Feo día para ir a Fiebre Internet
Esta es la historia de un lugar. Esta es la historia de un gran, y hermoso lugar. Es un lugar lleno de gente y de máquinas. Es un lugar donde se reúne mucha gente. Donde a veces la gente no se conoce, pero se junta igual. Donde no todos conocen a todos. Este un lugar donde la gente se junta por una sola razón. Esta es la historia de Fiebre Internet.
Fiebre Internet es un lugar muy grande, ahí por Moreno, donde van toda clase de pibes. Los pibes se juntan por una sola cosa: Internet. Y por Internet, van a parar ahí toda clase de chicos. De viciosos. Es un lugar donde un pibe entra, pone plata, pasa por una máquina, juega, habla, se conecta, se le acaba el tiempo cargado y se va. Esto, en Fiebre Internet, pasa todos los días y muchas veces. Así pasa con muchos chicos. Así pasa siempre.
Pero hubo un día en que no pasó lo que pasa siempre. Hubo un día en el que pasó algo que no siempre se da en un lugar como Fiebre. Algo totalmente inesperado. Algo que ni hasta el más loco o drogado de los pibes que van a Fiebre podía imaginar.
Lo que pasa es que, en un local de Internet -o “ciber”, mejor y más vulgarmente dicho- tan grande y tan importante como Fiebre, a veces pasan cosas raras. Pero lo más raro que pasó ahí, pasó justo en el día del que estamos hablando. Esto pasó en Noviembre del 2005. Un día que empezó siendo igual de común que todos los días.
Para empezar, era un día nublado. Era un día muy nublado. Todavía no se había largado a llover, pero faltaba poco. En cualquier momento, la lluvia empezaba. Pero claro, para los viciosos de verdad, no importa si llueve, si hay sol, si hay viento o si hay truenos. Lo que si importa es que Fiebre este abierta y que haya computadoras no ocupadas. Con esto, son los más felices del mundo. Y uno de estos viciosos, a quien vamos a llamar solo por sus iniciales, iba camino a Fiebre después de haber almorzado en su casa.
Este vicioso era D.D.R., también apodado Davis. DDR iba como siempre, a cargarse todo el tiempo que pueda pagar, sentarse en una máquina, conectarse en Internet, y jugar a un juego llamado “Mu”, un juego que te consume y te arruina la mente. Así que él entró, se paró enfrente de donde se carga el dinero y pasó por una máquina. Pero el dueño de Fiebre le avisó que había que esperar unos veinte minutos para jugar al “Mu”, por unos problemas del servidor. Así que DDR lo que hizo fue ver su casilla de correo electrónico. Y ahí fue cuando todo empezó.
Davis, vio que tenía un mensaje sin abrir. Era nuevo, le había llegado justo ese día. El título de este era “Advertencia: La foto más corrida por Internet”. A Davis, hace dos semanas, le había llegado algo con un título parecido: mostraba una foto de dos personas en un bosque con una imagen rara en el fondo, y unas palabras que decían: “Tienes que mandarle este mensaje a quince personas en los siguientes quince días o de lo contrario una desgracia te sucederá”. DDR no mandó el mensaje a nadie; lo eliminó. Pero esta vez al título le habían agregado la palabra “Advertencia”, y quería saber de que se trataba. Lo abrió, vio la foto, las palabras de siempre, pero más abajo había algo que no estaba la vez anterior. Unas palabras más: “No le enviaste este mensaje a nadie, y el tiempo se cumplió. La desgracia va a empezar ni bien termines de leer esto. No solo te va a afectar a vos, sino a todo y a todos los que estén alrededor tuyo.” Ni bien terminó de leer, Davis se fijó quién era el que mandaba esto; no tenía firma. Davis dijo un insulto en voz baja, y eliminó la carta. “Si, si, me va a pasar una desgracia y todo, si”pensó irónicamente. Lo que él no sabía era lo que estaba por pasar.
En ese mismo momento se largó a llover. Torrencialmente. Y después comenzaron los truenos. Luego los rayos y los relámpagos. Todo formaba una enorme tormenta. El agua empezó a colarse por las puertas y empezó a mojar el piso de Fiebre Internet. Luego empezó a caer más, y más. Y luego cayó un enorme relámpago; cortó la luz, y se apagaron todas las máquinas de Fiebre. Y luego cayó uno más, mucho más ruidoso y fuerte que el otro. Pasó un rato; todos los chicos que estaban en el ciber se quedaron quietos. Y ahí pasó algo totalmente inesperado: el chico que estaba en la máquina ocho, que sus iniciales son JNP, gritó de dolor. ¿Qué había pasado? El monitor de la máquina había estallado, y los vidrios del protector se le clavaron en el brazo. Apoyó el brazo en la mesa, porque le dolía mucho, y toda la cabeza de la computadora se le cayó encima. JNP gritó como loco.
Davis empezó a pensar en el mensaje que le habían mandado, pero no hubo mucho tiempo; estalló otro monitor, y fue el de la máquina en la que el estaba. Pero también se le cayeron encima los parlantes y la mesa entera. Davis quedó aplastado en el piso.
-¡Alguien ayúdeme!- Gritó. Fueron dos chicos y lo sacaron de abajo de todo. Pero justo ahí cayó un rayo enorme justo en la vereda del local y rompió todos los vidrios, de las puertas y las ventanas. Todos. Y a los chicos que estaban cerca de ahí, se les clavaron los vidrios en los brazos, las piernas y se ensangrentaron todo el cuerpo. Davis volvió a pensar en el mensaje. O esta era una casualidad loca, o el mensaje estaba maldito. Y ahí ocurrió otro fenómeno que atacó a Fiebre: un enorme trueno cayó en la terraza y perforó el techo, haciendo un agujero. Y ahí nomás otro trueno, y otro agujero. Y otra perforación más, y otra perforación más. Y la lluvia empezó a caer por todos esos agujeros. Y el viento, que hasta ese momento no había afectado al local, apareció soplando como loco, y parece que el viento soplaba tan fuerte, que hizo volar la cosa donde se ponen las bicicletas en la entrada, y la empujó adentro de Fiebre, y golpeó en todo el cuerpo a Davis (cara incluida). DDR cayó al piso.
-¿Qué está pasando?- Preguntó a gritos el dueño de Fiebre, pero el viento volvió a soplar fuerte y tiró abajo una computadora, justo encima de la cara de Davis. Ya no le quedaron dudas: el mensaje realmente traía desgracias, pero ya era tarde. Otro trueno hizo una perforación más, pero con un agujero más grande que los otros. El pedazo de techo casi le aplasta la cabeza a Davis de no ser porque se corrió justo a tiempo. Y ahí justo, nadie sabe porque, un chico, también vicioso, conocido como “Fede”, se asomó por la ventana destrozada: un trueno se le cayó encima, matándolo al instante.
-¡Ay Dios mío, mataron a Fede!- Gritó JNP
-¡Hijos de ...- Estaba por gritar Davis, pero cayó justo otro rayo, esta vez adentro del local mismo. El cadáver de Fede estaba tirado en el medio de Fiebre. Y ahí ocurrió lo peor que pudo haber pasado. Un trueno cayó justo encima de uno de los árboles, destrozándolo y quemándolo. El fuego avanzó por todo el tronco, y el viento empujó unas cuantas ramas adentro del local. Y después, empujo adentro al árbol entero. El fuego cayó encima de las máquinas y las mesas, y todo empezó a incendiarse.
-¡S acabó!¡Corran por sus vidas!- Gritó el dueño de Fiebre, y todos los que estaban ahí salieron corriendo desesperados afuera del lugar. Todos se alejaron del incendio. Mientras la lluvia corría sin parar, algunos se quedaron mirando como el fuego consumía todo lo que había sido Fiebre. A la larga, todos se terminaron yendo del lugar. Pero hubo uno que no. Y ese era Davis. Se quedó mirando como la lluvia apagaba las últimas llamas, viendo lo destrozado que había quedado el local.
-Se quemó todo... y todo fue por mi culpa. Por esa maldita cadena de correo- Se dijo a sí mismo.
-Pero no te preocupes. Ya van a abrir otro local.- Le dijo alguien, atrás suyo. Se dio vuelta y vio que era un hombre viejo, muy bajito, que andaba con un bastón.
-¿Y usted como sabe que van a abrir otro local? Ya se mudaron una vez, no les va a quedar plata.
-Yo me voy a encargar de que tengan suficiente plata como para abrir otro.- Le dijo el viejo.
-Si, si, como usted diga. Pero lo que pasa es que yo tuve la culpa.
-No, no tenés la culpa.
-Si, porque yo no mandé un mail a quince personas...
-No tenés la culpa de desconfiar de las cadenas de mails.- Lo interrumpió el viejo- La mayoría son todas una estafa, no pasa nada si no las mandás, y están hechas por personas solitarias y aburridas que no tienen nada mejor que hacer. Desde las que te cumplen deseos hasta las que te traen desgracias si no las pasás. Esas están hechas por personas. Pero hay otras, menores en número, que no las hace la gente común. Las hacen otra clase de personas.
-¿Quiénes?
-Dos personas, solo. Y de las cadenas que hacen estas dos, las dos tienen efecto. Maldiciones o cumplen deseos. Desgracias o suceden milagros. Pero solo las hacen dos personas.
-¿Y quienes son?
-No las conocés. Y vas a tener que esperar mucho tiempo, al final de tu vida, para conocerlas. A una podés verla sin hacer mucho. Pero a la otra te tenés que ganar el derecho de poder verla. Pero descuidá: no fue tu culpa y Fiebre ya va a volver a abrir.
Davis miró al viejo, parado ahí, tranquilo, viendo como lo miraba. Le parecía extraño que una persona tan vieja supiera tanto sobre Internet.
-Este, señor. ¿Quién es usted?
-Nadie. Solo una persona que espera verte al final de tu vida.
Y el viejo se retiró, tranquilo, caminando lentamente debajo de la lluvia. Davis lo miró y se quedó pensando un largo rato. Después miró lo que quedaba de Fiebre Internet, casi destrozada. Y después volvió a mirar donde debería estar caminando el viejo, pero ya no estaba. Davis se extrañó. Había desaparecido así, así nomás. Volvió a pensar un largo rato, y después terminó diciendo:
-Oia... y este, ¿quién carajo era?
Fin
Este cuento me lo pasó Mariano, mi sobrino, vestigio del futuro.
Fraternales saludos para todo posible lector y para él desde Significados Invisibles!!!!
1 comment:
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