertad, la suma electrizante de esta inspiración e información, que transporta mis sentidos a una profunda fascinación, juegos del lujo de su risa mientras los nervios se agitan. Alfombra mágica sonora que huele a pan nuevo y cobijas viejas. Las cartas de la paciencia que escribe la nostalgia mientras la ansiedad quiere salir a pasear. Y como un fresco manantial de mañanas desnudas que se bañan descuidadas, desprevenidas de mi mirada, todas ellas solas murmurando ecos psicodelicos de esta música. Con sombrero y capa, Shuggie Otis puso todo este universo en vela a funcionar delante de mi frente de joven viejo. Yo no se como agradecerle. A mi me gustaría ser generoso y virtuoso y regalar algo semejante.
Yo voy a intentar mis piropos, a ver que me sale. Intentos que ya puedo ver que van a nacer pálidos comparados al brillo de Inspiration Information. Para empezar, vamos a lo simple. Basicamente es excelente música soul de los seventies pero que, aun hoy, suena novedosa y fresca. Ahora pienso en las trampas de hoy, que podemos revisar aquel pasado poco mencionado con otra perspectiva y distinguir con más facilidad lo grandioso de lo que no lo es. Una tarea demasiado difícil de hacer hoy, con la música del presente, con el exceso informativo que amenaza con secar nuestras ganas de esa delicia poderosa, la de sentarse, con los auriculares en las orejas, a escuchar atentamente un disco. Y este cd es digno de tal costumbre, es el premio que podes otorgarte. Romance, sensualidad, delicadeza, elegancia, ritmo...este disco deja encantado el ambiente y toda explicación deja de ser necesaria para así hundirnos en la tierna piel del final del día, en el otoño que de a poco nace. En la tierna piel de ella, con la suave sonrisa y algo escondida, sombras de la duda.
Más data: esta reedición trae 4 bonus tracks del disco Freedom Flight (’71), entre ellos el tema con pasta de hit “Strawberry Letter 23” y “Freedom Flight”, un tema instrumental de casi 13 minutos que es una exquisitez. Hay bastante funk también en estas 13 canciones, algunas cajas de ritmos, mucho hincapie en pequeños detalles sonoros. Segun dicen, Shuggie Otis es multiinstrumentista y toca todos los instrumentos acá. La impresionante belleza en composición y ejecución casi me hace creer imposible semejante proeza. Y se vuelve doblemente triste que el mundo le de la espalda a este genio de la música. Para mi desgracia, no se nada de él más allá de los dos discos que mencione. Por otra parte, recién lo conocí. Me habra caído la ficha hace unos meses. Y de buenas a primeras me encontre buscandolo y pronto lo encontre.
Vuelo de la libertad, la suma electrizante de esta inspiración e información, que transporta mis sentidos a una profunda fascinación, juegos del lujo de su risa mientras los nervios se agitan. Alfombra mágica sonora que huele a pan nuevo y cobijas viejas. Las cartas de la paciencia que escribe la nostalgia mientras la ansiedad quiere salir a pasear. Y como un fresco manantial de mañanas desnudas que se bañan descuidadas, desprevenidas de mi mirada, todas ellas solas murmurando ecos psicodelicos de esta música. Con sombrero y capa, Shuggie Otis puso todo este universo en vela a funcionar delante de mi frente de joven viejo. Yo no se como agradecerle. A mi me gustaría ser generoso y virtuoso y regalar algo semejante.
Saturday, March 10, 2007
Bailemos muy juntitos
Un poco de sinceridad para empezar: escuche poca música dance. Escuche más música electrónica, que no siempre es dance. Y no me destacaba por bailar bien en mis “disco nights” allá por los noventas. Pero hoy la ocasión que me puso a escribir fue encontrar el cd de Dual Sessions – “Jazz Rmxs” (2004) que trae “Cheek to cheek”. Hasta el momento es el mejor tema dance que escuche de todos los tiempos (¡una exageración nunca está de más!) Lo cierto es que este tema me sacudió desde el primer momento en que lo escuche por la radio en un aburrido día de trabajo. Me puse a bailarlo de inmediato mientras acomodaba latas de 18 kilos de adhesivo de contacto en tarimas sucias y rotas. Luego de tres años dí con el tema en un cd con archivos MP3.
¿Y porque lo encuantro excelente? Paso a explicar. Desde el vamos, el tema arranca con el sampleo “crudo” del piano de la canción. Crudo porque se escuchan los detalles de ruido de la grabación original, esa falta de limpieza deja en lo sublime a ese piano mágico de los cincuentas (¿cuarentas?¿sesentas?) El sampleo está en loop, o sea, se escucha esas notas rebosantes de optimismo una y otra vez durante casi toda la duración de la canción (3’17”). La repetición constante de una figura melódica, simple y pegadiza, es el truco más viejo de la música dance. Un truco que puede tener éxito y llevarte a la cima del placer o fracasar y hundirte en el fango del disgusto. Todo depende si la figura elegida te gusta y, les digo, a mi el sampleo me ENCANTA. Es enérgico, encantador, sonriente, tiene tanto positivismo que me resulta imposible no sentirme feliz en el microcosmos de su ritmo. Escucho esta canción y me siento muy, muy bien. Y la cosa no se queda acá...
Después de ese inicio insuperable, poco a poco se van agregando elementos que vuelven enorme al track. Ese bajo juguetón, los beats, la guitarra funky barata pero de la mejor, todos esos sonidos de teclados que llenan de espacio y brillo por donde suenan. La voz (siempre cautivante, siempre sonriente) de Louis Armstrong, también sampleado, obvio. Nuestro heroé en aquella música, en aquel país, en aquel tiempo. La voz de la chica que acompaña (aquí, en el presente) a Louis, que queda genial. Esas palabras: “Heaven....I’m in heaven”. La canción original es de Irving Berlin y tuvo muchas versiones. Esta versión es la que me enciende.
Hasta donde yo sé, este tema no fue un hit. Lo escuche pocas veces por la radio y no recuerdo haber visto el cd en las pocas disquerías dance a las que fui. De hecho, es el único tema en ese disco con un tempo relativamente alto. Las otras versiones de standards de jazz (My Funny Valentine, Blue Moon, etc) son más lentas, parecen destinadas a ser calificadas como “lounge” o “chill-out”, digo esto sin quere sonar despectivo. Solo indico que los otros tracks no son tan hermosos como “Cheek to cheek”, aun siendo bastante buenos.
“Vení, bailá conmigo, bailemos cachete con cachete” (o “muy juntitos” como canto yo mientras escucho el tema). En toda esa alegría festiva que brilla en el tema hay algo de un sueño. No solo se trata de bailar apretado a una dama, también se trata de sentir que uno está en un lugar en el que nunca antes estuvo.
¿Y porque lo encuantro excelente? Paso a explicar. Desde el vamos, el tema arranca con el sampleo “crudo” del piano de la canción. Crudo porque se escuchan los detalles de ruido de la grabación original, esa falta de limpieza deja en lo sublime a ese piano mágico de los cincuentas (¿cuarentas?¿sesentas?) El sampleo está en loop, o sea, se escucha esas notas rebosantes de optimismo una y otra vez durante casi toda la duración de la canción (3’17”). La repetición constante de una figura melódica, simple y pegadiza, es el truco más viejo de la música dance. Un truco que puede tener éxito y llevarte a la cima del placer o fracasar y hundirte en el fango del disgusto. Todo depende si la figura elegida te gusta y, les digo, a mi el sampleo me ENCANTA. Es enérgico, encantador, sonriente, tiene tanto positivismo que me resulta imposible no sentirme feliz en el microcosmos de su ritmo. Escucho esta canción y me siento muy, muy bien. Y la cosa no se queda acá...
Después de ese inicio insuperable, poco a poco se van agregando elementos que vuelven enorme al track. Ese bajo juguetón, los beats, la guitarra funky barata pero de la mejor, todos esos sonidos de teclados que llenan de espacio y brillo por donde suenan. La voz (siempre cautivante, siempre sonriente) de Louis Armstrong, también sampleado, obvio. Nuestro heroé en aquella música, en aquel país, en aquel tiempo. La voz de la chica que acompaña (aquí, en el presente) a Louis, que queda genial. Esas palabras: “Heaven....I’m in heaven”. La canción original es de Irving Berlin y tuvo muchas versiones. Esta versión es la que me enciende.
Hasta donde yo sé, este tema no fue un hit. Lo escuche pocas veces por la radio y no recuerdo haber visto el cd en las pocas disquerías dance a las que fui. De hecho, es el único tema en ese disco con un tempo relativamente alto. Las otras versiones de standards de jazz (My Funny Valentine, Blue Moon, etc) son más lentas, parecen destinadas a ser calificadas como “lounge” o “chill-out”, digo esto sin quere sonar despectivo. Solo indico que los otros tracks no son tan hermosos como “Cheek to cheek”, aun siendo bastante buenos.
“Vení, bailá conmigo, bailemos cachete con cachete” (o “muy juntitos” como canto yo mientras escucho el tema). En toda esa alegría festiva que brilla en el tema hay algo de un sueño. No solo se trata de bailar apretado a una dama, también se trata de sentir que uno está en un lugar en el que nunca antes estuvo.
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