1 – El autor
Abel Gilbert
nació en Buenos Aires en 1960. Publicó estos libros: Cuba de vuelta (1993);
Cerca de La Habana, Crónicas cubanas (1997); El Terror y la Gloria, La vida, el
fútbol y la política en la Argentina del Mundial 78 (1999, en colaboración con
Miguel Vatagliano); La Divina Cecilia (2001); Piazzolla El Mal Entendido (2009,
en colaboración con Diego Fischerman); Crónicas Macrianas (2016) y es uno de
los compiladores (y autores, junto a Martín Liut) de Las mil y una vidas de las
canciones (2019). Cuando escribí acerca de este último libro (ver post del 26
de julio de 2019) hablé sobre Abel. Su proyecto musical se llama Factor Burzaco
y editó 4 discos: I (2007); II (2011); III (2014) y 3,76 (2015). Yo escuche el
primero y el tercero y ese primer disco lo tengo en Cd original conseguido en la
disquería Zival’s.
2 – La tapa
Este excelente
libro fue publicado por la gran editorial Gourmet Musical. Mientras varios
libros que esta editorial ha editado tienen tapas multicolores, el libro de hoy
se ve distinto. Blancos, negro, grises, rojo. Sobre el granulado del revoque de
una pared figuran autor, título y subtítulo: Música y Sonido Durante La
Dictadura (1976-1983). Debajo, figura el dibujo de la silueta de un alambre de
púas que se va transformando en un gráfico de decibeles, que se va poniendo
cada vez más “ruidoso”. Los gritos y alaridos de dolores por torturas, golpes y
penetraciones o los silencios de los cadáveres. Desde la tapa ya se nos
advierte que vamos a ingresar a terrenos difíciles de andar y aún más
complicados de entender. Todo lo que yo tengo para ofrecerles son mis
vacilantes balbuceos. Les queda a ustedes ir a conseguir el libro para indagar
más sobre el tema.
3 – No fue sencillo
ubicarle
Fue en Zival’s y
en el 2011 que yo conseguí ese disco de Factor Burzaco. El libro de hoy lo
busque y compre acá en Moreno. Le dije el título a una muchacha que fue a
averiguar en la PC de la librería acerca de la obra. A los segundos me pregunta
por el autor. A los segundos se suma un muchacho a ayudar. Quizás buscaron por
cosa de un par de minutos, si otro hubiese sido el libro, probablemente lo
habrían encontrado al toque. Cuando los tres estábamos en la misma página de
los asuntos, llegó el momento de intentar ubicarlo en el local. No estaba en la
sección “Música”, estaba en la sección “Historia Argentina”. Puede que ellos me
hayan culpado de no pedir apropiadamente el libro y sí que estoy seguro de que los
culpé por no conocerlo (pero sin decirles nada). Pero, al terminar de leer la
obra, me puse a revisar para textos y descubrí que ese recuadro que figura en
la página 6, ese que lleva los datos bibliográficos del libro como para crear
la ficha de biblioteca del mismo, nos dice “Satisfacción” y no “Satisfaction”.
Más abajo dentro del mismo recuadro leo: “1. Historia Política Argentina 2.
Música”. La base de datos de la librería se guío por esta data. Las historias
de obras musicales y las historias de personas músicas, junto a las historias dolorosas
y oscuras de la dictadura cívico militar, pesan más que la crítica musical. Por
lo tanto, sí, estamos ante un libro sobre Historia pensado y escrito desde
sonoridades y musicalizaciones.
4 – ¿”
Satisfaction” o “Satisfacción”?
No obstante, el
otro sí es un error y es llamativo. La canción de The Rolling Stones se llama
“(I can’t get no) Satisfaction”. Esa misma que sonaba a todo volumen para intentar
tapar las brutales sonoridades que producen las brutales torturas a prisioneros
(muchos para siempre desaparecidos, algunos pocos luego blanqueados y
liberados, pero para siempre rotos). Yo sé que no es un error de Gilbert y no
sé exactamente de quien es. Pero te deja pensando: ¿De qué “Satisfacción”
estaríamos hablando? ¿De la que nos queda a los lectores de que por fin alguien
ha comprometido su tiempo, intelecto, emociones, recuerdos y demás recursos de
su hermosa actitud y preciosa curiosidad, para hurgar en documentos escritos y
audio visuales, para narrar, desde una nueva óptica, al Proceso de
Reorganización Nacional? ¿O la “Satisfacción” del deber cumplido que parecen
haber sentido aquellos humanos despreciables de las tres fuerzas armadas, las
fuerzas paramilitares, las fuerzas policiales, de gendarmería y del servicio
penitenciario? Sí, ya lo sé, no todos estuvieron involucrados, pero la mayoría
sí.
Voy a seguir
preguntándomelo, al no tener certeza, pero sí sé que los decibeles de aquella
canción stoniana van a venir acompañados, de aquí en adelante, de la mugre de
los torturadores. Claro, la canción no tiene la culpa, tampoco los Stones.
También podríamos ir llenándola de nuestra vitalidad al cantarla, bailarla,
tocarla… pero no nos permitamos olvidar por donde se oyeron sus sonoridades a
veces.
En la película
“Apocalipsis Now”, también está “Satisfaction”. Musicaliza el surfeo distendido
de unos soldados estadounidenses, entre Vietnam y Camboya, en plena guerra,
ponele para el año 1969 o 1970. La verdad, elijamos otras canciones de los
Stones para disfrutar, esta tiene mucho olor a mierda.
5 – Breves
apuntes
Página 15: una
cita de Georgina Born (ex Henry Cow, ex Feminist Improvising Group)
Página 34: una
cita de Alan Courtis (ex Reynolds)
Páginas 47 y 99:
alguien de Alas (Gustavo Moretto) habla con alguien de Factor Burzaco. ¿Para cuándo
una colaboración musical? Tal vez ya ha sucedido y yo no me entere.
Página 68: “Toxi
Taxi” es una canción de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y “Pabellón
Séptimo” es una canción del Indio Solari y los Fundamentalistas del Aire
Acondicionado. Para una siguiente edición, corrijan esto.
Páginas 93, 98 y
253: citas a obras del gran Norberto Cambiasso
Página 109: De
“la paranoia es quizá nuestro peor enemigo” a “la paranoia es nuestro mejor
enemigo” ¿Qué pasó aquí? ¿Error al transcribir? ¿Acto fallido?
Página 118:
¿Habrá alguien musicalizado esas líneas del Mano en El Eternauta?
Página 190: el
walkman aparece en 1980. Mi primer (y único) walkman conseguido en 1994. Mi
primer (y único) discman conseguido en 1998.
Página 246: Los luditas
del rock. Esta gentil ironía me habilitó una incómoda sentencia. Que quizás el
punk rock en Argentina nos quitó más de lo que nos dio a los oyentes. No puedo
asegurar como es que funcionó en el mundo de las personas músicas del rock y
pop.
Página 265: el
arte de tapa de Clics Modernos de Charly García. El domingo 12 de noviembre de
2017 el periodista y escritor Martín Pérez en el Suplemento Radar de Página 12
cuenta la historia. Uberto Sagramoso fotografió a C.G. en 1983 en New York
junto a una obra callejera de Richard Hambleton, alias Shadowman. Entonces, no
se trataba de un Siluetazo. Por otro lado, Pérez no habló de los siluetazos en
aquella nota. Hoy, ambos textos se complementan y dialogan.
De paso, más
textos de textos. El domingo 7 de marzo de este año, Mariano Del Mazo comenta y
entrevista a Abel Gilbert a propósito de esta obra. Busquen ese texto también.
Página 277:
aparece misteriosamente una tal “Ana” en un relato, sin que pueda yo asignarle
ni referente anterior o posterior a su mención. Hay otra leve incongruencia en
otra página del libro, pero no anoté ni número ni de que se trataba.
Página 278: Se
menciona el documental Nunca Más, emitido por Canal 13 en 1984. Figura el
vínculo que, de figurar en Internet sería hipervínculo, da con el video que
está en YouTube. Esta emisión fue musicalizada por “Bachiana brasileira 5” de
Heitor Villa-Lobos. Veo y escucho ese documento audiovisual y le encuentro una
semejanza sonora con un fragmento de la banda sonora del documental “Trelew La
fuga que fue masacre” de Mariana Arruti. En cierto modo, me sorprende la
conexión, como me sorprendió encontrar “Nothing Man” de The Deviants en la
banda de sonido de la película “La Hora de los Hornos” de Fernando “Pino”
Solanas.
Página 299: se
aclara que “no existe un disco o DVD comercial de” la obra musical “La casa sin
sosiego”.
Páginas 314 y 315:
¿Por qué los grupos Invisible, Incredible String Band y Pink Floyd no figuran
en la lista de Discos? ¿Por qué figura “Gerardo Gandini – La casa sin sosiego”
en Discos cuando ya leímos la nota al pie en la página 299?
6 – Una latente
primera persona
Abel Gilbert
ilumina con sus textos aquellas oscuridades de la dictadura. Se ayuda y nos
ilustra con arte de tapa de discos de vinilo, con fotos que suenan, con obras
de artistas plásticos, tapas de revistas, pentagramas. Y durante todo el libro
habla de sí mismo en tercera persona. Esta es una obra que se inició como
trabajo académico (si no entendí mal) y en esa clase de textos los autores
tratan de evitar el uso de la primera persona, puesto que eso es lo que se pide
de tales escritos. Sin embargo, el autor no deja de resonar aquí y allá con sus
anécdotas. Hasta llegar al punto en que deja de evitar ese yo. Si no hubiese un
yo con algo que le quema la mente para contar, probablemente no tendríamos
literatura alguna.
7 – Unas dudas
sobre el prójimo
Al escritor le
inquieta que un personaje horroroso como Videla haya podido disfrutar de una
obra musical que él mismo parece haber disfrutado. Personalmente creo que no me
parecería raro que un torturador se conmueva con las mismas músicas que me
conmueven. Primero porque ciertas positivas cualidades estéticas no
necesariamente vienen acompañadas de valores éticos y/o morales. Segundo porque
siguen siendo misteriosas las formas en las cuales las músicas nos hablan a
cada uno de nosotros. Cierto que el gusto viene añadido con un status. Pero hay
porciones de interpretaciones abiertas a los más diversos aspectos. Estas
conexiones no son tan directas y claras como a veces se nos presentan. Dejemos
la pregunta abierta y sigamos pensándolo.
Por otro lado,
desde la otra orilla de las cosas, lo tenemos a Miguel Abuelo. Este genial
artista publicó una de las gemas de la progresiva argentina y Norberto
Cambiasso la analizó en el libro “10 discos del rock nacional presentados por
10 escritores”. Al volver de su exilio europeo, a Miguel le pareció sensato y
razonable explicar las violaciones a los derechos humanos hacia las víctimas
como parte de los efectos colaterales de una supuesta guerra. La estúpida
explicación de los dos demonios en luchas armadas le pareció el marco de
interpretación correcto. Podemos concluir que abrazamos las creaciones
musicales del cantautor y repudiamos su pobre juicio sociopolítico. Y que ser
un maestro de las melodías no lo convertía en un maestro del raciocinio.
8 – Reemplazos
Ya no recuerdo si
lo dijo solo en la entrevista del suplemento Radar o también lo afirmó en el
libro. Abel nos remarca que casi no hay obras musicales que hablen de la
dictadura de manera clara y explícita. Quizás porque los creadores patean la pelota
afuera. Tal vez porque los sellos discográficos locales solían cancelar esa
posibilidad. Quizás se trate de que nuestras frágiles democracias complican el
panorama. No nos olvidemos de los tres intentos de golpes de estado que sufrió
Alfonsín. El neoliberalismo de Menem que habilitaba la libertad de mercado como
práctico censor de interpeladores musicales. Solo con la aparición del
kirchnerismo pareció haber viento a favor para narrar aquellas atrocidades.
Pero al rock y al pop les llegó la masacre de Cromañon y, desde entonces, todo
ha quedado desdibujado. Ayer no quisieron (o no pudieron) hablar de la
dictadura y ayer tampoco han querido hablar del horror en el boliche de Once.
Más allá de
rescatar creaciones tales como “La vaca soñada” (canción del grupo La Fuente) o
“Criminal Mambo” de los Redondos (también ese inicio de descargas eléctricas
del inicio del disco Luzbelito), yo me propuse armar sucedáneos extranjeros a
una posible musicalización de las calamidades de la dictadura.
Por ejemplo: Mi
enfoque de “Death Valley 69” de Sonic Youth junto a Lydia Lunch que yo solía
transformar en castellano como “Argentina en el 76” cambiándole toda la letra.
Los gritos de una chica en “The Boiler” de The Specials. Los experimentos
vocales de Yoko Ono o Diamanda Galás acompañados por The Ex o Dog Faced
Hermans. El infierno musical de los mejores Birthday Party. Los Pop Group (o
las lecturas de ellos en los 90s de los Moonshake) quienes cantaban “in the
prisons of Argentina” en su canción “Feed The Hungry” en 1980.
Esos primeros
segundos inolvidables de “Red Bird Part 1” de Trevor Wishart, obra que lleva, a
modo de subtítulo, “A Political Prisoner’s Dream”.
Como Gilbert
traza un paralelo entre el Genocidio Judío que perpetraron los nazis alemanes
en Europa con la dictadura cívico militar argentina, ese correlato me llevó a
recordar lo que el escritor español Adolfo Marín dijo que Genesis P. Orridge
(Throbbing Gristle) afirmó al volver de una visita de las instalaciones del
campo de concentración de Auschwitz a fines de los setentas: “está listo para
poder reutilizarse”.
9 –
Entretenimiento a través del dolor
Un par de
párrafos más antes de concluir este larguísimo post. Justo cuando leía el libro
me encontré con un video del youtuber conocido como Magnus Mefisto en su canal
llamado ElDiaQue. El video se llama
“El día que hubo una masacre en El Mozote”. En ese documento audiovisual se
narra lo que pasó el 10 de diciembre de 1981 en un pueblo de El Salvador. Ese
horror ilimitado que cometieron aquellos asesinos uniformados en Centroamérica
tuvo lugar gracias al apoyo de EE. UU y el entrenamiento que aportó la
dictadura argentina. Por otra parte,
como Gilbert habla de los Monty Python al principio, eso me hizo recordar la
película “Brazil” (1985) de Terry Gilliam, un ex Monty. En ese film hay una
parte de humor negrísimo donde una maquina va imprimiendo las declaraciones que
le van extrayendo a un prisionero torturado y en la hoja impresa podemos ver un
montón de letras A una al lado de la otra, demostrando que no podían sacarle
ninguna declaración que no fuesen alaridos de dolor.
10 – Book In
Opposition
Abel Gilbert
quiere músicas que llamen a las cosas por su nombre. Quizás los nuevos
feminismos que están hoy en las luchas sociales traigan frutos musicales así. Estos
son inciertos presentes y los futuros son más inciertos aún. Lo que tenemos de
cierto es esta maravillosa obra que me puso a escribir montones de cosas. Este
libro nos ayuda a re escuchar aquellos días idos y también colabora ha
decodificar ciertos presentes. Aunque no nos guste admitirlo, el horror no nos
es ajeno. El oscuro corazón de la bestia puede volver a latir. Estemos alertas
y juguetones. Con risas y melodías podríamos ir venciendo nuestros miedos. El
miedo es el mejor alimento para la bestia.