Saturday, May 13, 2017

Q Lazzarus – Goodbye Horses (1991)


En 1991 Jonathan Demme publicó su película The Silence of the Lambs, que en nuestro país se conoció como “El Silencio de los Inocentes”. Un gran film, según mi manera de mirar y pensar cine. Esta producción supo darme escalofríos la primera vez que la vi, hace una banda de años. Con el paso del tiempo, uno se va acostumbrando a su sordidez, uno se anestesia de su violencia a través de la sobre exposición, tal cual fuesen, esas imágenes, las noticias de hoy. Las noticias de hoy son un show deshumanizante.
Esta película tiene una hermosa banda de sonido. Canciones que realzan la pesadilla de los momentos en ese infierno con forma de hogar en el que vive el asesino serial, que el personaje de Jodie Foster busca atrapar antes de que mate a la hija de una senadora. (Todo un dato, ya lo ves). Escuchamos “Alone”  (Colin Newman, 1980) mientras la víctima, desde el  fondo de un pozo, pide a gritos que la saquen. Escuchamos “Hip Priest” (The Fall, 1982) durante la tensa búsqueda de la futura agente, aun estudiante en la academia, del F.B.I. Ya dentro de la casa del monstruo y casi a oscuras, esta parte de la película (la de la Foster apuntándole temblorosa a la nada) te agarra de las bolas en lo que dura. Y antes de esta última escuchamos “Goodbye Horses”.
“Goodbye Horses” es el homenaje estadounidense a comienzos de los noventas de aquel postpunk británico de fines de los setentas y principios de los ochentas. Q Lazzarus continúa con la misma línea estética que pensó el que armó la banda de sonido. Esta banda bebe de la misma fuente de la que supo beber la banda argentina La Sobrecarga: el grupo postpunk inglés Wire. (“Pink Flag”, “Chairs Missing” y “154”: imperdibles discazos de este combo, busquen también las carreras solistas y demás grupos que armaron cada uno de los cuatro involucrados).
Aparte de buscar esta canción, y el sentido cover que hicieron los Wild Beasts de la misma, también pueden buscar la letra y la interpretación que el autor tuvo al escribirla. Si no entendí mal, la idea de decirles adiós a los caballos funciona como una metáfora que propone decirle adiós a lo mundano, poder tener alas para volar más allá de lo terrenal y finito para entender formas un poco más trascendentales de vivir la vida. Pero viendo la película yo entendí otra cosa.
Buffalo Bill, el asesino en cuestión, quiere volverse otra cosa. Cree que el hecho de ser hombre le trajo como consecuencia sufrir una infancia brutal de abusos físicos y humillaciones. Tanta violencia de ayer lo llevó a un presente en donde quiere volverse mujer. Vive su fantasía como si fuese creadora, como si fuese Eros. Pero, en realidad, su fantasía es autodestructiva, es Tanatos. Es él quien canta frente al espejo: “Adiós caballos, estoy volando sobre ustedes”. Es él quien le pone a esta canción un escalofrío extra del cual no me puedo librar cada vez que escucho la canción. “Goodbye Horses” funciona en él, a través de él, no como el canto de alguien que quiere cambiar de vida, funciona como el canto de alguien que ya no quiere vivir más.
Los caballos representan las pasiones terrenales. Y creo que también representan nuestros apetitos y nuestros caminos que recorremos para poder saciarlos. Yo no sé qué sería de mí sin mis apetitos, sin mis pasiones. Yo no sería nada si no tuviese siempre esa hambre por vivir. No quiero decirles adiós a mis caballos, quiero vivir creyendo que podemos traer plenitud de cielo a la vida de todos los días sin dejar de cabalgar la sed.

Ese es el escalofrío que me recuerda la esplendida canción “Goodbye Horses”: el de la sombra de la muerte que golpea a las puertas de la mente. Es el límite entre lo oscuro y la luz. Es la clase de escalofrío que me lleva a agradecerle a la nada, a la pura coincidencia, el estar respirando ese mismo aire que vos estas respirando ahora mismo.

Monday, May 08, 2017

BAFICI 2017 – 5 películas


En el medio de un amplio mar de mosquitos (mosquitos en Moreno, mosquitos en Capital Federal, mosquitos en donde pusieses los ojos) fui al Festival Internacional de Cine Independiente en su décimo novena edición. Fui los últimos tres días: viernes 28, sábado 29 y domingo 30 de abril. Vi cinco películas, ya mismo les cuento cuales.
1 – The Girl with All the Gifts de Colm McCarthy (4 Macos). Un film británico que vimos el Pequeño Saltamontes y yo en el Cine Gaumont (lo mismo que la siguiente película: la misma sede, la misma compañía). La historia sería más o menos así: un hongo infesta a los humanos, volviéndolos zombis. En la siguiente etapa, este hongo se vuelve planta con frutos y todo, usando a los humanos como el suelo con nutrientes. Trabajando para encontrar una cura, vemos a un grupo de científicos y militares en una base, aparentemente lejos de todo. Diversos percances devienen en cambios de escenario y la chica, de la cual venimos siguiendo su historia, va tomando nuevas formas de protagonismo. El humor negro, las dudas éticas (¿tengo que dar la vida por alguien que no daría la vida por mí?), el lugar de la ciencia, el lugar de la docencia; en fin, un montón de cosas a seguir pensando en una muy buena película. Me resultó curioso que una de las heroínas del film sea una maestra, estando nosotros, los espectadores, a escasos metros de la Escuela Itinerante que mis compañeros tuvieron que armar frente al Congreso, para hacer oír un reclamo que aun sigue sin resolverse de parte de uno de los peores gobiernos democráticos de los que guarde memoria.
2 – Lady Macbeth de William Oldroyd (4 Macos). Otro film británico del año pasado. ¡Ojo al piojo! No confundirse al personaje de Shakespeare con este personaje. Esta película está basada en el libro “Lady Macbeth of the Mtsensk District” de Nikolai Leskov. Acá estamos en la Inglaterra pero de fines del siglo XIX. La protagonista es una joven y hermosa mujer que va experimentando transformaciones. Al principio ella es sumisa y está presa de la opresión patriarcal, pero poco a poco va liberándose. Paulatinamente también ella va tomando decisiones cada vez más cuestionables hasta degenerar en la violencia inhumana, en la falta total de amor al prójimo. La actriz maneja muy bien las riendas del feroz personaje que le toco interpretar y la película tiene una hermosa fotografía. Las polémicas y delirantes reacciones de ciertas personas del público son tan solo una muestra más de que la que manda hoy es la confusión, no la reflexión.
3 – The Edge of Seventeen de Kelly Fremon Craig (4 Macos y medio). Una hermosa comedia estadounidense del año pasado. Una chica de 17 años es la protagonista de esta “coming of age” que te hace reír a carcajadas y que también te deja moqueando un toque. La piba entra en crisis cuando su amiga de la infancia se engancha con su hermano mayor. A partir de ahí, todo parece desmoronarse en su mundo y la vemos a Nadine, la protagonista en cuestión, arrastrando su manojo de inestabilidades por donde quiera que va. Grandes actuaciones y un guion que trata de evitar lugares comunes y lo logra, según creo. Al salir del Gaumont ese sábado, una manifestación de veganos pasaba por Avenida Rivadavia yendo a Congreso.
4 – If I Think of Germany at Night de Romuald Karmakar (3 Macos y medio). La dieron gratis al aire libre en el Parque Centenario. Un documental alemán sobre la música electrónica de diversos géneros (básicamente house y DJs). Está bastante bueno pero tuvo una carencia fundamental que nos dejaba a los espectadores jugando a las adivinanzas. En la pantalla no figuraban los nombres de los entrevistados al momento en que aparecían. Tenías que esperar al final, cuando llegaban los títulos de cierre, para enterarte de quienes fueron los protagonistas. En el ínterin yo solo logre reconocer a Ricardo Villalobos (me debo hace más de diez años la escucha de su disco “Alcachofa”). Villalobos es un músico electrónico y DJ chileno radicado en Alemania hace una bocha de años. No conozco a los otros involucrados, seguí sin reconocerlos cuando busque información sobre este film en Internet. Y tampoco pasaban el nombre de los temas, ni nombres de discos, ni nombres de locaciones. Parecía una película hecha para los que ya sabían. Justo en estos días volví a ver en casa una serie de videos que armó la MTV de algún país escandinavo que ahora no recuerdo. Los más diversos artistas y estilos, todos bajo el mote “This is our music”. En esos documentales que están en YouTube (a los cuales llegue buscando un documental en inglés sobre Juana Molina) nunca dejan de mostrar los nombres de artistas y obras mostradas. Si algo de lo que suena llega gustarte, ya sabes cómo pedirlo en tu disquería amiga (jeje, una forma de decir, bah). No pasa lo mismo con este documental. También me llamó la atención que el film no dejó afuera los pifies de los DJs en algunas de sus pasadas. Errores que llevaron a un flaco que estaba cerca mío a decir “malísimo” en voz alta. Yo no termine de entender si eran errores de los DJs o errores del audio de la película. Si te llegas a equivocar así en un boliche, los bailarines te arrojan todo lo que tengan a mano.
5 – Streetscapes (Dialogue) de Heinz Emigholz. (¿3 Macos o 5 Macos?) Esta película alemana en inglés la vi en el Village Recoleta el domingo. Los que lean esto y luego vayan a ver el film por algún medio o se guarden en memoria el nombre para engancharla en algún otro ciclo de cine, van a ver solo la película y no van a ver las preguntas y respuestas que vinieron luego. Entonces, la peli sola (sin ese extra inesperado) sería de 3 Macos. Un actor hace del director de cine Emigholz y otro director de cine hace de psicoanalista. El filmmaker anda con un bloqueo creativo y con problemas de salud. Un colega le ofrece hacer una charla maratónica de cinco días para desentrañar los males que lo aquejan. Mucha, mucha, mucha charla puede hacerte cabecear de sueño y a mí me pasó en un par de ocasiones. Pero los temas tratados no eran nada aburridos. Como filmar la vida, como vivir el cine, la arquitectura, los márgenes de las historias y el centro de las mismas. Los cuestionamientos a las pretensiones narrativas que mucho cine detenta. Los escenarios y la forma de filmarlos como un tercer actor. La película abarcaba mucho y eso se vio reflejado al final.
Sin saberlo, me cruce en la fila para bajar la escalera mecánica a Jonathan Perel. Él actuaba en ese film como el analista. Es un director de cine argentino dos años más joven que yo. Realizó los films Toponimia y El predio, entre otros trabajos. Jonathan estaba con su familia. Presentó la peli al principio y se quedó al final a responder preguntas de los espectadores. Éramos poquitos, quizás no llegábamos a ser 30 en una pequeña sala. Fue un placer escucharlos preguntar. Cada pregunta enriquecía la película enormemente. Yo no hice ninguna pregunta pero cada pregunta representaba mis diversas inquietudes, me sonaban a voces en mi cabeza personificadas por personas de carne y hueso. Una maravilla. Las posibles conexiones políticas del film al ser filmado en Montevideo, ayer la tierra del movimiento guerrillero Tupamaros. Estos últimos fueron influencia en la guerrilla urbana alemana de los setentas que Heinz citó al pasar. Jonathan aclaró que no fue algo buscado por el director. (¿O sí?) El psicólogo que estaba contento por el gato que apareció en la película porque fue el único personaje relajado en el medio de la tensión de los diálogos. La mujer que preguntó si Emigholz tenía hijos (porque en el film el analista insta al director a que piense sus obras como si fuesen hijos). El flaco que hablo de la concepción del tiempo en las nuevas corrientes de la arquitectura, lo dinámico, los espacios de encuentro. El pibe que habló de cómo estaba filmada la película. Lo que te perdías de ver al leer los subtítulos en castellano, volviendo a poner énfasis, esta vez desde una espectadora, a ese tercer actor que era el escenario elegido y como se elegía mostrarlo. Y cuando estábamos a punto caramelo, llegó el anticlímax. Una chica de la organización del Bafici nos dijo que el tiempo había terminado. Yo me fui en llamas y feliz, pensando mil cosas. También hay público hermoso en el Bafici.
Streetscapes es la tercera película de una serie de cuatro. No vi las otras tres. Y, según Perel, este director tiene su historia con el Bafici. Los que saben de cine y de arquitectura tendrán más cosas que decir. A buscar esas voces. De las otras 3 también hablaron en el film. De la colaboración entre Emigholz y el trío alemán Kreidler. (2+2=22 [The Alphabet]) La conexión entre arquitectura y programa político (Bickels [Socialism]). Los desarrollos arquitectónicos de un ingeniero uruguayo. (Dieste [Uruguay]).
El rinconcito de los famosos: EPS y yo vimos a Ana María Picchio. Fue a ver “Lady Macbeth” y antes cenó en el restorán de la esquina, cerca del Gaumont. El domingo me cruce con Ailín Salas antes de entrar a ver Streetscapes. Entre el público para ver la peli de Emigholz estaba el director de cine Lisandro Alonso. Y al salir de regreso al Lejano Oeste me lo cruce a Roberto Pettinato, pochocleando con su familia.
Hablar de cine y literatura y música con EPS entre films, al ir a su depto., al volver a Moreno. Respirar mosquitos hasta que EPS encendió un espiral repelente salvador. Mirar libros que no puedo comprar ahí, en esa librería que está a la entrada del shopping que tiene las salas de cine, la sede central del Bafici. Enojarme, reír, llorar, silbar, cantar, extrañar, escuchar la conversación de las dos chicas que bajaron en Padua con el ocaso en la ventana como fondo.
Mirar el sol que se está yendo.
Mirar el sol que está por aparecer.