1 – Primero fue el programa de radio de
Alfredo Rosso, en AM 750, llamado La Trama Celeste. En el mismo pasaron una
canción de Marilina que no logro recordar. Luego apareció el número 249 de la
Rolling Stone con una lista de los mejores 18 discos del año pasado. En esa
lista el disco “Prender un fuego” de Bertoldi figura en el puesto 10. Pero ni
uno ni los otros atraparon mi atención, lo de la revista más o menos lo
entiendo pero lo de Rosso fue solo el hecho de no prestar atención.
2 – Y entonces me encontré con un número de
la revista Barcelona. El número 437 del 24 de mayo de este año. En las páginas
12 y 13 escribían acerca del Gardel de Oro para Marilina en el tono sarcástico
con el que se manejan usualmente. Según se desprendía de lo que comentaban,
parecía un premio otorgado por razones extra musicales, dejando en claro no la
falta de mérito de la artista sino la falta de mérito de quienes otorgan el
galardón.
3 – Y para junio apareció el número 255 de
la RS. Yo me había prometido a mi mismo no gastar el dineral que sale la
revista no solo para evitar el gasto sino también para no darle mi dinero al
Grupo La Nación, el emporio multimedia repulsivamente oficialista al cual
pertenece la revista. Pero pusieron en tapa a Bertoldi y la curiosidad le ganó
a mis promesas. De ahí me fui a ver los videos que hay de ella dando vueltas
por Internet, para atestiguar con mis sentidos a que se debía tanto revuelo.
4 – Vi cuatro videos de ella: “Cosas
dulces” (canción de su disco “Sexo con modelos [2016]), “Fumar de día” y “O
no?” (ambas del disco nombrado más arriba) y “Racat”, canción que no pude
ubicar en ninguna de sus producciones. Las 4 me gustaron mucho y me llevaron a
concluir que el premio fue merecido. De aquí en adelante este post va a
dirigirse por tres senderos que se entrecruzan: su música, el asunto del premio
y el contexto en el que nos movemos.
5 – Aun sin haber escuchado discos
completos de ella, puedo arriesgar que lo demás que aún no escuché podría estar
igual de bueno. Eso de escuchar canciones antes que discos es algo muy de
nuestros tiempos y por mucho tiempo me negué a sumarme a esa aproximación a las
músicas. Pero, en los últimos meses, casi no me quedó más alternativa. Era
escuchar canciones o no escuchar nada en absoluto. No entiendo muy bien porque
pero me está siendo imposible bajar discos enteros, ni menos disponer del
tiempo y la posibilidad tecnológica de sentarme a escuchar discos completos sin
bajarlos. Ni hay tiempo ni tengo acceso a conexiones fiables de Internet.
Volviendo a Marilina, de esas cuatro canciones termine concluyendo que ella
actualiza los mejores logros musicales de María Rosa Yorio, lo cual es un
importante soplo de aire fresco en el contexto viciado del rock con bajo contenido
de aventura. En hora buena apareció Bertoldi. Yo solo estoy esperando más
canciones de ella en el futuro.
6 – En cuanto a lo del premio, es todo un
tema y merece que lo trate, al menos un poco. Para empezar, cualquier premio
siempre se entrega en base a cuestiones dudosas, incluso cuando uno crea en
quien otorga el premio y en quien lo recibe. En este caso en particular, yo
solo creo en Marilina. Pero hay un extra más allá de esto que acabo de notar.
Aunque lo merezcas, el premio, antes que ayudarte, te rompe las bolas. A partir
de que te lo dieron, empiezan las preguntas jodidas: ¿Cómo que ya no hace la
clase de música que hacía cuando la premiaron? ¿Por qué no volvieron a
premiarla? Cuando a alguien se le ocurre remarcar que justo eso que estás haciendo
ahora es lo mejor entre todas las cosas que creas, por añadidura también te
están diciendo que el resto no es lo mejor. Son distinciones que quizás acercan
a los oyentes a tus producciones, pero también te dan una inesperada y no
querida mochila extra de presión en una probable búsqueda de la auto superación.
7 – En cuanto a lo del contexto, déjenme
que introduzca el tema con una anécdota. Años atrás, cuando las Fonolas
hicieron su aparición en SS.II., (ver post del 24 de febrero de 2014), les
hable de la película “Días de Vinilo”. Si bien mi opinión sobre el film no ha
cambiado, considerándola como un conjunto, con el tiempo empecé a encontrarle
cosas cuestionables aquí y allá, cosas que no la desvalorizan pero sí la
reubican. A los quince minutos y 48 segundos, el personaje Lila (interpretado
por Emilia Attias) enumera su top five de artistas favoritos de todos los
tiempos. Ella enumera, en este orden, a David Bowie, Bob Dylan, Pink Floyd, Tom
Waits y Leonard Cohen. Como podrán notar, de esta lista podemos decir que: son
todos hombres, son todos blancos, son todos anglos (inclusive el canadiense
Cohen), son todos de los ‘60s y ‘70s y son todos heterosexuales (el coqueteo bi
de Bowie fue solo eso, un coqueteo). Y no es que yo tengo algo en contra de alguno
de estos artistas, también los admiro a todos y a cada uno de ellos. Lo que me
suena raro es que una chica rockera y cantautora, como lo es Lila en la peli,
deje afuera a las chicas de su lista. Hasta el día de hoy, el rock es cosa de
hombres. Hasta que aparece alguien como Marilina y nos deja claro que ya no es
tan así. Más allá de los crímenes de los Aldana y los Cordera de este mundo,
también hay que admitir que los muchachos hacen agua a la hora de innovar al
rock, el rock barrial es poco más que una desilusión. Las chicas parecen llevar
adelante la llama de las músicas que nos movilizan. Me parece que se vienen
tiempos alentadores.
8 – Este post viene ilustrado por una foto
que Ale le tomó a Marilina tiempo atrás. Nuestra protagonista de hoy está sosteniendo
un ejemplar del libro del Pequeño Saltamontes (ver post del 14 de febrero de
2016). Se lo pidieron y ella le sumó su apoyo a un autor que ella no conocía. Yo
no me imagino a cualquier mujer del rock haciendo algo así. En esa foto yo veo
esa misma generosidad que ella nos da con sus canciones. Ustedes pueden elegir
seguir escuchando ese torpe rock de varones sin imaginación. Yo la elijo a
ella, Marilina. Las músicas que queman y los ojos que enamoran. Si me van a
acariciar, que lo hagan con pañuelos verdes.
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