Friday, July 26, 2019

Las mil y una vidas de las canciones – Autores Varios


 

1 – El domingo 28 de abril el suplemento Radar de Página 12 vino con una nota firmada por Sergio Pujol, hablando sobre este libro que Gourmet Musical publicó para el deleite de todos. Tiene 261 páginas y trae 10 ensayos, cada uno con su bibliografía, sobre 10 obras musicales. “Las mil y una vidas de las canciones” es un gran libro, voy a intentar explicar porque sostengo esto.
2 – A decir verdad, si Pujol no hubiese escrito que uno de los autores es Norberto Cambiasso, quizás no me habría apurado en conseguirlo. Pero la sola mención del nombre del autor de “Vendiendo Inglaterra por una libra” hizo que se vuelva obligatorio para mí obtener esta obra. Por supuesto, el texto está muy bien, es genial, como todo lo que escribe Norberto pero… a mi me sonó a más de lo mismo, teniendo en cuenta que citó su propia obra, a saber: “Vendiendo…”, “Que cien flores florezcan” y “El oído inalámbrico”. Increíblemente, luego de treinta años de esmerado esfuerzo, sus escritos permanecen un tanto desconocidos para las masas. Por lo tanto, está totalmente justificado, el hecho de volver una vez más a eso de lo cual ya había escrito. Después de leer esto, por favor, no vayan a creer que Cambiasso se volvió redundante, lo que pasa es que yo esperaba otra cosa, que hable de otra obra. Que la torpeza de lo que yo espero no te deje sin leer este libro de hoy.
3 – Otro viejo conocido que aparece en este libro es Abel Gilbert. Una de las personas detrás de Factor Burzaco, el coautor de “Astor Piazzolla, el mal entendido” junto a Diego Fischerman, el autor del prólogo de “Vendiendo…”. En fin, uno de esos incansables humanos detrás de los más variados proyectos. Nuestra cultura necesita de mucha más gente así. Aquí, no solo escribe, también compila junto a Martín Liut.
4 – Cuando Pujol escribió sobre este libro en el Suplemento Radar, la nota fue ilustrada con un fotograma de la serie “Breaking Bad”. Resulta que una de las obras analizadas en este libro es “Quimey Neuquén”, canción grabada por José Larralde y luego remixada, muchos años después,  por Chancha Vía Circuito, quizás sin que Larralde lo sepa. La canción musicaliza ese episodio en el que Walter White esconde los barriles llenos de guita en el medio de la nada del desierto. Cuando la escuche, me pareció que lo que sonaban eran Los Olimareños. Se nota que no sé mucho de folclore nacional. Es curioso, en aquel 2016 en el que vi la serie completa, yo me había quedado enganchado con la canción “Black Night” de Badar Ali Khan. Nunca se me ocurrió seguirle la pista a esta canción hasta que llegó este libro a ilustrarme de todo eso que nunca averigüé.
5 – Esto último que destaque, eso de no darle bola a algo cantado en castellano, me da pie a comentar lo que sigue. Solo cuando ya estaba cerca de terminar de leer este libro, noté que todas las obras tratadas son argentinas. Este libro no solo habla de músicas, también habla de situaciones culturales, sociales y políticas. Habla de coyunturas muy nuestras. Habla de pequeños tesoros y de enormes problemas. En cada ensayo hay un tiempo que es analizado. Nuestras distintas etapas como país, pasando de dictaduras atroces a democracias débiles, son tratadas a la par de la crítica estética. Y por esto también, se vuelve necesario leer este libro y tenerlo a mano.
6 – En una obra escrita con rigor y pasión llama la atención un par de pifies que vi por ahí. Más precisamente en la página 187. En la misma se habla de Daniel Melingo en relación al sello Catálogo Incierto en donde se editó “Noches agitadas en el cementerio” de Todos Tus Muertos. El autor, en realidad, se estaba refiriendo a Daniel Melero. Entre el ex Abuelos de la Nada y el ex Los Encargados hay una amplia diferencia estética, sin hablar de meritos artísticos, que, a mi juicio, ambos los tienen. Cuando uno va a revisar los índices temáticos, ni Melingo ni Melero aparecen. Se ve que alguien revisó el ensayo pero no corrigieron el error. Para la próxima edición, por favor, corríjanlo.  Por último, en la página 209 nombran “Amigo/White Trash”, un cover que hacían (¿hacen?) los Attaque 77, que es una mezcla de la canción de Roberto Carlos (quien sí es mencionado ahí) y la canción de Sumo (quienes no son nombrados).
7 – Más allá de estos pequeños errores, hay enormes aciertos. Uno de ellos es la hermosa decisión de analizar, con precisión, como es que fueron compuestas las canciones, describiendo tecnicismos musicales, y luego como eso mismo fue mutando de versión en versión. Siendo populares las canciones analizadas (algunas muy populares), los lectores tenemos a mano las músicas para luego volver a esas descripciones y ampliar el campo de la escucha. Nutrir nuestra escucha con vocabulario de musicólogos. Una maravilla. No todos tienen la capacidad de analizar así. Yo no la tengo. Está muy bueno que hay quienes sí y que hay una editorial que los publica.
8 – Como uno de los asuntos del libro es la trashumancia, según yo lo entendí, la forma en la que las canciones van cambiando de gente en gente, de tiempo en tiempo, me quede pensando en cuales sería mis ejemplos favoritos de esas alteraciones de versión en versión que experimentan algunas canciones. Y encontré tres. La primera que me vino a la cabeza es “Hello Stranger”, desde el doo-woop de los sesentas de Barbara Lewis a la suspensión avant-pop de Julia Holter. Aun recuerdo a Holter en vivo en aquel recital (ver post del 10 de octubre de 2016) cantando un rapidito “shu-bap shu-bap” antes del “my baby blue”, cosa que no hizo en el disco. Julia tirando una huella de aquel original, imprevistamente. La segunda canción que recordé fue “Memories”, de los Soft Machine, desde la psicodelia inglesa de los sesentas hasta el soul de la vanguardia de los Material, el proyecto multifacético de Bill Laswell, en esta ocasión con la voz de Whitney Houston. Houston hace un hermoso trabajo recodificando la letra de Hooper y trayendo la voz de Wyatt a los ochentas. Y, por último, me acordé de la ultra conocida “Satisfaction” de los Rolling Stones, re versionada desde el humor (Devo), la corrosión (The Residents) y el intimismo (Cat Power). Esta última versión es muy distinta al original, de hecho Cat Power se abstiene de cantar el ultra conocido estribillo, dejando a la canción desnuda de su atributo más famoso, transformándola en algo casi irreconocible.
9 - ¿Qué mas agregar? Nada. Comprá este libro, ayudas a una editorial valiosa y te ayudas a vos misma/mismo. Nutrís tu cabeza de literatura inteligente y volves a aquellas canciones y obras desde otro enfoque.

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