Dedicado a mi amiga Marisol
M., la muchacha cuya expresión inició este post.
La cosa empezó así: en
noviembre de 2011 hicimos la obra de teatro en el Rojas. Para celebrar que nos
había ido bien y que nos habíamos divertido un montón haciéndola, fuimos a
tomar helado en patota. En ese tumultuoso grupo de personas estaba Marisol y su
novio Cristian, este último llevaba una remera verde con el nombre “Autechre”
impreso entre varias figuras geométricas abstractas. Nunca en mi vida había
visto a alguien con una remera recordando al dúo tecno experimental y lo
felicite, con un gesto, por su decisión. Luego me entere que él no sabía nada
de esta agrupación y me decidí a prestarle un cd (LP5) y una revista
Inrockuptibles en la que hablan de ellos. Meses después, Marisol me devolvió el
cd diciéndome, entre otras cosas, “¡Esto no es música!” Escribiendo las fonolas,
y recordando esas historias detrás de esas canciones, me acordé de esta
anécdota y se me ocurrió que podía decir algo más.
Las fonolas, dije. Sí.
Compré LP5 de Autechre en 2002, en su formato original. Estaba de oferta en una
disquería del micro centro. Es un disco de 1998. Si buscan en el listado de
canciones que son las fonolas, tienen que ir a la número 513, ahí ubique el
track llamado “Fold4, wrap5”. LP5 es el único cd que tengo de Autechre. Quise
conseguirme más discos de ellos pero algo siempre me detuvo de hacerlo. En
estos últimos tiempos lo voy entendiendo mejor.
“¡Esto no es música!”
Claro, yo la entiendo a Marisol: nadie canta, los tracks tienen estructuras
rítmicas complejas que los vuelven difíciles de bailar y a veces da la
sensación de que es música compuesta y ejecutada con la idea de no bailar y
sentarse a escuchar. ¿A escuchar qué? Confieso que cuando armaba la lista en
particular en donde está esta canción (Fonola de materia gris número 11) tenía
ganas de darle la razón a ella. Hoy volví a escuchar LP5 para escribir esto y
ya no me parece tan así. Y aunque esto para mí sí es música, igual hay algo que
me impide seguir buscando discos de estos tipos.
¿Escuchar a quien? Hay
ciertas músicas que tienen que venir acompañadas de literatura. Los músicos
podrían describir desde donde es que parten y hacia donde se dirigen cuando
hacen la música que hacen. Los periodistas podrían detallar bajo que paradigma
se mueven ciertas expresiones musicales. Porque todos empezamos poniendo la
orejita en lo que está sonando ahí, pero con más ideas en la mente, la orejita
escucha más y distinto.
En varias ocasiones
mencione a la revista musical inglesa Wire. En la época del 1 a 1 menemista me
conseguí varios números en Tower Records, una cadena de disquerías de allá que
puso un par de sucursales acá. Esto paso entre 1997 y 1998, luego la paridad
dólar-peso se hico añicos y ya no hubo revista importada al alcance de la mano
de un obrero del suburbio. Pero en internet la revista sigue promocionando sus
contenidos, incluso se pueden conseguir materiales que ya fueron publicados
anteriormente. Yo siempre me bajo las listas de lo mejor del año. Y siempre me
daba un poco de fastidio ver que en cada oportunidad se repetía un hecho: son
listas donde aparecen nombres que nunca aparecen en ninguna otra lista de las
otras revistas musicales extranjeras. La razón es simple de verse cuando se
indaga: todos esos nombres que solo Wire escucha se corresponden a espectros particulares de la música. Me puse a
chequear en Discogs cada uno de esos nombres arcanos que antaño no les daba
bola y había etiquetas repitiéndose constantemente: “Classical”,
“Experimental”, “Minimal”, “Drone”, “Abstract”, “Ambient”, “Contemporary”. Wire
es la revista que habla de todas esas músicas que no son música. Músicas que no
son música porque te aburrís como un loro escuchándolas. Músicas que podrían
volverse apasionantes si alguien más te guía en el medio del aparente desierto
de la nada sonora.
Tengo el número 173 de la
revista Wire de julio de 1998 en donde aparece la reseña de LP5 a cargo del
periodista Rob Young. Hace poquito me acorde de esto, cuando armé la lista no
lo tuve en cuenta. A Rob no le gustó el disco, no así al periodista Philip
Sherburne, de la misma revista, que eligió al disco de Autechre como el mejor
del año….1999 (una de dos, o le llevo más de un año apreciar LP5 o en 1999 no
escuchó nada mejor que LP5 del año anterior). Por otra parte, Autechre es un
clásico de las listas de lo mejor del año de Wire: “Exai” (cd doble) de 2013
apareció en el puesto número 13 y “Oversteps”, su disco de 2010, apareció en el
puesto número 20. ¿Podre disfrutar de estos tres discos sin tener alguna idea
de por qué carajo suena lo que suena? ¿Sin alguna idea de porque son tan buenos
discos como para que un grupo de gente diga que fueron lo mejor de un año en
particular? Porque no es tan importante lo que digan los músicos o los
periodistas, en definitiva el que tiene que elegir y decidir soy yo. Pero si
pudiese escuchar esas otras voces, yo contaría con herramientas extra para
tomar mis decisiones como oyente. Si las historias siempre me las cuentan
fulanito y menganito, y siempre eligen contármelas de la misma manera, entonces
las historias nunca terminan de ser del todo mías.
¡Esto no es música! Rob
Young dijo del tema que yo elegí como favorito del disco lo siguiente: “ ‘Fold
4, wrap5’ speeds down and slows up in untranscribable fashion”. Algo así como
“ese tema se desacelera y ralentiza de una manera imposible de transcribir” en
un disco “cargado en exceso de ornamentos” según él. Los cambios de velocidad
de ese track fueron los que me hicieron elegirlo. Con su literatura yo pienso y
luego produje mi literatura. Por eso lamento que las fonolas sean listas de
canciones sin más (¡mirá todo lo que me llevo hablar de una sola canción!). La
cantidad de literatura que podría producir y no lo hice es grande pero hacerlo
volvería a las fonolas algo imposible de hacerse. Pero también estoy feliz de
no estar de acuerdo con Rob.
Y sí, Marisol, tenes
razón, esto no es música. Esto es mi música. Apretá play y escuchá, ahí estoy
yo, mi ánima moviéndose más rápido y más lento de maneras imposibles de
transcribir en palabras. Mis pies no se mueven y mi mente baila. Busquemos
nueva literatura en nuevas músicas, hay más jardines para inaugurarle al amor.
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