¡Hola! ¡Tanto tiempo sin encontrarnos, sin publicar ninguna entrada! Cuando pensaba en subir este post, tenía planeado a su vez escribir la lista de cosas de las que me hubiera gustado escribir pero no tuve ni el tiempo no las ganas de hacerlo. Tampoco quiero agotarlos con datos personales que, en realidad, no vienen al caso. Bueno, ¡basta de disculpas!
El recital de Joanna Newsom fue tan bueno que aquí me tienen, retomando la escritura, aunque sea por hoy, en mi descuidado blog. Me tome ese lluvioso viernes libre, o sea falte a las clases en el Rojas. Envestido con mi nueva remera de Clap Your Hands Say Yeah! me dirigí al Niceto Club, con paragüas y todo. La noche estaba fresca y bella. Las chicas en la fila eran hermosas. Incluso me colgue en la espera escuchando a un grupito de divinas detrás de mí hablando de “vibrar en el amor” y cosas por el estilo. Genial. En la entrada del Niceto repartían unos almohadoncitos para que la gente se siente comodamente en el piso a ver a la doncella cantar y tocar el arpa. Pero no pudo ser. Eramos bastantes. El clima dentro del club era calmo pero enrarecido. Pero luego apareció ELLA y de un mágico plumazo todo cambió para mí. Vestida en lila, esta preciosa mujer de 25 años (¡se nota que me babeo por ella!¿no?) arrancó el recital con “Emily”. También hizo “Sawdust & Diamonds” y “Cosmia” de Ys (2006), el único disco que escuche, hasta ahora, de ella. Seguro hizo varias canciones de The Milky-Eyed Mender (2004) (Tarea para el hogar: conseguirlo de inmediato). Yo, de fanático-enfermo, hubiera querido escuchar también “Monkey & Bear” y “Only Skin”, o sea el disco Ys entero. Pero no era necesario. La diosa con voz de maga me dejó enamorado de su música con la única companía de un arpa alquilada, según ella. Hubo un hermoso ida y vuelta entre nosotros y ella. Cuando empezaba a cantar, el silencio era total. El juego de luces realzaba aun más el aura encantadora de Joanna en el escenario. Sus gestos, la manera en que decía “Thank you so much”, su sonrisa...(¡afloja, alzado!). Hizo un tema, inédito aun, sin título, que quizás este en su próximo disco. Los aires de country y folk norteamericano en su forma de tocar, algo de jazz también. Esas “líneas caminantes” que ella ejecutaba en el arpa como si fueran notas de percusión. Dos bises al final, casi una hora y media de un viaje a un mundo paralelo pleno de galáctica belleza. Una música en permanente estado de gracia para dejarnos perplejos, extasiados. La catarata de imagenes que su voz derrama, toda la agua mencionada por sus delicadas palabras, toda el agua de estas semanas de lluvias en primavera. El llanto de la mujer que amo contandome de lo que sufre....
Para terminar el rinconcito de los famosos: Claudio Kleiman (¿habra nota en La Mano?) y (de pie, por favor) Juana Molina. Casi me puse a temblar cuando la ví pasar cerca de mí, distraída. Yo soñaba con verla de telonera en ese recital. ¿Se imaginan? La dupla Juana-Joanna. Eso hubiera sido el mismisimo paraiso multiplicado por dos!!!! Bien, luego fue tomar el 151 hasta Once, el tren a Moreno (ahora andan toda la noche) y dejar que el sueño me arrulle en casa.
Ahora, mientras escribo esto, estoy escuchando el disco y apenas puedo creer que pude ir a verla en vivo. Es emocionante poder recordarlo y aun lo fue más haberlo vivido. Y ahora está lloviendo. Y estoy pensando que he vivido, que vivo, que viviré enamorado del amor. Que el sueño que me vive no sabe como dejarme. Que el miedo que siento a no saber caminar es nada comparado a la poderosa pasión que siento en mí, renaciendo cada vez que recuerdo que quiero olvidar la tiranía de mis metas y vagar ¡oh, música! ¡oh, amor! Olas de la eternidad que me aloja. Gracias, Joanna Newsom, por recordarmelo.