1 – El viernes 12 fue mi último día en el
Bafici. Ya estaba pensando en ir desde el día anterior. Cerca del mediodía me
encontré por pura casualidad con mi amigo Ariel que, al comentarle que me iba a
Belgrano, me recomendó una nueva forma de llegar. Siguiendo su consejo, fui
hasta Liniers, me tomé el colectivo 80, ahí nomás, y me dirigí a la sede
central. El bondi me dejó a media cuadra del destino, mucho más cerca y mucho
más rápido que la vez anterior.
2 – Como ya me sucedió en otras ediciones,
otra vez había varias funciones con entradas agotadas, tanto para ese viernes
como para el sábado siguiente. Para el sábado elegí no ir, tenía fiaca y no
sabía con precisión que iba a poder ver, entonces… bueh, mejor hablo de lo que
sí vi.
3 – Nuestro tiempo de Carlos Reygadas (3
Macos y medio). Este es un film mexicano del año pasado, le habría dado más
puntaje si no hubiese sido tan larga, casi tres horas de duración. Aun así no
es que su duración se volvió difícil de atravesar, al contrario, el tiempo pasó
bastante rápido. Pero igual me quedó la impresión que nos podría haber contado
la misma historia en menos tiempo. La historia se trata de una pareja que cría
toros y que atraviesa una crisis cuando un tercero se involucra. Se supone que
son de esas clásicas parejas “abiertas”, con el chamuyo del poli amor (ese que
estuvo de moda el año pasado, por ejemplo) pero en este bizarro triángulo de
amor todos quedaron un tanto chuecos. Drogas, alcohol, músicas, preciosas
imágenes. Los niños jugando a “atacar” a las niñas, los adolescentes y sus
historias. Hubo fragmentos con narraciones en off de niños, que quedó muy bien.
Lo que me pareció un tanto a violencia gratuita fue la parte del toro
boleteando a una mula. El comportamiento de los toros y de los niños y jóvenes
sirven como comentarios a la historia principal.
De repente, al salir del cine y viajando de
regreso a Moreno, me acorde de algo que leí en el booklet del cd de Slapp Happy
que traía los discos Casablanca Moon y Desperate Straights, este último una
colaboración entre Slapp Happy y Henry Cow. Esta colaboración arrancó llena de
ganas de hacer músicas y terminó llena de conflictos. Peter Blegvad en ese
texto de 1993 se recordaba a si mismo diciendo en 1975: “ah, the Cow is fulla
bull” (algo así como “esta Vaca está llena de toros”). Aunque suena a nombre de
una sola persona, Henry Cow era una banda, bautizada así en homenaje al
compositor Henry Cowell. Se ve que en algún momento de la convivencia, las
cosas se pusieron un tanto tensas, al punto de despedir a Blegvad. Él luego
acuño está frase para representar con esa imagen la actitud macho alfa dominante
de ciertos miembros de la banda. Sin tener la versión de los otros involucrados
para poder decidir si Peter tenía o no razón en decir lo que dijo; la frase se
ajusta mucho a lo que yo creo que Reygadas nos quiso decir. Nuestro tiempo es
un tiempo de toros que todo lo dominan, que todo quieren controlar. En nuestro
tiempo, cada consenso está basado en fragilidades, cada supuesto acuerdo puede
ser pasado por alto sin mayores consecuencias. Nuestro tiempo deja mucho que
desear.
Identifique una canción de Genesis (“The
Carpet Crawlers”) en una parte de la película pero no pude identificar la
canción que la cierra, la cual me gustó. Buscando esa información, que
finalmente no pude encontrar, me entere que el director del film también es uno
de los actores protagónicos y que la actriz que hace el papel de su esposa, es
también su esposa en la vida real. Es raro tener esos datos hoy, y me gusta no
haber contado con esos datos antes de ver la película, hubiese producido en mi
una suerte de morbo tipo “¡que chabón, está filmando a un tipo morfándose a su
mujer!”, el cual habría desmejorado o interferido en lo que el director nos
estaba narrando. Cuando vean el film, por favor, olviden esa info, es más útil
no saberlo.
4 – Y se terminó el Bafici y solo vi tres películas
pero está bien. ¡Como extraño el Abasto como sede central! Ojala algún día
vuelvan allí, Recoleta y Belgrano no terminaron de convencerme. Y deberían
pasar más películas y dejar de lado eso de pasar películas clásicas taquilleras
tipo “Duro de matar” y volver a ese aire de experimentaciones con imágenes,
músicas y documentales de rock que solían poblar el festival. Incluso también
me quedo la impresión que dejaron de lado los films que discutían los
extremismos políticos y o ideológicos. Esta fue una edición más bien tibia y
sin sobresaltos de un festival con mucha historia. Es cosa de ver que se traen
el año que viene.
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